Muerte súbita cardiaca. El caso de Christian Benítez.
El pasado domingo 26 de mayo las tribunas del Estadio Azteca, al que también se le conoce como el “Coloso de Santa Úrsula Coapa”, lucieron pletóricas de hinchas vestidos con los colores de los clubes América y Cruz Azul. Al final del emocionante encuentro deportivo, observado por millones de aficionados de toda la República Mexicana y de allende las fronteras, los jugadores americanistas levantaron el ansiado trofeo al haber vencido en serie de penales a sus rivales, que nuevamente se quedaron a un paso de coronarse campeones de nuestro país.
Cinco figuras del equipo campeón destacaron sobre los demás en ese memorable partido, los que consiguieron el dramático empate a dos goles, el defensa Aquivaldo Mosquera y el portero Moisés Muñoz, luego el lateral Miguel Layún que convirtió el tiro penal que mató a la denominada “Maquina Celeste”, el técnico del equipo Miguel Herrera, cuya imagen contorsionándose de júbilo en medio de tremendo aguacero le dio la vuelta al mundo y el ecuatoriano Christian Benítez, mejor conocido como “El Chucho”, quien con el torso desnudo y pleno de júbilo levantó la copa y dio con ella la vuelta olímpica seguido de sus coequiperos, del cuerpo técnico, reporteros y fotógrafos de los medios de comunicación. Lo que siguió esa noche y los días siguientes para los integrantes del flamante campeón del torneo de clausura 2013, fueron días de fiesta, hasta que la calma llegó a todos para disfrutar de unas merecidas y bien ganadas vacaciones.
Uno de los jugadores, Diego Reyes, se incorporaría posteriormente al Porto de Portugal, luego de solventar sus compromisos con la selección nacional en su fracasada intervención en la Copa Confederaciones, celebrada en Brasil. El otro, Christian Benitez, en medio de una serie de rumores y especulaciones, se separó del último club mexicano donde militó con éxito, para enrolarse, con muchas ilusiones a las filas de otro club de futbol, totalmente desconocido para la mayoría de los aficionados a este deporte en el mundo, el Jaish, S.C., de la Liga de Catar. Así, luego de terminar felizmente su relación contractual con el Club América, el seis de julio el “Chucho” viajó, acompañado de su esposa, hasta el otro lado del planeta para incorporarse a su nuevo equipo, donde fue objeto de minuciosos exámenes médicos y para buscar alojamiento de manera provisional. Retornaría en este mes de agosto a Ecuador, para visitar a su familia, festejar el cumpleaños de sus hijos gemelos y regresar de inmediato con ellos y su esposa a Catar.
Sin embargo, como todos sabemos esto último no se pudo cumplir, pues Benitez de 27 años de edad y tras 22 días de estancia en su nuevo país, sólo pudo probarse unos cuantos minutos el uniforme del Jaish, durante el encuentro de su equipo contra el Qatar S.C., al que derrotaron por 2-0, por la semifinal de la Copa del Jeque Jassem. El Chucho no anotó en dicho partido, es decir no se estrenó y al día siguiente sucedió el trágico acontecimiento que todo mundo conoce hasta el más mínimo detalle.
Finalmente, el diagnóstico postmortem de una segunda autopsia, avalada por médicos de la Federación Ecuatoriana de Futbol, reveló que el atlético y joven deportista había fallecido víctima de un edema agudo pulmonar, provocado por una enfermedad cardiaca congénita, misma que no pudo ser detectada tempranamente a pesar de los rigurosos exámenes médicos a los que fue sometido en todos los clubes donde militó. Su muerte terminó abruptamente con las ilusiones del jugador, de su esposa y de su familia, la que de un día para otro se desintegró. Para el Jaish representó un tremendo fracaso haber adquirido un elemento que no le permitió incrementar su poder financiero y para su país, la ausencia de unos de sus más valiosos jugadores con miras a la obtención de su pase para el próximo torneo mundial de futbol. Más de 100 mil ecuatorianos despidieron al “Chucho” como a un héroe en el Coliseo de Rumiñahui, en Quito, su capital. Su despedida fue apoteósica; quizás, de haber llegado a la vejez difícilmente hubiera recibido ese trato. La muerte súbita por cardiopatía ocurre en uno de cada 200 mil futbolistas.
Cinco figuras del equipo campeón destacaron sobre los demás en ese memorable partido, los que consiguieron el dramático empate a dos goles, el defensa Aquivaldo Mosquera y el portero Moisés Muñoz, luego el lateral Miguel Layún que convirtió el tiro penal que mató a la denominada “Maquina Celeste”, el técnico del equipo Miguel Herrera, cuya imagen contorsionándose de júbilo en medio de tremendo aguacero le dio la vuelta al mundo y el ecuatoriano Christian Benítez, mejor conocido como “El Chucho”, quien con el torso desnudo y pleno de júbilo levantó la copa y dio con ella la vuelta olímpica seguido de sus coequiperos, del cuerpo técnico, reporteros y fotógrafos de los medios de comunicación. Lo que siguió esa noche y los días siguientes para los integrantes del flamante campeón del torneo de clausura 2013, fueron días de fiesta, hasta que la calma llegó a todos para disfrutar de unas merecidas y bien ganadas vacaciones.
Uno de los jugadores, Diego Reyes, se incorporaría posteriormente al Porto de Portugal, luego de solventar sus compromisos con la selección nacional en su fracasada intervención en la Copa Confederaciones, celebrada en Brasil. El otro, Christian Benitez, en medio de una serie de rumores y especulaciones, se separó del último club mexicano donde militó con éxito, para enrolarse, con muchas ilusiones a las filas de otro club de futbol, totalmente desconocido para la mayoría de los aficionados a este deporte en el mundo, el Jaish, S.C., de la Liga de Catar. Así, luego de terminar felizmente su relación contractual con el Club América, el seis de julio el “Chucho” viajó, acompañado de su esposa, hasta el otro lado del planeta para incorporarse a su nuevo equipo, donde fue objeto de minuciosos exámenes médicos y para buscar alojamiento de manera provisional. Retornaría en este mes de agosto a Ecuador, para visitar a su familia, festejar el cumpleaños de sus hijos gemelos y regresar de inmediato con ellos y su esposa a Catar.
Sin embargo, como todos sabemos esto último no se pudo cumplir, pues Benitez de 27 años de edad y tras 22 días de estancia en su nuevo país, sólo pudo probarse unos cuantos minutos el uniforme del Jaish, durante el encuentro de su equipo contra el Qatar S.C., al que derrotaron por 2-0, por la semifinal de la Copa del Jeque Jassem. El Chucho no anotó en dicho partido, es decir no se estrenó y al día siguiente sucedió el trágico acontecimiento que todo mundo conoce hasta el más mínimo detalle.
Finalmente, el diagnóstico postmortem de una segunda autopsia, avalada por médicos de la Federación Ecuatoriana de Futbol, reveló que el atlético y joven deportista había fallecido víctima de un edema agudo pulmonar, provocado por una enfermedad cardiaca congénita, misma que no pudo ser detectada tempranamente a pesar de los rigurosos exámenes médicos a los que fue sometido en todos los clubes donde militó. Su muerte terminó abruptamente con las ilusiones del jugador, de su esposa y de su familia, la que de un día para otro se desintegró. Para el Jaish representó un tremendo fracaso haber adquirido un elemento que no le permitió incrementar su poder financiero y para su país, la ausencia de unos de sus más valiosos jugadores con miras a la obtención de su pase para el próximo torneo mundial de futbol. Más de 100 mil ecuatorianos despidieron al “Chucho” como a un héroe en el Coliseo de Rumiñahui, en Quito, su capital. Su despedida fue apoteósica; quizás, de haber llegado a la vejez difícilmente hubiera recibido ese trato. La muerte súbita por cardiopatía ocurre en uno de cada 200 mil futbolistas.
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