Las ferias de la salud.
Entre el viernes 12 y el
sábado 13 de este mes asistí a dos eventos cuyo denominador común fue el
nombre, aunque con una temática diferente. En el primer caso se trató de la
feria de la salud contra las adicciones y los accidentes y al día siguiente
simplemente feria de la salud. Uno, tuvo lugar en el andador turístico, en
pleno centro histórico, aledaño al ex convento de Santo Domingo de Guzmán y el
otro en un espacio físico colindante con el conocido “módulo azul” del
FOVISSSTE.
La primera de las ferias fue
organizada por el Consejo Estatal Contra las Adicciones y la siguiente por el
Centro de Salud de la Colonia Volcanes. En los dos casos el número de
dependencias participantes fue de consideración, aunque los servicios que se
obsequiaron a los asistentes tuvieron algunas variantes dada la temática
central que motivó su organización. Sin embargo, el esquema general fue
semejante, porque al inicio hubo un acto inaugural con la asistencia de las
autoridades sanitarias y de algunos titulares o de sus representantes, de las
dependencias invitadas, luego comenzaron de inmediato a funcionar los stands
con el personal asignado, algunas demostraciones o exhibiciones de baile
folklórico, de artes marciales, danza rítmica, zumba, interpretaciones
musicales en vivo, etcétera. Esto último para hacer atractivo cada evento y
garantizar la presencia y estancia del público asistente.
Los adultos tuvieron la
oportunidad de que los midieran y pesaran para determinar sobrepeso u obesidad;
les tomaron la presión arterial en busca de la temida hipertensión, así como
muestras de sangre para detección de niveles anormales de glucosa y por
consiguiente la posibilidad de padecer diabetes mellitus; pero también para
determinar la posibilidad de estar infectados con el Virus de la Inmunodeficiencia
Humana (VIH), cuya etapa clínica es el Sida. A las mujeres les tomaron muestras
del cuello del útero para el diagnóstico, por la técnica de Papanicolaou, de
cáncer cérvico uterino y les practicaron exploraciones mamarias para el
diagnóstico clínico del cáncer mamario. Ahora no, pero en algunas ferias de la
salud llegan a realizar la densitometría ósea, para estimar el grado de
osteoporosis, sobre todo en las mujeres adultas y de la tercera edad.
La feria contra las
adicciones y los accidentes dirigió sus objetivos fundamentales a la promoción
y difusión de las medidas de prevención contra ambos problemas de salud
pública, aunque no dejó de atender otras áreas de la salud; mientras que en la
feria de la salud del “módulo azul” las atenciones que se otorgaron tuvieron un
espectro mucho más amplio, pues así se pudo identificar que la población
recibía atención bucodental, consejería nutricional, atención médica general,
consulta prenatal, promoción de métodos anticonceptivos para la planificación familiar,
aplicación de ciertas vacunas, orientación para prevenir las infecciones de
transmisión sexual, sobre todo el VIH/Sida, información para prevenir
enfermedades transmisibles como el dengue, las diarreas agudas, las infecciones
respiratorias, etcétera. Hasta los canes y gatos recibieron su dosis de vacuna
antirrábica o fueron objeto de esterilización.
Como los organizadores de
estos eventos realizan previamente una importante labor de persuasión entre la
población, no es de extrañar que el día que se instala una feria de la salud
acude un número extraordinario de personas, independientemente de las que se
invitan para el acto inaugural, entre los que se incluyen alumnos de los
planteles de educación primaria, media, media superior y superior, según sea la
temática, aunque estos últimos casi de inmediato se retiran.
¿A quién se le ocurrió y
desde cuándo se practican este tipo de movilizaciones tumultuarias de la
población? La realidad es que intenté primeramente conocer el concepto de feria
de la salud y no lo encontré. Bastan dos referencias: el Dr. Hernán San Martín
y su obra clásica “Salud y Enfermedad”, así como el Dr. Fernando Lasso
Echeverría con su “Diccionario de Salud Pública”; en ninguna parte de sus
textos lo abordan. Sin embargo, me atrevo a expresar que desde que me incorporé
a las acciones de la salud pública, siempre ha habido alguien a quien se le
ocurre la organización de una feria de este tipo, aunque no se la contemple en
los programas anuales de una institución o establecimiento de salud. Alguna vez
se cambió el nombre por el de “festival de la salud”, como para darle otra
connotación, pero en realidad era lo mismo.
Resulta que el concepto de
feria tuvo su origen en la Europa occidental durante la baja edad media y hoy
en día con ella podemos referirnos a eventos pagano- religiosos, festividades
regionales o locales, parques de diversiones y juegos mecánicos permanentes,
diversiones y juegos mecánicos ambulantes, exposición y venta de artesanías,
libros, muebles, automóviles, artículos electrónicos, informáticos, y muchas
otras cosas más. Con alguna excepción, en general tienen un fin comercial, de
lucro, pues persiguen la obtención de ganancias.
En el caso de las ferias de
la salud no es de dudar la nobleza de sus objetivos, pero es necesario y
conveniente investigar el impacto de las acciones que ahí se desarrollan;
además, el grado de modificación de las actitudes y conductas de los
beneficiados y si estos llegan a tener alguna influencia en sus hogares o en
otros entornos donde se desenvuelven.
Sin dudar del nivel de calidad
y el trato digno que se proporciona a la población que asiste, la mayor parte
de condición muy humilde, ¿No sería mejor el fortalecimiento de las unidades
del primer nivel de atención, para brindar servicios sanitarios y asistenciales
integrales y decorosos en el área urbana y dejar la opción de la feria de la
salud para el área rural desprotegida? ¿O tiene usted alguna otra estrategia
bajo la manga que se pueda implementar con éxito?
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