Hugo Chávez murió a tiempo para vestirse de héroe.
A nadie se le desea la muerte y tampoco es ético festejar el deceso de cualquier persona, sin embargo, para los fines del presente artículo conviene precisar que la historia ha demostrado que los hombres que se eternizan en el poder de un país han terminado generalmente mal. Algunos ejemplos los tenemos en Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Nicolae Ceausescu, Slobodan Milosevic y más recientemente Muammar Gadafi, Saddam Hussein y Hosni Mubarak. Todos ellos se caracterizaron por ser terribles tiranos, crueles, déspotas, excéntricos y encubridores de los más sanguinarios asesinatos. Su sed de poder los llevó a mantenerse a costa de lo que fuere y es innegable que acumularon enormes fortunas.
Otros personajes muy conocidos se convirtieron en dictadores al lado de una caterva de aduladores, ambiciosos y sin escrúpulos. De aquellos, quién no recuerda a Pol Pot el genocida de Camboya, a Mobutu Sese Seko, dictador de Zaire y quien apoyó el bárbaro genocidio de Ruanda, o a “Papá Doc”, Francoise Duvalier en Haití, acusado de atentar contra los derechos humanos de su pueblo, y al asesino de Uganda, Idi Amín. Habría que agregar a Losif Stalin, en la Ex Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, al General Francisco Franco, en España, al militar chileno Augusto Pinochet cuyo golpe de Estado llevó a la muerte al presidente Salvador Allende, al egipcio Hosni Mubarak, que se vio obligado a renunciar tras 30 largos años de dictadura, a Mao Zedong, principal fundador de la República Popular China y al general Jorge Rafael Videla, también acusado de la muerte de cientos de civiles en Argentina.
Pero también forman parte de la lista negra de dictadores nuestro general Porfirio Díaz Mori, quien se salvó de ser asesinado al tomar la decisión de renunciar y autoexiliarse de inmediato con todo y su familia y principales colaboradores en la Ciudad de París. En la hermana República de Cuba, Fidel Castro Ruz, quien aún vive luego de haberse mantenido como primer ministro y líder de su partido casi por cinco décadas; según sus detractores posee una impresionante fortuna, misma que alguna vez apareció en la revista Forbes con un monto de 900 millones de dólares. Otro más sin duda lo fue Rafael Trujillo, en la República Dominicana, quien pensaba que era Dios y por lo mismo ordenó colocar en todas las iglesias de su país carteles que decían “Dios en el cielo, Trujillo en la Tierra”. Y si hablamos de fortunas, la historia coloca a los siguientes dictadores en la lista de los hombres más ricos de su tiempo: al norcoreano Jim Jong II, al presidente vitalicio de Turkmenistán Saparmurat Niyazov, a Francisco Macías Nguema, amo y señor en la Guinea Ecuatorial, a Omar Hasan Ahmad Al-Bashir, en el Sudán, a Frank Bainimarama en las Islas Fiji, y en Siria al odiado y aún en el poder Bashar Al Assad, quien se resiste a caer luego de más de un año de resistencia civil. Habría que agregar prácticamente a los que primeramente nombré. América Latina ha sido un verdadero nido de dictadores, la mayoría de los cuales alcanzaron las mieles del poder a base de golpes de estado o de cuartelazos, como sucedió en Cuba, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Argentina, Bolivia, Ecuador, Chile, Perú, Paraguay y Venezuela, por nombrar unos cuantos. En el caso de Hugo Chávez Frías, previo a sus 14 años como presidente de su país, también intentó un golpe de estado, el cual fracasó rotundamente y por el que estuvo dos años en prisión. A su muerte ha dejado a Venezuela no precisamente en la bonanza, antes, al contrario, con un deterioro en sus finanzas a pesar de ser un emporio petrolero; a dejado también otros lamentables problemas de orden social ¿Podemos creer que él, su familia y quienes le rodearon en el poder no amasaron una considerable riqueza? ¿Podría haber tenido un funeral tan fatuo y el reconocimiento de sus seguidores de haber persistido en el poder otros 15 años más? Por eso opino que la muerte tan anunciada del controvertido y singular personaje fue lo mejor que pudo haberle ocurrido, pues de dictador en potencia ha pasado a la historia de su país como un héroe.
Otros personajes muy conocidos se convirtieron en dictadores al lado de una caterva de aduladores, ambiciosos y sin escrúpulos. De aquellos, quién no recuerda a Pol Pot el genocida de Camboya, a Mobutu Sese Seko, dictador de Zaire y quien apoyó el bárbaro genocidio de Ruanda, o a “Papá Doc”, Francoise Duvalier en Haití, acusado de atentar contra los derechos humanos de su pueblo, y al asesino de Uganda, Idi Amín. Habría que agregar a Losif Stalin, en la Ex Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, al General Francisco Franco, en España, al militar chileno Augusto Pinochet cuyo golpe de Estado llevó a la muerte al presidente Salvador Allende, al egipcio Hosni Mubarak, que se vio obligado a renunciar tras 30 largos años de dictadura, a Mao Zedong, principal fundador de la República Popular China y al general Jorge Rafael Videla, también acusado de la muerte de cientos de civiles en Argentina.
Pero también forman parte de la lista negra de dictadores nuestro general Porfirio Díaz Mori, quien se salvó de ser asesinado al tomar la decisión de renunciar y autoexiliarse de inmediato con todo y su familia y principales colaboradores en la Ciudad de París. En la hermana República de Cuba, Fidel Castro Ruz, quien aún vive luego de haberse mantenido como primer ministro y líder de su partido casi por cinco décadas; según sus detractores posee una impresionante fortuna, misma que alguna vez apareció en la revista Forbes con un monto de 900 millones de dólares. Otro más sin duda lo fue Rafael Trujillo, en la República Dominicana, quien pensaba que era Dios y por lo mismo ordenó colocar en todas las iglesias de su país carteles que decían “Dios en el cielo, Trujillo en la Tierra”. Y si hablamos de fortunas, la historia coloca a los siguientes dictadores en la lista de los hombres más ricos de su tiempo: al norcoreano Jim Jong II, al presidente vitalicio de Turkmenistán Saparmurat Niyazov, a Francisco Macías Nguema, amo y señor en la Guinea Ecuatorial, a Omar Hasan Ahmad Al-Bashir, en el Sudán, a Frank Bainimarama en las Islas Fiji, y en Siria al odiado y aún en el poder Bashar Al Assad, quien se resiste a caer luego de más de un año de resistencia civil. Habría que agregar prácticamente a los que primeramente nombré. América Latina ha sido un verdadero nido de dictadores, la mayoría de los cuales alcanzaron las mieles del poder a base de golpes de estado o de cuartelazos, como sucedió en Cuba, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Argentina, Bolivia, Ecuador, Chile, Perú, Paraguay y Venezuela, por nombrar unos cuantos. En el caso de Hugo Chávez Frías, previo a sus 14 años como presidente de su país, también intentó un golpe de estado, el cual fracasó rotundamente y por el que estuvo dos años en prisión. A su muerte ha dejado a Venezuela no precisamente en la bonanza, antes, al contrario, con un deterioro en sus finanzas a pesar de ser un emporio petrolero; a dejado también otros lamentables problemas de orden social ¿Podemos creer que él, su familia y quienes le rodearon en el poder no amasaron una considerable riqueza? ¿Podría haber tenido un funeral tan fatuo y el reconocimiento de sus seguidores de haber persistido en el poder otros 15 años más? Por eso opino que la muerte tan anunciada del controvertido y singular personaje fue lo mejor que pudo haberle ocurrido, pues de dictador en potencia ha pasado a la historia de su país como un héroe.
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