La dieta anglosajona que contribuye a la obesidad

 No es una novedad que los mexicanos consumamos alimentos que forman parte de la ingesta de la población norteamericana. Desde el siglo pasado nos fuimos acostumbrando a incluir en nuestra dieta los Hot Caques, Hotdogs, Korn Flakes e iniciamos el consumo de las hamburguesas; ahora hemos añadido un alimento que aunque no es exclusivo de los vecinos del norte, sin embargo ellos lo introdujeron con explosivo éxito en su menú y nos llegó su promoción e ingesta cada vez con más frecuencia, me refiero a la italiana Pizza. Cuando aparecieron en los giros de restaurantes y cafeterías norteamericanas todos esos productos alimenticios se consumían en raciones cuya cantidad de calorías no implicaba, por si misma, un incremento inusual en el peso de los consumidores, salvo que estos fueran sumamente glotones desde su niñez. Conforme pasó el tiempo la industria gastronómica fue incrementando paulatinamente el tamaño de la ración sobre todo de los Hot Cakes, Hot Dogs y Hamburguesas, impulsando su venta con toda clase de promocionales en todos los medios de comunicación masiva y ni se diga en los propios establecimientos de consumo con carteles sumamente atractivos, dándose vuelo los diseñadores comerciales para presentar esos productos, de tal manera que motivaran su adquisición, sobre todo por las nuevas generaciones de jóvenes.

El aumento de las porciones representó el obvio incremento en la cantidad de calorías ingeridas. Fue tal el impulso a ese tipo de productos que no faltó quien creara los famosos concursos de comelones de Hot Dogs, cosa que además de resultarles “divertida” contribuyó aún más a su comercialización. El asunto es que los habitantes de la nación más poderosa del mundo se fueron convirtiendo en la población más obesa del planeta. Agréguele Usted que otro tipo de empresas también creció al lado de las anteriores, las productoras de refrescos de cola principalmente y también las de las cervezas y vinos, uniéndoseles las fábricas de papas fritas en diferentes presentaciones y todo tipo de comida chatarra como las conocidas popularmente como “palomitas”. Todo lo cual convirtió a la comida “gringa” en un peligroso coctel para el organismo humano.

En nuestro país seguimos esa costumbre alimenticia y cada vez más aparecen como hongos pequeños negocios donde se producen y distribuyen todos los mencionados productos. Si a este boom de giros de la industria restaurantera que además de los múltiples comerciales televisivos, hasta con volantes muy vistosos y cada vez más creativos que nos llegan a los buzones y puertas de nuestros hogares, incluso en los parabrisas de los automóviles, le sumamos nuestra muy apreciada comida mexicana, la que se integra con alimentos cuyo nombres incluyen la letra “T” más la riquísima variedad del pan, herencia española desde el inicio del virreinato y la repostería francesa y de otros países europeos, no se requiere más para que México compita con los Estados Unidos en cuanto a porcentaje de población con sobrepeso y obesidad, desde los grupos de edad que conforman la niñez. Si, efectivamente ocupamos el segundo lugar a nivel mundial.

Por lo anteriormente señalado no podemos sino esperar una creciente población con enfermedades crónico degenerativas, en donde sobresalen la propia obesidad y la diabetes mellitus, hipertensión arterial, cáncer y sus diversas complicaciones, que conducen al síndrome metabólico, las que irremediablemente propician el sufrimiento de quienes las sufren y al desgaste emocional de sus familiares, además de los gastos en la atención médica, que se convierten en gastos en catastróficos y por lo mismo empobrecedores en los grupos de población más vulnerables.

No es un asunto menor el que he abordado en esta ocasión, pues es indispensable que la población haga conciencia para ingerir una dieta saludable, y el imprescindible ejercicio físico, además de difundir las bondades de estas últimas; que se entienda que son una medida de prevención y un exhorto a tiempo para poder llegar a una vejez con calidad de vida. No se trata de evitar o cancelar el consumo de tales alimentos, sino ingerirlos con moderación y control médico.

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