Sección de médula espinal, una catástrofe familiar.


Me conmovió sobremanera una historia de la vida real publicada en conocida revista de la socialité, que edita una de las empresas televisoras de México. 

Contada por una hermana de la víctima de un accidente, provocado por la colisión de dos vehículos de motor, es un ejemplo más de las cotidianas tragedias que día con día ensombrecen hogares, truncan ilusiones y derrumban economías familiares en todo el mundo. El drama que comento nos demuestra una vez más lo frágil que es la existencia humana y el gran viraje que puede ocasionar en el destino de una persona lesionada y en todos los que la rodean, además del enorme dolor y sufrimiento.

En este caso, uno de los cuatro hijos varones de un matrimonio de clase acomodada, se impactó de lleno con su motocicleta contra un automóvil cuando apenas tenía 17 años de edad; era el ya lejano 1973; como consecuencia de ello permaneció en estado de coma durante ocho meses, al cabo de los cuales recobró la conciencia, sólo para enterarse que había quedado parapléjico. Así permaneció durante 36 largos años, al principio en México y luego en lo que fue su segundo hogar, en los Estados Unidos; ahí de un hospital a otro, siempre acompañado de su madre, quien sacrificó todo, incluso su vida matrimonial y a sus otros hijos. Producto de un segundo matrimonio nació la hermana que cuenta la terrible tragedia. El padre de esta última aceptó lidiar con ella y con sus hermanastros en nuestro país, mientras su madre dedicaba todas sus energías y su tiempo al hijo paralítico.

Finalmente, la familia decidió poner punto final a la crónica agonía del ya desahuciado y hace unos meses solicitaron la suspensión de la vía por la que alimentaban al paciente, el retiro de la venoclisis y luego del respirador automático. A los 53 años de edad terminó su triste vida. Por supuesto que este es uno más de los casos que se registran todos los días en el mundo. Recientemente el Dr. Jesús Contreras Nájera, Jefe de Cirugía de Columna Vertebral del Hospital Regional No. 2 del IMSS en el Distrito Federal, informó que cada año en nuestro país se documentan  más de 250 mil pacientes con lesiones de columna vertebral en diverso grado, incluso con daño medular como es el caso que nos ocupa. (El Universal Sección A, pág. 10, 22 de noviembre del 2009).

El mismo Dr. Contreras señala que “…en el 50% de los casos de lesiones de la columna vertebral por accidentes de tránsito, se encuentran involucrados los jóvenes, 80% del sexo masculino. Además, el 45% de las lesiones (esguinces, fracturas vertebrales y luxaciones de cadera) se originan en accidentes automovilísticos; 24% ocurren por caídas desde diversas alturas; 22% a situaciones de violencia en la vía pública o domiciliaria y 8% tiene que ver con lesiones en el deporte y el resto a otras causas. Si se produce una lesión mayor, como es el caso de las luxaciones o fracturas, prevalece el riesgo de daño medular (afectación de la médula espinal) o radicular (en las raíces nerviosas). Generalmente el dolor en estas lesiones es muy intenso y se acompaña con la pérdida de la función desde el nivel donde ocurre la lesión hasta la parte distal. Al perderse la función es posible que afecte la sensibilidad, pero un siguiente grado se manifiesta por ataque a la movilidad de las extremidades o del control de los esfínteres vesical y anal. Las lesiones en estos casos tienden a ser irreversibles”.

Hace algunas semanas dediqué varias columnas a los accidentes de tránsito en los que tienen que ver automóviles y motocicletas; ambos se relacionan casi siempre y existe como antecedente la ingestión de bebidas alcohólicas o la imprudencia al conducir. Nunca dejaré de insistir en que es muy importante que los padres de familia tomen conciencia de lo que significa dejar en manos de sus hijos un vehículo de motor, sobre todo si son menores de edad. No pongamos como pretexto lo que hagan o dejen de hacer las autoridades de tránsito; hagamos la parte que nos corresponde si queremos evitar que nuestras familias sufran una historia como la mencionada. La vida nunca volverá a ser la misma después de un accidente de consecuencias fatales.

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