La formación de médicos y desnutrición en México.
Dos temas de singular
relevancia destacaron durante la LXIV Reunión Anual de la Sociedad Mexicana de
Salud Pública, celebrada la semana pasada en la ciudad de México. El primero de
ellos fue abordado por el Dr. Enrique
Luís Graue Wiechers, director de la
Facultad de Medicina de la UNAM, al referirse a la formación de recursos
humanos para la salud en México, el cual se dirigió fundamentalmente a los
profesionales de la medicina.
Entre otros datos, señaló que
la matrícula de la carrera de medicina en el país para el año 2000 fue de
69,464 estudiantes; de ellos, 57,404 estaban inscritos en las escuelas y
facultades de universidades públicas y 12,060 en universidades privadas. Se
estima, dijo, que se gradúan en promedio 12 mil médicos generales cada año y
que sólo el 50% accede al sistema nacional hospitalario para realizar la
residencia de alguna especialidad, luego de haber aprobado el examen nacional
correspondiente. El resto, tiene que esperar hasta el año siguiente para
intentarlo de nuevo. El problema es que a los recién egresados que se enfrentan
por primera vez a dicho examen se suman los que van quedando rezagados de los
años previos y únicamente hay disponibles 6 mil plazas. Esto deriva en una
tremenda competencia por estas últimas y una lógica frustración de quienes no
logran el ansiado objetivo.
Al respecto, en una encuesta
aplicada a 853 estudiantes egresados de la Facultad de Medicina de la propia
UNAM, el 86% expresaron su interés por realizar una residencia de especialidad.
Con esto se demuestra que terminar la carrera como médico general no es el
objetivo primordial de quienes optan por esta profesión, digamos que es un
primer escalón en la ruta hacia alguna de las múltiples subespecialidades que
hay en la actualidad. Pongo como ejemplo el camino seguido por el hijo de un
estimado amigo médico, quien luego de cinco años en el medio hospitalario
concluyó la especialidad de neurocirugía y posteriormente se graduó como
neurocirujano de la base de cráneo tras otros dos años de estudios teórico prácticos; aún así,
todavía dedicó un año más para complementar su formación. Esto quiere decir que
necesitó 15 años para alcanzar el nivel del que goza en la actualidad. Sin
embargo, el porcentaje de médicos que lo logra es muy reducido.
El Dr. Graue comentó que
difícilmente se contrata a los médicos generales por las siguientes razones:
1º. Porque hay una tendencia mundial a contratar a médicos especialistas; 2º.
Nuestro sistema nacional de salud está organizado para la atención
especializada, aún en el primer nivel de atención y 3º. Porque no tienen las
competencias suficientes. Esto último se refiere a que difícilmente, si no es
que imposible, un recién egresado resuelve con éxito una intervención
quirúrgica actuando como cirujano principal; en todo caso, podrá enfrentar
alguna de las patologías comunes que componen el 85% de las enfermedades que
afectan a la población y que se resuelven en las unidades del primer nivel de
atención del sector público o en cualquier consultorio particular.
Un problema que se vislumbra
para los próximos 20 años será la sustitución de médicos especialistas que
optarán por la jubilación; tan solo del IMSS serán 34 mil. ¿El país tendrá la
capacidad para satisfacer la demanda que habrá de presentarse en todas las
instituciones del sector salud en ese sentido? Por otra parte, se observan
incongruencias, como el hecho de que México necesita un promedio anual de 113
nuevos geriatras, pero únicamente egresan alrededor de 27; otro ejemplo es la
formación de especialistas en nutrición de los que se gradúa un promedio de 8
al año, cuando el sobrepeso y la obesidad se han constituido en un grave
problema de salud pública.
El país necesita médicos
especializados en nutrición y síndrome metabólico, salud en el trabajo,
cuidados terminales, calidad de la atención, procuración de tejidos, monitoreo
de ensayos clínicos, prevención y detección de cáncer en la mujer, entre otras
especialidades, pero por el momento no existen como tales, por lo que el Dr.
Graue propuso que a falta de ellas las escuelas y facultades de medicina
podrían resolverlo por medio de la inclusión de materias optativas en la
carrera de médico general o por medio de diplomados seriados, los que, en un
determinado número podrían conformar una maestría y posteriormente un
doctorado, interpretándose como un servicio social profesionalizante. Se trata,
comentó, de atender necesidades actuales y del futuro próximo, sin que los estudiantes
tengan que sumar años y años de estudios como sucede por ahora. Por lo pronto,
en la UNAM está en trámite lo que se denomina Programa de Estudios Simultáneos
de Médico Cirujano con Doctorado en Ciencias (PES/MMD).
El otro tema de trascendencia
se trató como parte de la sesión “Alimentación, obesidad y desnutrición
infantil” y se denominó “Desnutrición: ¿Un tema olvidado por la salud pública
de México?”, siendo expuesto por la Dra. Sara Elena Pérez Gil Romo,
Investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador
Zubirán”, quien hizo una reflexión en relación con la paradoja que vive nuestro
país, pues por un lado mantenemos un deshonroso lugar en el concierto mundial,
al registrar el mayor porcentaje jamás observado en materia de sobrepeso y
obesidad infantil, pero a la vez, todavía la desnutrición y la anemia ocupan
alguna de las diez primeras causas de la morbimortalidad infantil, preescolar y
escolar.
Y es que, en un país con tan
elevado nivel de pobreza es obvio que persistan patologías que están muy
relacionadas con aquella; lo que se ha llamado “círculo perverso de la pobreza
y la enfermedad”. Es indudable que el problema de la desnutrición no se limita
a la población infantil del sureste de México, pero es en esta región donde más
se palpa. Lamentablemente Oaxaca sigue siendo un ejemplo de ello.
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