Hasta luego, Dr. Tony Calleja
El pasado 29 de mayo, en el marco de la celebración del 40 aniversario de la fundación de la Universidad Regional del Sureste, tres distinguidos profesionistas, fundadores de la prestigiada institución docente del estado, fueron objeto de un justo reconocimiento, otorgándoseles el grado de Profesor Emérito. La magna ceremonia tuvo como sede el Auditorio de Usos Múltiples del Campus El Rosario, contándose entre los asistentes a los familiares y amistades de los homenajeados, directores y ex directores de varias de las escuelas y facultades de dicha casa de estudios, profesores, personal académico y administrativo y alumnos, los que en conjunto superaron el millar de personas reunidas en ese lugar.
Uno de los recipiendarios de tan alta distinción académica fue el Dr. Marco Antonio Calleja Sánchez, profesor de Hematología durante 40 años, materia que impartió a los alumnos del 5º. Año de la Facultad de Medicina y Cirugía de cada generación, la última de ellas, por cierto, estuvo presente en el Auditorio, manifestándole su afecto con un sonoro y duradero aplauso cuando el conductor de la ceremonia mencionó su nombre. El Dr. Calleja ocupó su lugar en una silla de ruedas. Me recordó esa imagen la situación final de dos personajes de la vida nacional, uno de ellos, el del Lic. Alonso Lujambio Irazábal, quien fuera secretario de Educación Pública Federal en la administración del Lic. Felipe Calderón Hinojosa, habiendo fallecido por las complicaciones de un cáncer de médula el 25 de septiembre del 2012, poco después de rendir protesta, en su silla de ruedas, como senador de la República a la LXXII Legislatura del Congreso de la Unión. El otro caso fue el del Dr. José Óscar Herrera Téllez, cuyo deceso se atribuyó a una Leucemia que lo llevó a presentarse en silla de ruedas a un acto de la Sociedad Mexicana de Salud Pública, de la que fue su Presidente a mediados de los 90´s, evento que tuvo lugar en el auditorio del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS. Herrera Téllez se había desempeñado como Secretario Técnico del Consejo Nacional de Vacunación y Director de los Servicios Médicos del entonces Distrito Federal.
El Dr. Calleja hizo uso de la palabra en el acto que se comenta, con un discurso conmovedor, que se ganó nuevamente el aplauso de los asistentes, los que se pusieron de pie, en un momento inolvidable para todos. Luego, fue trasladado hasta la Dirección de la mencionada Facultad en donde fue colocada su fotografía en la galería de los Profesores Eméritos.
Conocí tardíamente al Dr. Marco Antonio; había escuchado de él por su excelente desempeño en la práctica clínica, la que aplicó ininterrumpidamente en su consultorio de la calle de Belisario Domínguez en la Colonia Reforma, a la que asistieron, como pacientes familiares míos y de mi esposa. Pero el contacto más cercano se suscitó durante los años de mi desempeño como director de la Facultad de Medicina y Cirugía; fue cuando escuché sus excelentes intervenciones en los actos que se organizan al interior de dicho plantel. Los alumnos de 5º. Año, sus alumnos, le organizaron un homenaje en ese lapso, con motivo de los festejos por el Día del Médico; y ahí habló, con voz pausada, desglosando con suavidad y virtuosismo de orador nato el contenido de su discurso improvisado, logrando cautivar a los asistentes.
Por eso mismo, sus alumnos del 5º. Año grupo “F”, le solicitaron, en octubre del 2016, que les brindara una conferencia, como parte del programa que con tanto entusiasmo organizaron; y ahí estuvo él; no los defraudó, volviendo a brillar con su característica forma de expresarse. En la semblanza que leyó su hija el 29 de mayo supimos muchas de las acciones por las que el Dr. Calleja es reconocido, pero sobre todo su solidaridad y genuino interés por servir, sin esperar nada a cambio, como fue el caso de la organización de Alcohólicos Anónimos y de varios dispensarios médicos. Un mes después, el 29 de junio, en la misa de cuerpo presente que se ofició en el templo de Santo Domingo de Guzmán, cosechó lo que sembró, pues fue multitudinaria la presencia de quienes quisieron acompañarle en el tramo final de su existencia terrena. Descanse en Paz.
