Control Sanitario Municipal.
Uno de los problemas a
resolver por parte de las autoridades municipales de Oaxaca de Juárez, que a
partir del 1º. de enero del 2011 encabezará don Luis Ugartechea Begué,
seguramente va a ser el control sanitario de los establecimientos semifijos y
ambulantes o temporales que expenden o suministran al público alimentos y
bebidas no alcohólicas, los cuales se han incrementado de manera impresionante
en la última década.
Y digo en la última década,
porque hasta donde tengo conocimiento, al inicio del presente siglo todavía era
posible mantener un registro de tales giros, los cuales se ubicaban, sobretodo,
en varias manzanas alrededor del centro de la ciudad, principalmente hacia los
mercados y la central de abasto, sin que ello quiera decir que en las más de
200 colonias del municipio y de sus agencias no exista desde hace mucho tiempo
ese tipo de pequeño comercio.
No se trata de analizar y
discutir las causas o factores que han originado la enorme expansión de este
comercio informal en particular. El objetivo del mismo es expresar la
preocupación porque tales giros no estén siendo verificados por el personal de
la Dirección de Salud Pública Municipal y, como consecuencia de ello, se
observen malas prácticas de higiene por parte de sus propietarios y de sus
trabajadores, muchos de ellos integrantes de una misma familia. Es de
esperarse, por lo que se ve a simple vista, que las pésimas condiciones en el
manejo de alimentos y bebidas, seguramente mantiene en la población del
municipio una incidencia significativa de casos de enfermedades diarreicas
agudas y de parasitosis intestinal muy variada. Para confirmar lo anterior,
sería conveniente que se diseñe y aplique un estudio de investigación con la
intervención del personal de todos los centros de salud del municipio.
Porque usted no me dejará
mentir, como dice la vox pópuli, de que en la mayoría de los puestos semifijos
o móviles de alimentos quienes los preparan no usan la vestimenta apropiada y
si la traen puesta se observa sucia de varios días, no utilizan cubrepelo,
mucho menos tapaboca, difícilmente se lavan las manos con frecuencia, no
siempre muestran sus uñas recortadas, recogen el dinero con la misma mano con
la que elaboran tales alimentos, no lavan de inmediato las trastos y utensilios
que utilizan, permaneciendo unos encima de otros, con lo que se permite que
abunden las moscas y otro tipo de fauna nociva; por otra parte disponen de un
recipiente sin tapa para la disposición de los desechos orgánicos e inorgánicos
y emplean una jerga o trapo que casi siempre huele muy mal, para la limpieza de
toda clase de objetos, así puede ser la mesa e incluso las mismas sillas o
bancos para los clientes.
Ahora bien, ¿será posible que
tales preparadores de alimentos laven y desinfecten las verduras y toda clase
de vegetales? Además, ¿se ha dado cuenta del color que llegan a adquirir los
“pollos” cocidos que mantienen a la vista?, los que seguramente tienen más de
24 horas de haber sido sacrificados; obviamente, cada segundo que permanecen a
la intemperie significa un mayor grado de putrefacción, pues no hay que olvidar
que son cadáveres. Y qué decir de las “trompos” donde los parrilleros cortan
los trozos de carne preparada para armar los tacos que consumen sus comensales;
a simple vista da la impresión que tardan varios días para terminar con todo lo
que está ensartado en el tubo de dicha torre.
Bueno, todos sabemos que muy
avanzada la tarde y en la noche, es cuando de pronto hacen su aparición en
escena, en las calles, en los portones de las viviendas, en parques y otros
sitios públicos miles de pequeños puestos de toda clase de alimentos, en los
que por supuesto no puede faltar la venta de pan, toda clase de fritangas,
tamales, postres, y un verdadero rosario de “joyas” de nuestra gastronomía, los
que, por otra parte, ¡qué sabrosas son! Sin embargo, generalmente adolecen,
como ya expresé, de serias y preocupantes deficiencias en su manejo higiénico.
¿Será posible que sean sujetos de verificación sanitaria cuando en el día
difícilmente se visitan los que funcionan en toda la ciudad? Ese es el gran
reto de quien asuma la Dirección de Salud Pública Municipal. Tendrá que
establecer las estrategias que permitan, con el menor número de recursos
humanos disponibles, lograr un cambio radical en la conducta sanitaria de
quienes tienen, por necesidad, que sobrevivir mediante la venta de alimentos y
bebidas. No se trata, como se puede colegir, de eliminar esta forma de
subsistencia y menos cuando no existen fuentes de empleo.
Considero que esta es la
mayor responsabilidad en materia de control sanitario que debe asumir con
eficiencia el municipio. Hay otras acciones de la salubridad local, que le
debieran corresponder de acuerdo a un convenio de colaboración con la Dirección
de Regulación y Fomento Sanitario de los Servicios de Salud de Oaxaca, suscrito
durante la gestión municipal del periodo 1996-1998 y que al parecer no ha sido
objeto de renovación de firmas por los titulares de ambas dependencias, como
debiera corresponder en cada cambio de gestión gubernamental.
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