Nuestro pequeño planeta: contrastes y paradojas.
A principios del año 2009 los
internautas tuvimos acceso a un bellísimo material diseñado por quien
únicamente aparece al final del mismo con el nombre de Zartha. Se trató de
alguna información sobre el Hubble, extraordinario telescopio espacial que
circula alrededor de nuestro planeta a 593 kilómetros sobre el nivel del mar,
cuyo periodo orbital oscila entre los 96 y los 97 minutos, a una velocidad de 28
mil kilómetros por hora.
Dicho telescopio debe su
nombre en honor de Edwin Powell Hubble, (1889- 1953), uno de los astrónomos y
científicos norteamericanos que más aportó en el pasado reciente para ampliar
nuestra visión del universo. Puesto en órbita por la NASA y la ESA el 24 de
abril de 1990, con él se inauguró el programa de grandes observatorios,
teniendo las siguientes dimensiones y características: 11 toneladas de peso,
forma cilíndrica, longitud de 13.2 metros y un diámetro máximo de 4.2 metros; puede
obtener imágenes con una resolución óptica mayor de 0.1 segundo de arco.
Cuando Hubble inició sus
investigaciones, la mayoría de los astrónomos afirmaban que el universo lo
constituía únicamente nuestra galaxia. El demostró que esa apreciación era una
falsedad e inició el camino para que los seres humanos sepamos ahora, que entre
los varios centenares de millones de galaxias que pueblan el espacio explorable
con los instrumentos más sofisticados de la actualidad, las más lejanas se
localizan a unos 13 mil 500 millones de años luz.
Pues bien, el material de
Zartha nos muestra unas imágenes impresionantes logradas por el Hubble, como
las nebulosas “La hormiga”, “El esquimal”, “El ojo de gato”, “Hourglass”, “El
cono”, “El cisne”, “La noche estrellada”, “Trifída”, “El águila”, “El anillo”,
“RCW79”, “La roseta”, “Orión”, “NGC 3314”; así como las galaxias “El sombrero”,
“NGC 2207” y la “IC2163”, y el famoso “Cometa Halley”, el Sol y los planetas de
nuestra propia galaxia y la mismísima Sonda Voyager, actualmente a más de 100
años luz. Ni qué decir de las fotografías de la Tierra, nuestro planeta azul,
con y sin nubes, con luna creciente, luna llena y luna nueva.
Lo interesante y motivo de
este artículo, es la comparación que se hace del tamaño de la Tierra con los
astros de nuestro sistema planetario, siendo mayor que Venus, Marte, Mercurio y
Plutón, pero mucho menor que Neptuno, Urano, Saturno y Júpiter, aunque este
último aparece como 100 veces más pequeño que el Sol. Y cuando éste se compara
con otros astros del universo, su tamaño se reduce de manera increíble, por ejemplo,
con relación a Sirio, Pollux y Arturo; sin embargo, este es infinitamente menor
al lado de los astros Rigel, Aldebarán, Betelgeuse y Antares, siendo esta
estrella la 15ª. más brillante en el cielo, un “monstruo del universo” a más de
mil años luz.
Y la parte más impactante del
mencionado material y que motiva a la reflexión, es cuando expresa que la Tierra, con sus 540
millones de kilómetros cuadrados de superficie, 6,400 millones de toneladas de
roca, más de mil trillones de toneladas de agua, donde vivimos cerca de 7 mil
millones de seres humanos, es tan sólo un puntito azul (y se muestra una foto
tomada en el año 2004 desde el Cassini-Juygenss, una nave espacial autómatica,
al llegar a los anillos de Saturno), donde convivimos con nuestras guerras,
nuestros problemas, nuestras grandezas y toda nuestra miseria, nuestra
tecnología, nuestro arte y nuestros logros... todas las civilizaciones, toda la
fauna y toda la flora… todas las razas y las religiones, los gobiernos, países
y estados… todo nuestro amor y nuestro odio… casi 7 mil millones de almas en
convulsión constante.
Y termina el mensaje diciendo
que podríamos tomar dicha fotografía como una lección de humildad, para
reconocer nuestra pequeñez en el universo, de lo tremendamente frágil que
parece nuestro planeta y de lo irrelevantes que finalmente son los problemas y
diferencias que nos aquejan; que debemos cuidarlo, pues es el único hogar que
tenemos y compartimos. Y yo agregaría que en ese pequeño mundo se observan los
más grandes contrastes y las más inverosímiles paradojas. Veamos varios
ejemplos.
Empiezo por uno muy cercano,
el extraordinario rescate de los 33 mineros chilenos, pero en México 65
quedaron sepultados en vida en Pasta de Conchos. Las noticias nos dan a conocer
que hay más de 13 mil personas esperando un trasplante de órgano en nuestro
país, pero cada día se registran suicidios en toda la República, principalmente
entre la población joven, en edad productiva y reproductiva. Las sociedades
protectoras de animales se afanan por evitar el maltrato hacia estos, pero las
plazas de toros se colman de aficionados a la fiesta brava, aunque más de un
astado casi mate a su verdugo; y por tradición centenaria, miles de azorados chivos
son degollados para darle el gusto al paladar de quienes acostumbran el “Mole
de caderas” en la mixteca poblana y oaxaqueña.
Así también, mientras miles
de niños provenientes de los conglomerados humanos más depauperados se ganan la
vida en la vía pública y en otros sitios no propios para ellos, hay millones de
jóvenes que ahora se les conoce como la generación “nini” (ni estudia ni
trabaja). Otras, las costureras, las trabajadoras domésticas, empleadas de
mostrador, vendedoras ambulantes, etc., muchas de ellas madres solteras, sudan
la gota gorda para alcanzar por lo menos el salario mínimo, pero las
sexoservidoras llenan la bolsa de billetes, de quienes las controlan, y sólo
una pequeña elite de ellas vive como en un cuento de fantasía.
Así podríamos seguir este
recuento de contrastes y paradojas, como la desnutrición vs sobrepeso y
obesidad; las madres multíparas y las infértiles; las mujeres que desean tener
un hijo y las que teniéndolo lo arrojan al drenaje; los inocentes en prisión y
los delincuentes en total libertad; la extrema pobreza y la opulencia; los
discapacitados y los que no lo son, etc. Da que pensar ¿no?
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