Educación vial.


Leer la nota roja de los periódicos es una costumbre que tenemos la mayoría de las personas de ambos sexos y de todos los estratos sociales y económicos, y esta situación se da en la medida del tamaño de las ciudades, pues sucede que entre más pobladas y con mayor desarrollo los diarios dedican menos espacio a todos aquellos asuntos que tienen que ver con información policiaca, como sucede en la enorme megalópolis del centro de la República. Y esa costumbre que se observa en ciudades de mediano y pequeño tamaño y desarrollo, como es el caso de la capital de nuestra entidad y en algunas de sus ocho regiones, es porque la mayoría de los periódicos, si no todos, publican generalmente una sección cuyo contenido da cuenta de toda clase de hechos de sangre relacionados con homicidios, accidentes, suicidios y delitos en general, cuyos autores son delincuentes del orden común que actúan en solitario u organizados en bandas, comandos o verdaderos grupos de mafiosos.

La citada costumbre obedece, por lo general, a una innata curiosidad morbosa por ese tipo de noticias que tenemos los humanos de todo el mundo, así es que no es cuestión de alarmarse porque tengamos esa clase de preferencias, aunque digamos que solo hojeamos la susodicha sección y no entramos en detalles que nos producen malestar y quebrantan nuestro estado de ánimo, son causa de desaliento y de depresión. De tales noticias hay un grupo en especial del que quiero llamar la atención en este artículo, se trata de los accidentes de tránsito. De éstos, no hay un solo día que la nota roja no informe de los  percances en los que los vehículos de motor resultan siniestrados por múltiples combinaciones, en los que participan automóviles particulares, taxistas, autobuses, transportes de carga de diverso tonelaje y motociclistas. Un número significativo son percances individuales, pero los choques y alcances generalmente ocurren entre dos o más vehículos y con menos frecuencia  en la modalidad conocida como efecto  “carambola”.

Un número significativo de accidentes tienen como víctimas a un ciclista o a uno o más peatones.
Los dictámenes periciales de los agentes de tránsito registran, entre otros datos, exceso de velocidad al conducir, un determinado nivel o grado de embriaguez por bebidas alcohólicas, imprudencia o falta de pericia del conductor causante del accidente, desobediencia a los señalamientos de tránsito, omisión premeditada a la luz roja del semáforo, falla mecánica del vehiculo, falta de uso del cinturón de seguridad y otras (¿uso de teléfonos celulares?). Por supuesto que también hay causas o factores inherentes a la conducta del peatón como invadir el paso vehicular alcoholizado, caminar a paso lento por edad avanzada o por alguna discapacidad y por mera imprudencia, y en el caso de los motociclistas y ciclistas el transitar, solos o acompañados, por carriles de alta y mediana velocidad, zigzaguear y cruzarse peligrosamente entre los automóviles, autobuses y vehículos de carga y no utilizar el casco protector.

Las consecuencias de tales accidentes resultan en cientos de víctimas mortales y miles de heridos cada año, muchos de ellos con lesiones de suma gravedad que terminan con algún grado de discapacidad, las que en no pocas ocasiones son  irreversibles. Hay que considerar lo devastador que resulta para las familias cuando ocurren pérdidas humanas, los gastos catastróficos de sus funerales, los costos por la atención médica en el caso de los lesionados y por la reparación del daño cuando en el accidente intervino un vehículo de motor, cuya magnitud puede representar la pérdida total. El problema se agudiza si este último no está asegurado con amplia cobertura.

Finalmente los accidentes de tránsito  son producto de múltiples factores, pero uno de ellos, sin temor a equivocarme, tiene que ver con la educación vial; esta debiera recibirse desde el seno de la familia cuando el incipiente conductor recibe sus primeras clases de manejo y fortalecerla cuando éste realiza el trámite oficial para recibir la licencia respectiva. Pero no hay nada mejor que predicar con el ejemplo. O ¿Usted qué opina?

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