¿Miedo a la muerte?
No es que los humanos le tengamos miedo a la muerte, más bien es miedo a desaparecer y al sufrimiento. Esto es parte de lo que se dijo en el extraordinario simposio de medicina “Dr. Juan Rull Rodrigo” cuyo tema central fue “Cruzando Styx o la buena práctica médica. Cuando el camino termina” y actuó como moderador el Dr. Guillermo García Ramos. Sin el ánimo de demeritar a la pléyade de conferencistas y la temática que abordaron durante los tres días que duró la LIV Reunión de la Asociación Médica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, teniendo como sede la Ciudad de Oaxaca, me parece que el simposio antes mencionado se llevó las palmas, convirtiéndose, sin haberlo programado así, en el momento estelar de todo el congreso. Previsto para una duración de dos horas tuvo que prolongarse tal vez una hora más, dada la cantidad de intervenciones de los asistentes, pues todos querían participar, todos deseaban comentar y aportar su conocimiento y experiencia sobre el tema hasta que hubo la necesidad de permitir una última voz al micrófono.
Es importante mencionar que por muchos años la Asociación Médica del citado Instituto celebró su reunión anual en las instalaciones de este último y que fue el propio Dr. Salvador Zubirán Anchondo quien impulsó, con la energía que lo caracterizó toda su vida, la constitución de la Asociación. Ya en fechas recientes los socios o agremiados decidieron en asamblea trasladar las reuniones a las entidades federativas, por lo que antes que nuestra capital otras ciudades del país ya fueron sede del magno evento académico de una de las instituciones más ilustres y de mayor prestigio de México, la que se ha consolidado firmemente como líder en materia de enseñanza, capacitación e investigación.
Volviendo al título de este artículo, la importancia del tema del mencionado simposio, radica en que no cualquier trabajador de la salud debe ser el portador de una mala noticia ante un paciente o alguno de sus familiares, por ejemplo cuando se trata de informar la confirmación de una grave enfermedad y peor aún la presencia de cáncer en algún órgano o tejido del cuerpo, o cuando ya no hay nada que hacer porque el cáncer se ha diseminado y hay metástasis en casi todo el organismo y, en el caso más extremo, la noticia de que la persona ha fallecido. Es cierto que desde hace tiempo se dispone de personal profesional con cursos de posgrado en Tanatología, preparado precisamente para saber dar las malas noticias, reconfortar a los deudos y apoyarlos espiritualmente para que asuman con dignidad el dolor de la pérdida lo más pronto posible, pero también es preciso que el médico tratante esté perfectamente capacitado para enfrentar de manera decorosa y humanitaria este tipo de situaciones.
De las intervenciones de los ponentes vale la pena destacar algunas de sus expresiones; por ejemplo, el Dr. Jorge Oseguera Moguel abordó el tema: “Comunicando malas noticias: ¿Cómo decir lo que no se quiere oír?” Comentó que para escuchar a un corazón se necesita más que un estetoscopio y que para ofrecer una mala noticia el médico debe disponer de información suficiente del paciente, brindar información entendible, sin tecnicismos, dar soporte y desarrollar un plan; nunca hacerlo en un pasillo sino en privado y con prudencia, mirando a los ojos del paciente o de sus familiares. Se valió para ello de un pensamiento del famoso físico matemático Albert Einstein que dijo: “Es malo y preocupante saber mal lo que se sabe, no saber lo que se debe y saber lo que no se debiera”.
En su intervención, el Dr. Uriah Vergara con el tema “Voluntades anticipadas” preguntó ¿Es posible gestionar el proceso de morir?, refiriéndose a la Ley de Voluntad Anticipada que por decreto del 07 de enero del 2008 se publicó en la Gaceta Oficial en la Ciudad de México y en cuyo contenido se expresa que dicha voluntad puede ser suscrita por cualquier sujeto enfermo en etapa terminal o en sus últimos días. Tales voluntades anticipadas se enfocan desde la bioética deliberativa, considerándose valores, hechos (toda la ciencia médica) y la regulación jurídica. Al respecto, el Dr. Vergara señaló que los hechos sin valores son ciegos y los valores sin hechos resultan vacíos, y concluyó con un pensamiento de Vicenzo: “Muchos estudian la forma de alargar la vida cuando lo que podrían hacer es ensancharla”.
Por su parte el Dr. José Alberto Ávila Funes con su tema “La tercera edad: ¿Simple momento para preparar maletas?” Expresó que el envejecimiento puede considerarse como un éxito de la tecnología y el impresionante avance de la medicina y preguntó ¿Es la vejez un fenómeno de fracaso o de decadencia? En su intervención hizo comentarios en relación a la preocupación de hombres y mujeres por tratar de conservarse aparentemente jóvenes, con el pensamiento de que sólo así se puede retrasar la vejez, por lo que hizo la pregunta al auditorio: ¿Qué hacer para evitar el “viejismo”?
¿Tiene el médico la obligación de “tratar” la muerte?, preguntó el Dr. Alberto Palacios Boix al tratar el tema “Tratar al moribundo, morir en la raya” (When the music´s over: cuando la música se acabe) y agregó: La muerte es ineludible, pero ¿Por qué nos preocupa tanto el espectro de la agonía?, y mencionó que toda enfermedad crónica entraña una intimación con la muerte. Comentó el Dr. Palacios que el apego a la vida depende de la impronta amorosa, percepción de integridad, la capacidad de vínculo y reparación, el balance entre la pulsión de vida y pulsión de muerte, la dualidad creatividad-espiritualidad y el sentido de trascendencia.
Por último, el Dr. Arnoldo Krause Weisman habló sobre “El papel del médico al final del camino”. Recomendó que es mejor dar de alta del hospital al paciente en etapa terminal para que se vaya a morir a su casa. No nos morimos porque estamos enfermos, sino porque estamos vivos. No debemos hablar sólo de calidad de vida, sino además de calidad de muerte.
Es importante mencionar que por muchos años la Asociación Médica del citado Instituto celebró su reunión anual en las instalaciones de este último y que fue el propio Dr. