Un nuevo ciclo.
Aparentemente
¡Qué rápido se fueron los últimos quince días de diciembre!, ¡Qué rápido
concluyó el periodo vacacional de invierno! Otra vez a iniciar la vida
cotidiana. Todos a trabajar y profesores, infantes y jóvenes a sus planteles escolares.
Todos a calentar motores para volver una vez más a nuestro ritmo de vida. Las
celebraciones religiosas y paganas ya pasaron. Iniciamos un nuevo año, el 2010
en medio del clásico regocijo y ya esperamos degustar la tradicional “rosca de
reyes”.
Como
si fuera una película que pasa por nuestra mente, sólo nos quedan las imágenes
recientes de todo lo que hicimos para celebrar la Nochebuena y luego la navidad
y por último para despedir al año viejo y recibir al nuevo.
Atrás quedaron los
días que dedicamos a la adquisición de algún regalo y luego para esperar
pacientemente su envoltura y la adhesión de su respectivo moño, con el color
apropiado para la época. También quedaron atrás los momentos en los que
escogimos, dedicamos y enviamos algunas tarjetas alusivas –los que todavía
tenemos esa costumbre desde muy antaño.
Desde
luego, las compras en los tianguis, tiendas de autoservicio, mercados,
misceláneas y hasta en los tendejones, ya forman parte de los asuntos que muy
pronto pasarán al olvido, o por lo menos a la “caja negra” en lo más recóndito
de nuestro cerebro. Me refiero con esto a lo que la mayoría de las familias
mexicanas y oaxaqueñas normalmente realizan en fechas tan significativas, las
que difícilmente se animan a hacerle el gasto a las promociones de los hoteles
de cinco y más estrellas las noches del 24 y 31 de diciembre.
Y
las familias a las que hice referencia optan por una gran variedad de
suculentos platillos, aunque los más conocidos son el pavo relleno, el pavo al
horno enchilado o en dulce, el bacalao “noruego”, los romeritos, el pozole,
lomo o pierna de cerdo en diferentes tipos de guisos o por lo menos un pollo
rostizado. Por supuesto que no pueden faltar un sinfín de postres: ensalada de
Nochebuena que contiene betabel, jícama, rodajas de naranja, cacahuates, trozos
de caña y plátano; así mismo los deliciosos buñuelos, el dulce de tejocotes, la
capirotada, ensaladas como la de manzana con piña, pasas, nuez y crema y una
gran variedad de pasteles.
Es
de contarse que ninguna de las dos celebraciones puede estar exenta de la
infaltable botana, los refrescos, el agua mineral, la sidra y las bebidas con
algún grado de alcohol, vinos, rones, brandis, whiskey y otros.
Lamentablemente
cualquier pretexto es bueno para los bebedores consuetudinarios y estos días lo
son. Me faltaba incluir las clásicas piñatas que son la diversión de chicos y
grandes, luego de celebrar la posada con los peregrinos, de acuerdo al rito
religioso en el caso de la grey católica.
Cuando
ahora uno hace un recuento de todos los consumibles que acarreamos a casa
durante esta temporada y luego de lo que se preparó con ellos y su consumo,
resulta que los primeros días del año nuevo nos viene un relax y nos sentimos
en santa paz. De cualquier forma ganamos en calorías, es cierto, pero también
hicimos un gran derroche de energías. Pareciera que los días se nos fueron de
prisa y que las horas de vigilia pasaron como exhalación a partir del inicio de
la vorágine de compras decembrinas. Después todo ha pasado y queda una especie de
vacío a pesar de las satisfacciones previas.
Hoy
únicamente queda quitar las luces que colocamos desde fines de noviembre en el
exterior de nuestras casas; envolver con cuidado las figuras y personajes del
nacimiento, acomodar el arbolito y sus respectivas esferas y adornos en las
cajas donde aguardarán otra vez hasta que concluya el año. Todo vuelve a la
“normalidad”.
Nuestras
fiestas lejos están de las que a todo lujo celebran las familias millonarias
del planeta, pero a la vez, nosotros muy lejos estamos de quienes pasaron estos
días en la pobreza extrema y lo que es peor, en la mayor de las miserias. Esos
son los grandes contrastes del mundo. La realidad es que cada quien ha
reiniciado su vida en el 2010 y vivir ya es un gran privilegio. De cualquier forma
mis mejores deseos para todos, pero principalmente salud y bienestar.
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