Dime qué comes y te diré que tan sano estás.
En Por Salud Pública del
pasado 26 de enero, con el título “Dieta T” me permití hacer un recorrido por
la versátil y muy variada alimentación de un elevado porcentaje de la población
mexicana. Muy lejos está del régimen normal caracterizado por ser suficiente,
completo, armónico y adecuado al sujeto que lo va a recibir establecido por
Pedro Escudero (Las Leyes de la alimentación. Publicaciones y trabajos del
Instituto Nacional de Nutrición. Vol. II, Buenos Aires) desde hace casi 80
años.
Escudero expresó que … “Debe
ser suficiente para satisfacer las exigencias calóricas del organismo y
mantener el equilibrio en sus proporciones; debe ser completo en su composición
para ofrecer al organismo, que es una
unidad indivisible, todas las substancias que lo integran; debe ser armónico:
las cantidades de los diversos principios que integran la alimentación debe
guardar una relación de proporciones entre sí; y debe ser apropiado,
supeditando su finalidad alimenticia a la adecuación del organismo”. Sabios
conceptos que, de alguna manera siguen vigentes.
Una alimentación apropiada significa
que nuestra dieta debe ser suficiente en cantidad y balanceada en cuanto a la
variedad de alimentos de cada uno de los siguientes cuatro grupos: 1. Granos y
cereales; 2. Frutas y verduras; 3. Lácteos y 4. Carnes y proteínas, de tal
manera que exista la garantía de que nuestra dieta incluye carbohidratos,
grasas, proteínas, minerales y vitaminas.
Pero estos principios que
rigen una sana alimentación difícilmente son conocidos y peor aún, aplicados
por la mayor parte de nuestros connacionales. Veamos porqué. Una explicación
primaria lo es la famosa dieta T ya comentada, muy enraizada en nuestras muy
diversas culturas y actualmente complementada y aderezada con la difusión cada
vez más rápida de alimentos provenientes de otras latitudes del globo terráqueo
como lo son los hot dogs, las hamburguesas, papas fritas y las pizzas. De estas
últimas las cadenas de empresas trasnacionales e incluso las microempresas
locales hacen todo lo posible para hacernos llegar hasta nuestros hogares, por
medio de volantes, sus frecuentes ofertas de la increíble variedad de opciones
que nos ofrecen.
Pero volviendo a nuestra
cultura culinaria, pareciera que las tortas y los tacos llegaron para quedarse.
Ambos tipos de alimentos eran propios, en un principio, de la ciudad de México
y tal vez en los años 70´s comenzaron a extenderse por todo el territorio
nacional, de tal suerte que no existe entidad federativa alguna donde la
población esté exenta o a salvo de ellos. De acuerdo a nuestra idiosincracia
podría afirmarse que los mexicanos somos taqueros de corazón, el problema es
que comer tacos se vuelva una costumbre de casi diario, como sucede en el
propio Distrito Federal, donde pululan los puestos fijos y semifijos de este
tipo de alimentos, incluso fuera de los establecimientos del sector salud.
Efectivamente, en la colonia
de Los Doctores, donde se encuentran nada más y nada menos que el centenario y
prestigiado Hospital General de la Secretaría de Salud (que en realidad es un
conjunto de hospitales de especialidades) y el Centro Médico Nacional “Siglo
XXI” del IMSS, se hayan saturados de toda clase de puestos donde se ofertan no
solo tacos, sino la más increíble gama de alimentos y bebidas de sospechosa
calidad, por prepararse y consumirse en un medio absolutamente insalubre y
falto de las más elementales normas de higiene. Lo mismo se observa alrededor
de los Institutos Nacionales: Neurología, Cancerología, Nutrición, Cardiología,
etc., en la delegación de Tlalpan y en general, donde se encuentre cualquier
establecimiento de los tres niveles de atención, públicos o privados. ¿No ha
visto usted a los mismos médicos con todo y bata y estetoscopio al cuello,
sentados o de pie consumir tales alimentos en esos sitios? Es el colmo de los
colmos y la más clara muestra de corrupción de las autoridades implicadas y de
falta de visión para modificar tan aberrante imagen.
Y en Oaxaca no cantamos mal
las rancheras. En todas partes sucede lo mismo. Como dijera Eugenio Derbez en
su personaje del alemán…”Que alguien me explique”, ¿Porqué somos así los
mexicanos? ¿Qué tara traemos consigo desde tiempos inmemoriales y aparentemente
atribuidos a esa llamada “fusión de dos mundos” cuando hicieron su arribo los
españoles e iniciaron la colonización de Mesoamérica? ¿Es simplemente nuestro
bajo nivel escolar?, lo dudo, porque ahí está el ejemplo de los médicos ya
mencionado, con todo y su título universitario.
Bueno, si bien es cierto que
este asunto es más propio de los eruditos en antropología y sociología, apoyos
invaluables de la salud pública, la realidad es que nuestros compatriotas
difícilmente mantienen una dieta de las características descritas al inicio de
este artículo; independientemente del significativo porcentaje que sufre algún
grado de desnutrición en las áreas urbana y rural, la dieta del mexicano común
y corriente es excesiva en cantidad, de ahí el sobrepeso y la obesidad, pero es
de mala calidad pues difícilmente incluye alimentos de los cuatro grupos
señalados, sobre todo granos y cereales y frutas y verduras.
No hay comentarios.: