El portentoso cuerpo humano.

El domingo 27 de febrero concluyó la exposición “Body Worlds”, exhibición anatómica de cuerpos humanos reales, de Gunther von Hagens, la cual estuvo montada en el Museo Universum de la UNAM. Fue un privilegio haberla recorrido porque todo en ella era verdaderamente fascinante.

La exposición, que estuvo abierta a todo el público y con un costo relativamente económico, podía observarse a plenitud en no más de tres horas, prolongándose la visita en la medida en que los asistentes se interesaran o no por la información escrita complementaria, que la había de manera considerable, detallada y muy amena.

Si para los que somos profesionales de la medicina, la presencia de los cuerpos humanos reales plastificados representó una gran impresión, qué podría esperarse de quienes en su vida han tenido la oportunidad de observar un cuerpo humano de esa manera. De estudiante del primer año de la carrera me causó un tremendo impacto cuando estuve ante un cadáver en el anfiteatro de la facultad en la propia UNAM, y más aún cuando con otros condiscípulos procedimos a disecarlo por planos. Pero en esta ocasión fui de sorpresa en sorpresa, pues no solo se trataba de cuerpos humanos de ambos sexos, ya que el museo exponía en múltiples vitrinas el esqueleto, los órganos, aparatos y sistemas, en estado normal o con alguna patología.

Al inicio de la exposición, los visitantes tuvimos la oportunidad de conocer los antecedentes de la técnica de plastificación de los cadáveres humanos, la cual fue desarrollada en Alemania. Con cierto detalle supimos todo el proceso a que son sometidos los cuerpos una vez que se declara oficialmente el deceso de las personas. Es importante mencionar que estas últimas tienen que haber dado su consentimiento por escrito, para que sus restos sean objeto de un tratamiento científico como el que nos ocupa, sabedores del fin último que tendrán en cuanto a que quedarán expuestos para que sean observados y con ello contribuyan al conocimiento de la humanidad.

A la fecha no son pocos los países que ya están desarrollando la mencionada técnica, la que finalmente permite la conservación permanente de  los cadáveres a los que se les elimina la piel, permitiendo observar los músculos en toda su extensión, sitios de inserción de estos en los huesos, el tejido conectivo que los une, principalmente por medio de los tendones y la forma como protegen a los órganos internos, huecos y macizos en las cavidades torácica y abdominal. En el caso del cráneo se expone la cabeza completa, sin cabello, en diversas expresiones, notándose con precisión todos los músculos de la cara y los que la unen con el cuello. Obviamente todos los cadáveres muestran sus ojos artificiales, los que parecen verdaderos.

La técnica en cuestión permite determinar la posición que finalmente tendrá cada cadáver, de tal manera que en la exposición a la que me refiero fue posible observar a hombres y mujeres en figuras plásticas como el de un esquiador, una bailarina de ballet, una gimnasta, un clavadista, etc., con sus respectivos aditamentos. También, en el ánimo de mostrar con más detalle los músculos, huesos, tendones, articulaciones, etc., había cuerpos humanos prácticamente partidos y abiertos por la mitad, para lo cual los técnicos tuvieron que haber utilizado sierras de gran precisión. Otros cuerpos se mostraban totalmente vacíos de sus órganos internos, con el propósito de permitir la observación de las grandes cavidades.

En las vitrinas fue posible comparar algunos de los principales órganos como los pulmones, el hígado, el bazo, el páncreas, los riñones, el corazón y el cerebro. De cada uno de ellos había un espécimen normal y por lo menos tres con diferente patología. Por ejemplo, en el caso de los pulmones había unos que mostraban los efectos externos del tabaquismo, otros los del enfisema y otros más la presencia de un cáncer metastásico.  Del hígado estaba expuesto un ejemplo de cirrosis, otro de la enfermedad que se conoce como “hígado graso” y otra pieza completa permitía saber que se trataba de un carcinoma.
Al lado de las piezas expuestas había, como ya se dijo, información suficiente, como aquella que hacía énfasis en el extraordinario trabajo de cada órgano. Tal es el caso del corazón, en cuanto a la enorme cantidad de litros de sangre que debe bombear cada minuto, cada hora y cada 24 horas. Para ello, a manera de comparación, estaban acomodados un determinado número de tambos con capacidad de 200 litros de agua, pintados de rojo, unos sobre otros, para hacerle ver al visitante el tremendo esfuerzo de nuestro órgano cardiaco.

Es muy difícil poder comentarles en unas cuantas líneas todo lo que estaba ahí, únicamente deseo ampliar este artículo mencionándoles que la técnica plastificada permite exhibir, además, el tubo digestivo completo, desde la lengua hasta el ano, el sistema nervioso central y periférico, la intrincada red de arterias y venas, de la cabeza a los pies.

Otras piezas que vale la pena comentar son los cortes transversales a diferentes niveles del cuerpo, en los que pueden establecerse los límites y relaciones entre los órganos, aparatos y sistemas involucrados. Esto mismo puede decirse del cerebro. Por último, no podían faltar en esta magna exposición la exhibición de fetos humanos reales desde las primeras semanas de la gestación hasta el término del embarazo.

Seguramente que el “Body Worlds” cumplió con amplitud su cometido. Siento que los estudiantes de las carreras del área blanca de la salud complementaron sus conocimientos y es posible que también hayan definido aún más su vocación profesional.

 A mí me queda la impresión que dicha visita sirvió para mantener mi convicción de que el cuerpo humano es extraordinario, no es simplemente una máquina magnífica hecha con gran precisión, pues la energía que fluye por todo él le viene del alma. Qué lástima que con facilidad la destruyan otros humanos carentes de valores.

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