Nuestro perro.
Más bien debería decir nuestra perra, porque es hembrita, la que, por su figura, cuando era una cachorrita, coincidimos en la familia en llamarla cariñosamente “Borlita”. El animalito realmente viene siendo un híbrido de la raza French poodle, pues no tiene pedigrí y mis hijos varones cuando la vieron por primera vez comentaron que era un perro minitoy. Mi hija la recibió como obsequio de su cumpleaños en 1997, por lo que han transcurrido casi 16 años y muy tardíamente tuvo una camada de cuatro crías, producto de un desliz, porque por casualidad un perrito de su misma raza logró evadir la entrada de la casa cuando la “Borlita” estaba en su punto para quedar preñada.
De cuando llegó a nuestro hogar plena de desbordante alegría, brincando por aquí y por allá de manera incontrolable, haciendo piruetas en el aire y cabriolas propias de un perro de circo, ladrándole a todo lo que viera en movimiento o a las personas extrañas, a como la observa uno ahora, ha habido un cambio total. La evolución de su vida en ese lapso tan corto de tiempo nos ha permitido aquilatar el significado cruel del reloj biológico de todos los seres vivos, porque de manera inexorable cada día que pasa efectivamente es un día menos y de manera irremediable estamos condenados, si no hay circunstancias que lo impidan, a hacernos viejos y a morir por “falla orgánica múltiple”, independientemente de la causa que la origine.
¿Qué hemos observado en nuestra pequeña mascota en lo que es el fin de su vida? Desde hace por lo menos un par de años ya no ladra, duerme la mayor parte del día en el interior de su espacio techado o a pleno sol casi cerca del mediodía, a veces deja gran parte de su alimento o de plano lo vomita. Físicamente, cambió el color blanco algodón de su pelaje y de abundante ahora está ralo, le aparecieron diversas lesiones en la piel del lomo, ha perdido peso y piezas dentarias, múltiples tumores se generaron alrededor de sus tetas y con claridad se pueden notar cataratas en ambos ojos. Ya no escucha, ni porque se le grite, camina arqueando la columna y en ocasiones la deambulación le cuesta trabajo y le molesta, además de que emite sonidos como si se estuviera ahogando y por las noches escuchamos que se queja. Por eso creemos que es el fin, pero no nos atrevemos todavía a llevarla a consulta con un médico veterinario para que la ayude a bien morir y la incinere, con el fin de terminar con su sufrimiento. También detiene semejante decisión el cariño que todos le tenemos, brindándole toda clase de atenciones para que su existencia sea menos difícil.
Se ha dicho y se ha dicho bien. que el perro es el mejor amigo del hombre desde tiempos inmemoriales. En realidad, la domesticación del mismo comenzó apenas hace 15 mil años, pero sus antecesores, los lobos, surgieron hace aproximadamente 200 mil en Europa y en el Asia Oriental. Estos proceden del Canis, que vivió en la tierra hace 15 millones de años y la gran mayoría de los paleontólogos coinciden en que el Cynodictis, que vivió hace 40 millones de años en Europa y Asia, fue el tronco común de los cánidos, osos y mapaches. Se dice que a partir de hace 15 milenios, una vez domesticado, las múltiples cruzas del perro dieron lugar a las razas actuales, las cuales oscilan entre 300 y 700.
¿Cuánto puede vivir un perro? Es variable, aunque se acepta que las razas pequeñas viven más. En términos generales las razas medias y pequeñas viven de 12 a 18 años, mientras que las razas gigantes tienen un promedio de 9 a 12 años. Recientemente se supo que murió en Japón el perro más viejo del mundo, pues Pusuke, que así se llamaba, vivió casi 27 años. Finalmente, la OMS, reconoce 174 enfermedades zoonóticas de importancia, de ellas el perro es capaz de transmitir 53. En México, las zoonosis más frecuentes por perros son: rabia, brucelosis, toxoplasmosis, leptospirosis, tularemia, dermatomicosis, amibiasis, coccidiomicosis, tuberculosis, leishmaniasis, tripanosomiasis, toxocariasis, giardiasis, y sarna sarcóptica. Con buenas prácticas de higiene, alimentación, vacunas y atención veterinaria podemos mantener sano a nuestro perro; sin embargo, mi familia y yo sabemos que muy pronto se irá para siempre nuestra “Borlita”.
