Osos grises en la ciudad de Oaxaca.
El muy estimado doctor
Armando Rodríguez Esperanza, Ex Presidente de la Sociedad Oaxaqueña de Salud
Pública, quien me honra con su amistad,
me envío a mi correo, el texto que por su trascendencia y la emotividad de sus
palabras, he querido reproducir a
continuación.
“Oaxaca se vistió de gris,
con olor a osos, a osos grises, pero del Pentathlón, osos con olor a Patria.
Majestuosa en verdad lució la
Plaza de la Danza de la ciudad de Oaxaca, con la presencia de 4 mil
participantes en la LII Convención Nacional del Pentathlón Deportivo
Militarizado Universitario, realizada del 5 al 8 de agosto. Integrantes de esta
encomiable institución, que es bandera e himno para las futuras generaciones en
la marcha hacia la conquista de un México de fraternidad en la paz y en la
justicia, engalanaron con su alegría desbordante y sus uniformes grises las
calles de la ciudad de Oaxaca. Grandes contingentes, algunos con el acento
norteño, otros del centro y sur del país, se dieron cita al acudir al llamado
del corazón; todos marchando con porte, con gallardía, sin perder el paso,
porque para eso fueron formados, para trazar los pasos y crear un México de
prosperidad, porque todos ellos saben que amar al Pentathlón es amar a México.
La historia nos muestra que a
nuestro pueblo nada le ha sido fácil, que sus logros son el resultado de
esfuerzos, muchas veces heroicos. En esta lucha inevitable es necesario que a
la juventud les anime el valor, para poder cumplir con sus deberes y ganarse
sus derechos, en la medida de su participación y de sus méritos, realizando
acciones en beneficio de la sociedad.
La formación del carácter, el
fortalecimiento físico y mental que adquieren los niños, niñas y jóvenes, así
como mantener la fe en un futuro más próspero para México, educar a la juventud
para desarrollar el potencial de sus energías, descubrir su riqueza espiritual
y fomentar los valores patrióticos, es el papel que desempeña el Pentathlón con
sus osos grises.
Para estos jóvenes íntegros,
auténticos, productivos y triunfadores, sin importar las diferencias raciales,
posición social o ideológica, el Pentálogo es el faro inextinguible que guía
sus pasos: “Tendré amor acrisolado a mi
patria, respetándola y engrandeciéndola en todos los actos de mi vida”; y
saben que la finalidad fundamental de la institución es la grandeza de la
Patria.
¡Bravo por Oaxaca!, ¡Loa a
los organizadores!, pues por primera vez en los últimos 31 años presenciamos un
desfile y un acto cívico sin el tinte político o la simulación patriótica,
porque a los pentathletas se les forma con valores, por convicción. Estuvieron
aquí representantes de 30 estados del país, quienes compitieron en 52 pruebas
en diversas categorías y en diferentes escenarios citadinos. Órdenes, gritos,
nervios, música, playeras con la leyenda: “Mi
vida, mi locura, mi pasión: Pentathlón”.
Bandas de guerra, y bebés
portando el uniforme gris, sin dimensionar aún por su corta edad, la relevancia
de la reunión; personas desmayadas por el candente sol, astro rey que puso a
prueba el carácter de los penta´s; un niño de escasos cinco años, acaparó la
atención de la gente al marchar, como integrante de una banda de guerra con
paso gallardo con un clarín y una trompeta, soñándose quizá comandante; una
jovencita que sorprende al recibir atención médica por un esguince en un
tobillo, a la vez que hace esfuerzos sobrehumanos para incorporarse y entonar
de pie el Himno Nacional Mexicano. Así son los cadetes del Pentathlón,
comprometidos y apasionados, forjados para no doblegarse y mantenerse erguidos
a pesar de las adversidades, pues de acuerdo a uno de los puntos del ideario: “El carácter no se forja eludiendo los
obstáculos, sino venciéndolos”.
Y qué decir de la majestuosa
banda de guerra de Nuevo León, con sus 120 elementos, que al interpretar las
marchas militares hicieron vibrar de emoción al auditorio. Y en la clausura, al grito de “Patria, honor y fuerza”, y la porra oficial, “El Aijín”, se desbordaron las emociones, las lágrimas se
derramaron, los corazones henchidos de emoción y en nuestros pensamientos un
solo anhelo, un solo sueño, una esperanza: Un
México mejor”.
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