La niñez de y en la calle.


Todos los días observamos a niñas y niños en los cruceros de mayor flujo vehicular de nuestra ciudad; unos realizan ingenuos actos de malabarismo con algunos limones o se visten supuestamente de payasos y como complemento se pintan su carita, otros se encaraman encima de quien tiene mayor peso y estatura para hacer una monería, los hay también que utilizan un mechudo para dizque limpiar el toldo de los automóviles o se unen a los limpiaparabrisas para tratar de imitarlos, pocos son los que venden chicles y una que otra golosina  y los más pequeños de plano se dedican a pedir limosna.  ¿Quiénes están detrás de ellos? La vox pópuli expresa que por lo menos la madre de los menores está presente o muy cerca de los chiquillos, cerca pero casi no se nota su presencia. Me ha tocado ver a la distancia a una  posible pareja de padres de familia bajo de un árbol, protegiéndose de los rayos solares, mientras los niños van y vienen, suben y bajan, piden y no les dan la mayoría de las veces; pero ¿Hay alguien más? ¿Existe un ente perverso que los explota? Lo ignoro, pero no hay duda que esa es la viva imagen de la condición humana  que se observa en los más desposeídos. El común  denominador de tales criaturas, además de las paupérrimas y muy deterioradas prendas con las que visten sus cuerpecitos y de su desgastado  calzado, generalmente de plástico, son los francos signos de la desnutrición: delgadez extrema, talla baja, rostros cenizos y huellas claras en la piel que nos habla de probables patologías internas. Es cierto que los gobiernos se han preocupado cada vez más por resolver este grave problema social y que  hay organizaciones de la sociedad civil que se preocupan por la niñez desvalida, pero estos que menciono pasan gran parte del día en condiciones insalubres, inapropiadas para su edad, acosados por el hambre y por la sed, y expuestos al constante peligro de ser arrollados por algún vehículo de motor.

Me pregunto ¿Qué será de estas niñas y niños cuando lleguen a la adolescencia y luego a la juventud? ¿Qué será de estos infantes que aparentemente no tienen acceso a los derechos universales de la niñez? Ser niño pobre y trabajador desde una tierna edad no es una novedad ni por lo mismo es descubrir el hilo negro. En el mejor de su momento histórico Luis Donaldo Colosio Murrieta, convertido en mártir cuando contendía por la presidencia de México, hizo famosa aquella frase con la que expresó que sus raíces y su formación eran parte de una generación que había logrado salir avante a base de un gran esfuerzo; pero su generación no fue la primera ni la única de ese tipo, porque siempre habrá  mujeres y hombres que han tenido que luchar contracorriente, que sufrir los avatares de la vida cuando se ha nacido en el seno de una familia embestida brutalmente por los efectos de la pobreza, razón por la cual desde la más tierna infancia han tenido que incorporarse al mercado laboral para contribuir al gasto familiar. Y esos pequeños, después ciudadanos de bien, no lamentan su pasado, por el contrario, comentan orgullosos cuando viene al caso, que aquellos años de penurias y de trabajo, combinado con la asistencia a la escuela, han sido fundamentales para su formación y para su desarrollo en todos los órdenes de la vida.

Viene al caso decir que fui uno de esos niños, que con el apoyo y autorización de mi extraordinario padre, invertí una buena parte de mi tiempo para apoyar a la familia; así, entre los 8 y los 15 años de edad trabajé como mocito de una panadería, vendí frutas y legumbres a cielo abierto en el tianguis de mi colonia, recorrí sus polvorientas calles ofreciendo en una vitrina las gelatinas que preparaba con tanta ilusión mi preciosa madre, fui voceador de periódicos y revistas, y en las ferias ayudaba a los cobradores de los jueguitos a subir y cuidar a los niños, y en las mismas llegué a vender en pequeños conos de papel, budín de arroz con leche y tejocotes en dulce. Todavía intervine, como mil usos, en muchas cosas más. Además de la ayuda oficial, deseo que a los niños en la calle y de la calle, Dios ilumine su camino para que logren sobrevivir y ser mujeres y hombres de bien, y que no se acostumbren a vivir de la caridad.

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