Mal aliento.
La etiología del mal aliento es variable pero casi
siempre tiene como detonante la carencia
de higiene bucodental y la falta de consulta periódica a un Odontólogo. Hace tres años escribí un artículo donde
abordé este tema y en él narré la experiencia que había vivido una mañana,
cuando la empleada de una tienda de autoservicio me atendió en su respectiva
caja de cobro, la que tan solo con darme los buenos días, impregnó el ambiente
con su repugnante y ofensivo aliento.
Tal vez no me hubiera preocupado volver a insistir en
el tema en mucho tiempo, sin embargo este es un problema de salud pública
latente y me atrevo a especular que también es creciente, que nos corresponde a
todos en cuanto a su prevención, detección y atención. Últimamente he
conversado con personas de ambos sexos de distintos niveles sociales y es
significativo que su aliento deje mucho que desear, sobre todo cuando por la
función que se desempeña se necesita de una conversación frecuente y casi
siempre cara a cara. En ese sentido, cualquiera diría ¿Cómo es posible que no
se de cuenta de que al hablar el olor de su boca sea tan desagradable? y
todavía más, ¿Cómo, siendo un profesionista –y peor si se es médico- no cuida
su aliento?, y pasa lo mismo en el caso de que se tenga un elevado cargo en una
dependencia pública o en una empresa privada.
La halitosis afecta a más del 50% de la población en
el mundo; a las personas de todos los
estratos sociales, sin distinción. Voy a rescatar del artículo que escribí los
siguientes párrafos: …”Quien padece de mal aliento difícilmente lo puede percibir,
debido a que las fibras sensitivas del nervio olfatorio, localizadas en la
parte superior de la nariz, se acostumbran a los olores, por eso no es sino
hasta que alguna persona se atreve a comentarlo, cuando nos damos cuenta de la
gravedad del asunto.
El mal aliento es causado generalmente por un
inapropiado aseo bucal; provoca rechazo social y una severa inseguridad cuando
reconocemos su presencia, lo que nos impide relacionarnos con los demás. Puede
ser fugaz, pasajero, crónico o permanente, dependiendo de la causa que lo
origina; esta última puede ser local o sistémica, pero en más del 90% ocurre
en la cavidad oral, cuando después de
comer, los restos de los alimentos se incrustan entre los dientes y entran en
descomposición, produciendo diversos gases que pueden llegar a ser muy fétidos.
El mal aliento no es hereditario y de manera general
puede tener su origen en padecimientos que afectan a los dientes y las encías y
en menor medida al árbol traqueobronquial y vías respiratorias altas y al
aparato digestivo, por procesos psicosomáticos y también por sequedad de la
boca por efecto de diversos medicamentos, por beber poca agua, roncar, respirar
a través de la boca y por edad avanzada al disminuir la producción de saliva.
El consumo de determinados alimentos y líquidos también produce mal aliento,
por ejemplo comer cebolla, ajo, pescado, ciertos condimentos, café, tabaco y
bebidas alcohólicas; por cierto, es un mito el que fumar puede disimular el mal
aliento, por el contrario, hará más aparente el problema.
Hay que dudar de las recomendaciones de carácter
popular y lo mejor de todo es mantener un cepillado correcto de los dientes y
de la lengua tres veces al día después de cada comida y, de ser posible, antes
de dormir por la noche; además, utilizar el hilo dental antes del cepillado; cambiar
el cepillo por lo menos cada tres meses; realizar gargarismos con colutorios o
enjuagues bucales; las prótesis dentales y puentes removibles deben ser objeto
de limpieza, de acuerdo a las instrucciones del dentista y visitar a este
último cada cuatro o seis meses, a fin de que vigile su salud bucal. Por último, si alguien se atreve a decirle que
usted tiene mal aliento, seguramente requiere con urgencia atender tan
desagradable problema”.
Adendum
No hay comentarios.: