Salven lo que queda de la Ex Hacienda de Aguilera.

Los últimos 15 días Los Nitos hicieron su recorrido en la ruta turística que ya tienen establecida por la ciudad de Oaxaca y cargados de visitantes llenos de curiosidad y ávidos de conocer un poco más de lo que con frecuencia presumimos los que tenemos el privilegio de vivir aquí, fueron informados mediante una grabación ad hoc que se repite en el día una y otra vez, acerca de los inmuebles, joyas históricas, principales avenidas, parques, monumentos, edificios públicos, etc. En un momento de su corto periplo de pronto se encontraron en el norte del municipio, donde confluyen la hermosa Fuente de las Ocho Regiones, el Hospital General “Dr. Aurelio Valdivieso”, inaugurado en mayo de 1965 y el frontispicio del elegante edificio que forma parte de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca y que es más conocido como la Ex Hacienda de Aguilera.

Cualquiera que lo ve desde por lo menos 50 metros, se lleva una gratísima impresión, porque en verdad la fachada de ese inmueble destaca sobremanera respecto del demás equipamiento urbano. Seguramente los turistas ni se imaginan, a primera vista, que obra tan bella pertenezca a un plantel escolar de nivel superior. ¡Qué bueno que los Nitos no incluyen un recorrido a pie para admirar de cerca, e incluso penetrar a lo que queda de la Ex Hacienda!, porque se llevarían una gran decepción, debido al tremendo abandono en que se encuentra, no de ahora, desde hace muchos años. Afirmo esto último porque tuve la oportunidad y osadía de subir los escalones que se encuentran a traspatio y me animé a abrir los viejos portones. Cuando entré caminé unos cuantos pasos y salí de inmediato porque el interior se encontraba en unas condiciones de franco deterioro, todo lleno de polvo, de detritus producto de la constante caída del excremento de las aves que ahí anidan y viven y los plafones que algún día adornaron el techo se vinieron abajo. Me dio la impresión que hasta murciélagos han hecho su hogar de tan preciado sitio. En ese entonces, año 2008, todavía impartía la materia de Epidemiología a dos grupos de 5º. Año de la Facultad de Medicina y para ello ocupaba un aula que se encuentra precisamente en el sótano del viejo inmueble.

Pensé que el presupuesto de la Universidad no permitía atender su necesaria rehabilitación y que en todo caso había otras necesidades más urgentes que solventar en materia de inversión en obra pública. De cualquier manera lo comenté posteriormente con la recién fallecida, la Dra. Bertha Elena Muñoz Mier, cuando retornó de su obligado autoexilio en Sudamérica, pues además de contar con una amistad de más de 30 años, de ser colegas de profesión y maestría y de ser profesores de la misma materia, coincidimos esa vez en que el problema que hoy comento no era cuestión de presupuesto sino simple y llanamente de negligencia e irresponsabilidad, de corta visión, de desinterés y carencia de sentido de pertenencia a la Universidad y particularmente a la Facultad de Medicina y Cirugía.

Recientemente asistí como invitado a un acto solemne de conclusión de un Diplomado en uno de sus auditorios. Al salir, no pude evitar la tentación de volver a escudriñar con la vista por lo menos las fachadas posterior y anterior del blanco edificio (bueno es un decir, porque en realidad ya no es tan blanco) y me encontré con que sigue igual, nada se ha modificado. Se que se construyó casi en el inicio de la segunda década del siglo XX, recién había iniciado la Revolución Mexicana, que la Ex Hacienda, como tal, data de fines del siglo XVII y que fue abandonada por sus dueños y vecinos cuando las tropas francesas, comandadas por Bazaine a principios de 1865 la ocuparon transitoriamente y luego fue recuperada por las tropas de Félix Díaz. En fin, se trata de un sitio histórico que hay que cuidar y ello implica la remodelación total del actual edificio, para darle múltiples usos por parte de las autoridades de la Facultad de Medicina y Cirugía y de la propia Universidad. Como un ejemplo, ahí podrían realizarse los actos de recepción de los médicos cuando se gradúen. He puesto el dedo en la llaga ¿Quién la cura?

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