¿Adiós al Sistema Universal Nacional de Salud en México?
En el año 2018 intervine como coautor del libro “Principios de Derecho Médico”, a invitación del Dr. Fidel Herminio López López, quien formó parte de la Comisión Estatal de Arbitraje Médico de Oaxaca; colaboré con tres temas para fortalecer las pretensiones del contenido general de dicho libro; de manera especial abordé el tema “Sistema Nacional de Salud de México”, del cual destaco que en ese entonces se consideraba que estaba conformado por las dependencias oficiales del llamado sector salud: Secretaría de Salud, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, Instituto Mexicano del Seguro Social y el Sistema Nacional Para el Desarrollo Integral de la Familia; así mismo se involucraba al sector privado de la medicina y al sector social con la Benemérita Cruz Roja Mexicana como su principal componente. He de destacar que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), había presentado su último informe anual en materia de salud y nuestro país recibió en las conclusiones del mismo críticas certeras hacia la integración y funcionamiento de un Sistema Nacional en Salud fragmentado que adolecía de deficiencias en su organización, operación y en cuanto al alcance de su presupuesto respecto al PIB Nacional; sin embargo, la creación desde el 2003 del Sistema de Protección Social en Salud y su brazo ejecutor el Seguro Popular, implementado por la Secretaría de Salud cuyo titular era el Dr. Julio Frenk Mora, se había convertido en una fortaleza para la salud de los mexicanos sin seguridad social, habiendo adquirido una excelente experiencia a lo largo de sus tres lustros de vida, lo que permitía suponer que se iba por el camino correcto; lamentablemente esto último se canceló abruptamente con la nueva administración del gobierno federal, quien impuso un nuevo programa denominado INSABI, el cual entró en vigor a principios del 2020 pero fracasó estrepitosamente y fue sustituido por el Programa IMSS Bienestar. Bueno, en el libro “Principios de Derecho Médico”, solamente alcancé a describir al programa del Seguro Popular que para el 2018 beneficiaba alrededor de 53 millones de mexicanos.
En los siguientes años, dados los resultados observados, escribí para mi columna “Salud Pública” en el periódico Noticias del estado de Oaxaca varios artículos en los que traté el tema de las diferentes situaciones observadas en cuanto a la atención a la salud de la población más vulnerable de la entidad. En ese tiempo oficialmente se expresó que para el 2024 México tendría un Sistema Nacional de Salud igual o superior al de Dinamarca; es más se llegó a afirmar públicamente que dicho Sistema ya era el mejor del mundo, expresión que quedó impresa o grabada en los medios de comunicación de nuestro país, ratificándose al Programa IMSS Bienestar como el responsable de semejante afirmación.
Con la asunción al poder de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo como la primera presidenta de México a partir del 1ro de octubre de 2024, el Maestro Zoé Robledo Aburto fue ratificado como director general del Instituto Mexicano del Seguro Social y como responsable del Programa IMSS Bienestar. La realidad es que no se cumplió la promesa del anterior presidente y actualmente el llamado Sistema Nacional de Salud está más fragmentado que nunca pues el Programa del IMSS Bienestar solo se desarrolla de manera irregular en los 23 estados de la República Mexicana cuyos gobernadores pertenecen al partido Morena y los 9 estados restantes, gobernados por partidos de la oposición tienen su propia manera de conducir sus Servicios Estatales de Salud, lo cual nos da a conocer que el presupuesto en salud se reparte de manera distinta. Tengo dudas en cuanto al funcionamiento de los programas y sistemas que son responsabilidad de la Secretaría de Salud Federal para homologar la información oficial, concentrarla, analizarla y emitir conclusiones, sugerencias y recomendaciones que engloben a lo que supuestamente opera como un Sistema Nacional de Salud, el cual me parece que es una especie de “Frankenstein”.
Con la reciente distribución del presupuesto de egresos de la federación en la que en materia de salud no existe el incremento deseable para aspirar a un Sistema Universal de Salud que funcione como tal para el año 2030, pues un país con un crecimiento económico como el que se presume a lo largo del sexenio, es prácticamente imposible que ocurra ese milagro.
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