Médicos de escritorio.
En mi artículo anterior
“Médico vs paciente”, lo que ya no mencioné y que es motivo de esta entrega,
fue el comentario que expresó uno de los médicos asistentes y que tácitamente
se refirió a que durante la época navideña los “médicos de escritorio” disfrutan
de las fiestas y el jolgorio, mientras que los médicos cómo él se la pasan en
el quirófano operando pacientes, dando a entender que aquellos llevan un vida
de confort y sin estrés.
Entiendo que al hablar de
médicos de escritorio quiso decir “médicos administrativos”, que no servidores
públicos, porque un médico clínico también lo es; y tampoco funcionarios, pues
hace tiempo que no se utiliza dicho
término. Porque considero de elemental
justicia para todos aquellos que, siendo profesionales de la medicina, no
tienen contacto directo, cara a cara con los pacientes, pero sus funciones y
responsabilidades son tan importantes y muy frecuentemente estresantes, emito a
continuación algunas aclaraciones que seguramente permitirán colocar en su
justo medio, el desafortunado comentario del colega, cuyo contenido resulta
peyorativo, discriminatorio y obsoleto,
aún cuando no tenga la intención estricta de ofender.
En primer lugar, no todos los
médicos clínicos son especialistas, la mayoría de los titulados son médicos
generales. Todos ellos se dedican a dar consulta detrás de un escritorio y
algunos practican, además, actos quirúrgicos de su especialidad. Un elevado
porcentaje mantiene un contacto directo con el paciente en los servicios
ambulatorios de las unidades de los tres niveles de atención y, en su caso, en
las áreas de urgencias, unidad de cuidados intensivos y hospitalización del
segundo y tercer nivel. Pero existe otro porcentaje, menor, si se quiere, de
quienes no se dedican a la atención directa del paciente, como es el caso de
los histo o anatomopatólogos, patólogos clínicos, radiólogos e incluso los
anestesiólogos; los tres primeros contribuyen a confirmar o desechar el
diagnóstico clínico y los últimos participan antes y durante el acto
quirúrgico, como parte del equipo de cirugía.
Históricamente, de manera
paralela a la especialización clínica fueron surgiendo otras ramas o campos de
la medicina, particularmente la salud pública y la administración médica y la
de hospitales, que implican un sentido social y colectivo; obviamente, para
poder realizar estudios de posgrado como diplomados, maestrías, especialidades
y doctorados en dichos campos, es requisito indispensable haber concluido la
carrera de médico general.
Con el tiempo, la selección
de los aspirantes a cualquiera de los cursos presenciales o escolarizados y a
distancia, fue siendo cada vez más estricta, mediante entrevista, exposición de
motivos por escrito, examen de conocimientos y examen psicométrico, como
sucedió en México, primeramente con la antigua Escuela de Salud Pública de la
entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia y después con el Instituto
Nacional de Salud Pública. Para la especialidad de Epidemiología se requiere,
además, haber aprobado el examen nacional de residencias médicas.
El Dr. Avedis Donabedian,
nacido en Beirut, Líbano, (1919-2000) Profesor emérito de Salud Pública por la
Universidad de Michigan, tuvo una gran influencia en todo el mundo en lo que se
refiere a la sistematización de conocimientos dentro de las ciencias de la
salud, especialmente centrada en la mejora de la calidad asistencial; sus
aportes se encuentran en infinidad de publicaciones y es uno de los ejemplos
más notables de lo que un “médico de escritorio” puede hacer por la
colectividad y no por cada individuo.
En nuestro país son incontables
las figuras médicas que han dejado una profunda huella en el campo de la Salud
Pública y de la Administración Médica; uno de ellos, el Dr. Manuel Barquín
Calderón ((1922-2008), por cierto mi profesor de Salud Pública e Historia y
Filosofía de la Medicina en la UNAM, realizó sus maestrías en ambas
especialidades en la Universidad de Pittsburgh y luego se convirtió en una de
las inteligencias más aprovechadas a nivel institucional en México; entre los
puestos que desempeñó de mayor relevancia se encuentran los de Director del
Centro Médico La Raza, del IMSS, asesor de la planeación del Centro Médico
Nacional de dicho Instituto y del Centro Hospitalario “20 de noviembre” del
ISSSTE, además de haber sido consultor de la Organización Panamericana de la
Salud.
Dos ejemplos más recientes lo constituyen el Dr.
Julio Frenk Mora y el Dr. José Ramón Narro Robles. El primero, ha sido el único
Secretario de Salud de México con estudios en Salud Pública. Egresado de la
UNAM, realizó dos maestrías y un doctorado en la Universidad de Michigan. Fue
fundador y primer director general del Instituto Nacional de Salud Pública,
vicepresidente ejecutivo de la Fundación Mexicana para la Salud, director
ejecutivo encargado de Pruebas Científicas e Información de la Organización Mundial
de la Salud con sede en Ginebra, Suiza, y candidato a ocupar la dirección
general de esta última, también ocupó la dirección general del Instituto CARSO
de la Salud y desde enero del 2009 es decano de la Escuela de Salud Pública de
la Universidad de Harvard.
En cuanto al Dr. Narro
Robles, nacido en 1948 en la ciudad de Saltillo, Coah., egresado de la UNAM,
realizó estudios de posgrado en Medicina Comunitaria en la Universidad de
Birmingham, Inglaterra. Además de múltiples cargos en la propia UNAM, por los
que ahora es su Rector, se desempeñó como Director General de los Servicios
Médicos del Distrito Federal, Subsecretario de los Servicios de Salud y
Subsecretario de la Coordinación Sectorial en la Secretaría de Salud federal y
ha sido asesor de la OMS y de otras instituciones de salud.
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