Maestros: ¡Piedad!


El primer día de junio quedará en nuestra memoria como un viernes negro, de pesadilla, para los miles de automovilistas, de conductores de toda clase de vehículos de motor (autobuses de pasajeros, taxis foráneos, camiones de carga de variado tonelaje de toda clase de bienes, camiones revolvedores de concreto de empresas dedicadas al ramo de la construcción, etc.) e incluso de decenas de motociclistas. La causa: el bloqueo desde muy temprana hora del la carretera federal en su entronque con la vía corta hacia el aeropuerto. Ignoro si como se ha observado en otros años, los pasajeros de las líneas aéreas tuvieron que caminar con su equipaje desde ese lugar hasta la terminal aérea. Lo más seguro es que así fue.

¡Qué lamentable que los profesores de la sección sindical 22  de la Secretaría de Educación Pública, tengan que llegar al extremo gravísimo de lesionar el derecho que tenemos todos los mexicanos al libre tránsito!; ¡Qué terrible que sus valores sean totalmente opuestos a los que distinguen a una sociedad civilizada!; ¡Qué lastima que sean ellos el paradigma actual para las nuevas generaciones de niñas y niños oaxaqueños! y qué actitudes tan cobardes asumen bajo el manto protector de sus acciones en masa, ante una comunidad prácticamente inerme, impotente y sin líderes sociales que la conduzcan con el objetivo supremo de detener tanto absurdo, tanto agravio, tanta lesión a sus derechos fundamentales.

Ayer, fui una víctima más de semejante oprobio; no ha sido la primera vez pues me volvió a ocurrir en el camino a mi trabajo como en otros años, pero ahora me dio la impresión de que fue más desquiciante, intolerable, abrumador. Dejemos de lado, sin dejar de aceptar que sí importa, la pérdida de tiempo para poder llegar cada quien a su destino; consideremos como pecata minuta el polvo que invadió el interior de los vehículos al tener que transitar sobre las lomas en caminos de terracería; pensemos por un momento que el daño mecánico al tener que sortear no baches, sino hoyancos, finalmente forma parte del desgaste de toda máquina y que tiene remedio, aunque afecte el presupuesto familiar, pero lo más importante es el resultado anímico, emocional, propio de la contención de un estrés gratuito, que no nos merecemos y cuyas repercusiones en la salud son bastante obvias.

Me pregunto si toda esa multitud de personas que tuvimos que pasar el trago amargo de sortear el vandálico bloqueo de ayer, estamos de acuerdo con semejante aberración. No alcanzaría a comprender que la respuesta fuera significativamente aprobatoria en apoyo a la lucha del magisterio oaxaqueño, porque aunque parezca una verdad de Perogrullo, sin embargo no sería de extrañar que haya quien ve con buenos ojos ese movimiento sindical; pero seguro estoy que son los menos y que probablemente tengan algún parentesco con los paristas.

Tuve en mi infancia un extraordinario profesor, que después con esfuerzo y con su talento se recibió de abogado, me refiero al Lic. Roberto Fort Amador, quien con el tiempo llegó a estar al frente de la más prestigiada notaría publica de la ciudad de La Paz, Baja California Sur. Fue mi maestro de los últimos cuatro años de mi instrucción primaria en la escuela “Roberto Lara y López”, situada en la Colonia Romero Rubio del Distrito Federal. Dicho mentor fue un extraordinario maestro y educador y un verdadero guía para sus alumnos. Los cimientos de mi preparación escolar y los de mis condiscípulos se fincaron en aquel periodo comprendido en los años de 1959 a 1962. Su figura como la de miles de profesores de antaño se agiganta cada día. ¿Podrán decir lo mismo las nuevas generaciones de alumnos oaxaqueños acerca de sus profesores al paso del tiempo?

Tengo la esperanza, como lo expresan mis vecinos, mis amistades, mis colaboradores, mi esposa y mis hijos de que esta pesadilla anual finalmente deje de serlo y que los líderes de la sección 22 atiendan las justas demandas de sus agremiados mediante el uso de la razón y no por medio del sometimiento del pueblo a medidas totalmente obsoletas e impopulares. Mientras tanto, únicamente les puedo expresar ¡Maestros, piedad y compasión por nosotros!

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