De cuando llegó a nuestro hogar plena de desbordante alegría, brincando por aquí y por allá de manera incontrolable, haciendo piruetas en el aire y cabriolas propias de un perro de circo, ladrándole a todo lo que viera en movimiento o a las personas extrañas, a como la observa uno ahora, ha habido un cambio total. La evolución de su vida en ese lapso tan corto de tiempo nos ha permitido aquilatar el significado cruel del reloj biológico de todos los seres vivos, porque de manera inexorable cada día que pasa efectivamente es un día menos y de manera irremediable estamos condenados, si no hay circunstancias que lo impidan, a hacernos viejos y a morir por “falla orgánica múltiple”, independientemente de la causa que la origine.
¿Qué hemos observado en nuestra pequeña mascota en lo que es el fin de su vida? Desde hace por lo menos un par de años ya no ladra, duerme la mayor parte del día en el interior de su espacio techado o a pleno sol casi cerca del mediodía, a veces deja gran parte de su alimento o de plano lo vomita. Físicamente, cambió el color blanco algodón de su pelaje y de abundante ahora está ralo, le aparecieron diversas lesiones en la piel del lomo, ha perdido peso y piezas dentarias, múltiples tumores se generaron alrededor de sus tetas y con claridad se pueden notar cataratas en ambos ojos. Ya no escucha, ni porque se le grite, camina arqueando la columna y en ocasiones la deambulación le cuesta trabajo y le molesta, además de que emite sonidos como si se estuviera ahogando y por las noches escuchamos que se queja. Por eso creemos que es el fin, pero no nos atrevemos todavía a llevarla a consulta con un médico veterinario para que la ayude a bien morir y la incinere, con el fin de terminar con su sufrimiento. También detiene semejante decisión el cariño que todos le tenemos, brindándole toda clase de atenciones para que su existencia sea menos difícil.
Se ha dicho y se ha dicho bien. que el perro es el mejor amigo del hombre desde tiempos inmemoriales. En realidad, la domesticación del mismo comenzó apenas hace 15 mil años, pero sus antecesores, los lobos, surgieron hace aproximadamente 200 mil en Europa y en el Asia Oriental. Estos proceden del Canis, que vivió en la tierra hace 15 millones de años y la gran mayoría de los paleontólogos coinciden en que el Cynodictis, que vivió hace 40 millones de años en Europa y Asia, fue el tronco común de los cánidos, osos y mapaches. Se dice que a partir de hace 15 milenios, una vez domesticado, las múltiples cruzas del perro dieron lugar a las razas actuales, las cuales oscilan entre 300 y 700.
¿Cuánto puede vivir un perro? Es variable, aunque se acepta que las razas pequeñas viven más. En términos generales las razas medias y pequeñas viven de 12 a 18 años, mientras que las razas gigantes tienen un promedio de 9 a 12 años. Recientemente se supo que murió en Japón el perro más viejo del mundo, pues Pusuke, que así se llamaba, vivió casi 27 años. Finalmente, la OMS, reconoce 174 enfermedades zoonóticas de importancia, de ellas el perro es capaz de transmitir 53. En México, las zoonosis más frecuentes por perros son: rabia, brucelosis, toxoplasmosis, leptospirosis, tularemia, dermatomicosis, amibiasis, coccidiomicosis, tuberculosis, leishmaniasis, tripanosomiasis, toxocariasis, giardiasis, y sarna sarcóptica. Con buenas prácticas de higiene, alimentación, vacunas y atención veterinaria podemos mantener sano a nuestro perro; sin embargo, mi familia y yo sabemos que muy pronto se irá para siempre nuestra “Borlita”.
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