Sarampión y Tosferina en México signos de decadencia
¿De que otra manera interpretar semejante catástrofe epidemiológica en nuestro país? Habíamos arribado en los inicios de este nuevo siglo y de su primera centuria a la cima de las coberturas del programa nacional de vacunación infantil con cifras que superaron el 90% y que permitieron, ya lo he expresado en varias ocasiones, que nuestro país estuviera entre las naciones con mayores logros y el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud. Tal vez eso motivó que un excelente epidemiólogo mexicano, oaxaqueño por cierto, el Dr. Cuauhtémoc Ruiz Matus, fuera designado por la Organización Panamericana de la Salud con sede en Washington, como Coordinador del programa correspondiente, cargo que desempeñó de manera brillante y con pasión durante varios lustros; fue el período de oro de la vacunación que se caracterizó por la eliminación de la poliomielitis y el decremento ostensible de la morbilidad y mortalidad de padecimientos antaño graves como el sarampión, la tosferina, la difteria, el tétanos neonatal, la tuberculosis, y otras como la parotiditis y la varicela, hasta su control, con miras a su eliminación.
Hoy es causa de vergüenza que estén presentándose casos y fallecimientos por sarampiñon y tosferina en México. Ya se veía venir cuando se registraron casos de sarampión en la Ciudad de México en la administración de gobierno anterior y por el gran descuido de la Secretaría de Salud federal en la aplicación de los programas de prevención y también en los asistenciales, derivándose los esfuerzos a la contención de la pandemia de Covid 19 en la que fallecieron cientos de niles de ciudadanos, con un tremendo excedente de muertes, de acuerdo a los datos oficiales.Esa gravísima irresponsabilidad tiene nombres y apellidos, debe ser objeto de sanción administrativa y penal; todos tenemos la certeza de quien es el principal culpable, que quiso jugar a la política en vez de aplicar sus conocimientos y supuesta experiencia de acuerdo con su perfil profesional médico para el delicado cargo al que fue nombrado. Es claro que no tuvo la capacidad de convencer al presidente de la República acerca de la gravedad de la emergencia sanitaria y de que interviniera el Consejo de Salubridad, de organizar una reunión urgente con todos los gobernadores del país y de sus secretarios de salud y epidemiólogos estatales, antes al contrario, influyó poderosamente para que el titular del poder ejecutivo asumiera con desfachatez actitudes impropias de un servidor público de su elevada investidura, perdiéndose la oportunidad de ejercer el liderazgo que el paós requería en ese crítico momento. En ese sentido el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum tiene una deuda pendiente que no debe omitir; hacerlo equivale, nada menos a una suerte de complicidad.
Hay que reconocer la decisión del Dr. David Kersenovich Stalnikovich, actual titular de la Secretaría de Salud federal, de que se aplicara una jornada nacional de vacunación en fecha reciente. Es esta una grata noticia para todo el país, pero se necesita de un esfuerzo mayúsculo en todas las entidades federativas de los trabajadors de la salud y de la participación ciudadana, como antes; y esto último requiere de volver a involucrar a la ciudadanía porque seguramente ya disminuyó el entusiasmo e interés genuino que había demostrado cuando los Días Nacionales de Vacunación demostraron las bondades de sus resultados. En fin recibamos con esperanza esta buena noticia. Nuestro país tiene que invertir más en salud y educación que en cualquier otro sector; ambos son las columnas que sostienen el crecimiento y desarrollo de las naciones; antes que gastar en ocurrencias hay que destinar un porcentaje creciente al PIB como lo hacen los países más poderosos del mundo.
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