Las parteras continúan cuidando vidas. (Versión bis).


En el año de 1956 la Dirección General de Higiene y Asistencia Materno-Infantil de la entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia, publicó su Programa para adiestramiento y control de parteras empíricas, documento de doce páginas, que volvía a abordar un tema que ya había sido tratado en 1937 por el Departamento de Asistencia Social.

Era Director General de la primera el Dr. Gabriel Araujo Valdivia, quien llamó folleto al instrumento que se distribuyó para su aplicación en toda la República. En él se expresaba que… “Uno de los problemas que en México se confrontan dentro de los programas de Higiene y Asistencia Materno-Infantil, consiste en que la gran mayoría de los partos son atendidos por personas, que no poseen ni la capacidad ni la preparación necesarias para cumplir dicha función en forma satisfactoria, razón de la elevada mortalidad materna e infantil”.

En el documento se identifica un formato de encuesta a parteras empíricas, el capitulado del programa de “cursillos” dirigidos a las mismas, donde se trata la atención del parto normal y las complicaciones del embarazo y del propio parto, señalándose los síntomas y signos de mayor relevancia. Incluía, además, un cursillo complementario sobre salud, con temas como “Breve panorama de las principales enfermedades de la región”, “Generalidades sobre saneamiento del medio” y “Control de enfermedades transmisibles”.

Veinte años después, la Dirección General de Atención Médica Materno Infantil, compiló en un libro una serie de trabajos científicos sobre el tema. El primero de ellos hizo referencia a “El papel de la empírica como promotora de salud materno infantil”. En él menciona a la Tlamaquiticitl, como la mujer que se encargaba del cuidado de los recién casados hasta que la esposa daba a luz, figura que, a decir de los autores, encarna en la que conocemos como partera empírica.

Eran los años 70´s, y la infraestructura de salud del país sólo alcanzaba a brindar atención médica al 25% de los partos; sólo existían alrededor de 40 mil médicos y únicamente el 53% de los municipios del país contaba con algún servicio médico y había 116 localidades superiores a los 10 mil habitantes que no disponía de él.

Se concluyó que la partera empírica adiestrada como promotora de salud, debería ocupar el primer escalón en la atención de la salud. En Oaxaca se aplicó el “Proyecto Etla de Atención Materno Infantil”, con el apoyo económico del Population Council, expresándose en su evaluación que: … “Es evidente que las condiciones que obligan a la población rural a solicitar la atención para su salud, de las parteras empíricas, persistirán por algún tiempo, y por lo tanto, la importancia de este personaje auxiliar de salud perdurará. Cualquier acción dirigida a mejorar la calidad de la atención impartida por la empíricas tendrá un impacto positivo en la salud de los habitantes del área rural”.

A fines de los 70´s Oaxaca fue sede de los cursos de capacitación para parteras empíricas de los Estados del Sureste, las que en grupos de 60 llegaban a las instalaciones del Centro CONASUPO de Capacitación Campesina (CECONCA), en los silos de Cinco Señores, donde permanecían los dos meses que duraba el curso. Posteriormente se les proporcionó lo básico para la atención del parto, muchas de ellas llegaron a responsabilizarse de una casa de salud, fueron objeto de supervisión y asesoría y elaboraron el informe de sus actividades. Actualmente los Servicios de Salud tienen un registro de aproximadamente mil parteras capacitadas y bajo control.

De ahí la trascendencia de continuar con la capacitación y actualización de las parteras y de fortalecer su interrelación con los servicios de salud institucionales. Apenas el viernes pasado, la asociación civil “Nueve Lunas” hizo la presentación pública de su Manual de emergencias “Parteras cuidando vida”. Desde esta columna reitero mi felicitación a las coordinadoras del proyecto, María Cristina Galante Di Pace y Araceli Gil Archundia y a todo el equipo de trabajo que intervino en su realización. ¡En hora buena!

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