Vacunación: el impacto de los rumores negativos.
Las más altas autoridades de la Secretaría de Salud
del país han comentado que la mayor parte de las defunciones registradas en la
última onda epidémica de Influenza por el virus AH1N1, ocurrieron en personas
que no se vacunaron con el biológico
correspondiente y que los síntomas más característicos de la enfermedad
comenzaron en promedio cinco días antes de su internamiento hospitalario. Al
respecto, no se ha informado si existe
evidencia de las causas o factores que determinaron que dichas personas no se
hayan vacunado de manera oportuna, y sobra decir que en el interrogatorio al
paciente o a sus familiares es obligada una pregunta sobre el particular.
¿Por qué es importante conocer ese dato? ¿Qué
significado o interpretación puede tener desde el punto de vista
epidemiológico? y, de saberlo ¿Qué se debe de hacer?
Aquí cobra trascendental importancia el antecedente de
que en el año 2009 se presentó en nuestro país una epidemia de Influenza
causada por una nueva cepa viral, la AH1N1, la que ocasionó una elevada
mortalidad y se expandió de manera vertiginosa a otros continentes,
constituyéndose la pandemia en una grave amenaza mundial. Al igual que sucedió
en México ni los países más desarrollados estaban preparados para hacerle
frente; es más, ni se disponía de vacuna alguna para su aplicación masiva
inmediata. Por ello, las medidas que tomó el gobierno federal, con el aval del
propio Presidente de la República y de manera más radical el gobierno del
Distrito Federal, nos sorprendieron a todos y en cierta forma fueron causa de
una especie de psicosis generalizada en la población informada por todos los
medios de comunicación, ante el temor de ser víctimas de la enfermedad.
Muy pronto se extendieron por todo el territorio
nacional todas las recomendaciones que ahora aparentemente son del dominio
público. El uso de gel antibacterial, en toda clase de tamaños y presentaciones
se volvió, de la noche a la mañana, en un producto indispensable, en los
hogares, escuelas, centros de trabajo, terminales aéreas y de autobuses, cines,
teatros y por supuesto en los centros de salud y hospitales, donde adquirió un
carácter de obligatorio. Claro que las utilidades de la industria farmacéutica
se fueron hasta las nubes con este y otro tipo de productos complementarios.
Y cuando ya se dispuso de la vacuna, la promoción de
su ministración alcanzó niveles nunca vistos en el país, aunque el número de
dosis fue relativamente limitado en un principio. De pronto, los servicios de
salud se vieron abarrotados por una población que llegó al grado de exigir la
aplicación de la vacuna. Los años siguientes, 2010 y 2011 la onda epidémica se
debilitó pero el virus siguió circulando en la población. La mortalidad
decreció ostensiblemente y la Influenza por el virus AH1N1 dejó de ser un
problema de salud pública. ¿Entonces qué es lo que sucedió? ¿Por qué resurgió
la epidemia? Aquí es donde encuentro conveniente recordar que en varios países
de Europa, en los Estados Unidos de Norteamérica, en América del Sur y en
México, comenzó a extenderse el rumor de que la vacuna era causa de efectos
secundarios indeseables e incluso la muerte. Por ello, cabría preguntarnos
¿Cuántos mexicanos optaron por no vacunarse ante el temor de ser víctimas de un
problema de salud mayor?
En fecha reciente los
Centros para el Control de las Enfermedades y la Agencia de Drogas y Alimentos
de los Estados Unidos de Norteamérica, informaron que las vacunas contra la influenza
2011-2012 protegen contra los virus de la influenza A (H3N2), la influenza B y el
H1N1 de la influenza del 2009, y que… “Los estudios científicos y el seguimiento en curso siguen mostrando que las
vacunas contra la Influenza son seguras y ofrecen la mejor defensa con que
cuenta la medicina moderna actualmente para proteger contra esta enfermedad y
sus graves complicaciones”.
Es posible concluir
que los rumores como el señalado, siguen siendo, como sucedió en México en los
70´s con la vacuna BCG contra la tuberculosis, un problema de salud pública que
hay que solucionar con información apropiada y suficiente.
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