Los humanos, principales depredadores del planeta.

El 2018 se caracterizó por ser el año de mayor consumo de alimentos de origen animal en toda la historia. Aves de corral o granja, ganado vacuno y porcino y múltiples especies marinas, formaron parte de la dieta de una hambrienta población humana que ya supera los 7,500 millones de individuos. Las estadísticas mundiales relacionadas con el consumo de carnes no incluyen a una diversidad extraordinaria de especies tales como patos, palomas, avestruces, conejos y ganado caprino, fundamentalmente. Los humanos no le hacen el feo al consumo de casi cualquier animal que se les atraviese, más cuando se enfrenta una hambruna, pues cuando esta terrible calamidad sucede nuestra especie termina con caballos, mulas, asnos, perros, gatos e inclusive ratas. Es frecuente que en las comunidades rurales de nuestro país los habitantes consuman carne de venado, tepezcuintle, armadillo, ardillas, cerdo jabalí, entre otros.

Curiosamente nuestra especie actúa con una doble moral, pues por un lado protege a determinadas especies para evitar su extinción y existen sociedades civiles que luchan contra la violencia dirigida a los animales, cualesquiera que sean, pero principalmente a las llamadas especies domésticas pequeñas, los que, por otra parte en su gran mayoría permanecen vivos hasta que se cumple su ciclo biológico natural. Puede decirse que esas especies son privilegiadas pues no mueren a manos del hombre porque no forman parte de su dieta, de manera general. En cambio las de consumo ordinario, es claro que su vida será cegada en muy poco tiempo, bajo el método de matanza más sofisticado o, en su caso, el más arcaico. En este artículo me voy a referir en primer lugar al consumo mundial de las especies marinas.

La captura de criaturas marinas en estado natural y posteriormente la cría de un número de especies cultivadas, conocida como acuicultura, ha resultado ser una de las respuestas más relevantes para enfrentar el enorme desafío mundial de cómo alimentar a una creciente población, cuya cifra para el año 2050 se ha estimado en más de 9,000 millones de seres humanos. En septiembre del 2015 los Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la que se fijaron, entre otros compromisos, objetivos relativos a la contribución y la práctica de la pesca y la acuicultura en favor de la seguridad alimentaria y la nutrición. En el 2014 se alcanzó un hito pues la acuicultura representó el 44.1% de la captura total mundial. De hecho, el cultivo de especies marinas ha desencadenado el impresionante crecimiento del suministro de pescado para el consumo humano, convirtiéndose el poderoso país de China en el principal productor acuícola mundial, con el 60% del total. Es interesante saber que el crecimiento de la producción pesquera para consumo humano ha superado en casi dos veces al crecimiento de la población humana en las últimas cinco décadas, lo que permite un incremento de la disponibilidad media per cápita de productos del mar, principalmente de pescado. En números absolutos el aumento per cápita ha sido de 9.9 kg en la década de 1960 hasta superar los 20 kg en el 2015.

En el 2014 la producción marina mundial fue de 167.2 millones de toneladas; de ellas, 93.4 fueron producto de la pesca natural (81,5 en aguas marinas y 11.9 en aguas continentales); mientras la acuicultura proporcionó 73.8 millones de toneladas (49.8 de peces de escama, 16.1 de moluscos y 7.9 de crustáceos).

“Los productos del mar proporcionan, a más de 3.100 millones de personas, casi el 20 % de la ingestión promedio de proteínas de origen animal per cápita. Son una fuente rica en proteínas de alta calidad y fácil digestión, pues contiene todos los aminoácidos indispensables; proporcionan grasas esenciales (por ejemplo, ácidos grasos omega 3 de cadena larga), vitaminas (D, A y B) y minerales (como calcio, yodo, zinc, hierro y selenio), especialmente si se consume entero. El pescado suele ser rico en grasas insaturadas y aporta beneficios para la salud en la protección frente a cardiopatías coronarias”. (El estado mundial de la pesca y la acuicultura.2016.FAO).

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