Uno de los recipiendarios de tan alta distinción académica fue el Dr. Marco Antonio Calleja Sánchez, profesor de Hematología durante 40 años, materia que impartió a los alumnos del 5º. Año de la Facultad de Medicina y Cirugía de cada generación, la última de ellas, por cierto, estuvo presente en el Auditorio, manifestándole su afecto con un sonoro y duradero aplauso cuando el conductor de la ceremonia mencionó su nombre. El Dr. Calleja ocupó su lugar en una silla de ruedas. Me recordó esa imagen la situación final de dos personajes de la vida nacional, uno de ellos, el del Lic. Alonso Lujambio Irazábal, quien fuera secretario de Educación Pública Federal en la administración del Lic. Felipe Calderón Hinojosa, habiendo fallecido por las complicaciones de un cáncer de médula el 25 de septiembre del 2012, poco después de rendir protesta, en su silla de ruedas, como senador de la República a la LXXII Legislatura del Congreso de la Unión. El otro caso fue el del Dr. José Óscar Herrera Téllez, cuyo deceso se atribuyó a una Leucemia que lo llevó a presentarse en silla de ruedas a un acto de la Sociedad Mexicana de Salud Pública, de la que fue su Presidente a mediados de los 90´s, evento que tuvo lugar en el auditorio del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS. Herrera Téllez se había desempeñado como Secretario Técnico del Consejo Nacional de Vacunación y Director de los Servicios Médicos del entonces Distrito Federal.
El Dr. Calleja hizo uso de la palabra en el acto que se comenta, con un discurso conmovedor, que se ganó nuevamente el aplauso de los asistentes, los que se pusieron de pie, en un momento inolvidable para todos. Luego, fue trasladado hasta la Dirección de la mencionada Facultad en donde fue colocada su fotografía en la galería de los Profesores Eméritos.
Conocí tardíamente al Dr. Marco Antonio; había escuchado de él por su excelente desempeño en la práctica clínica, la que aplicó ininterrumpidamente en su consultorio de la calle de Belisario Domínguez en la Colonia Reforma, a la que asistieron, como pacientes familiares míos y de mi esposa. Pero el contacto más cercano se suscitó durante los años de mi desempeño como director de la Facultad de Medicina y Cirugía; fue cuando escuché sus excelentes intervenciones en los actos que se organizan al interior de dicho plantel. Los alumnos de 5º. Año, sus alumnos, le organizaron un homenaje en ese lapso, con motivo de los festejos por el Día del Médico; y ahí habló, con voz pausada, desglosando con suavidad y virtuosismo de orador nato el contenido de su discurso improvisado, logrando cautivar a los asistentes.
Por eso mismo, sus alumnos del 5º. Año grupo “F”, le solicitaron, en octubre del 2016, que les brindara una conferencia, como parte del programa que con tanto entusiasmo organizaron; y ahí estuvo él; no los defraudó, volviendo a brillar con su característica forma de expresarse. En la semblanza que leyó su hija el 29 de mayo supimos muchas de las acciones por las que el Dr. Calleja es reconocido, pero sobre todo su solidaridad y genuino interés por servir, sin esperar nada a cambio, como fue el caso de la organización de Alcohólicos Anónimos y de varios dispensarios médicos. Un mes después, el 29 de junio, en la misa de cuerpo presente que se ofició en el templo de Santo Domingo de Guzmán, cosechó lo que sembró, pues fue multitudinaria la presencia de quienes quisieron acompañarle en el tramo final de su existencia terrena. Descanse en Paz.
No hay comentarios.: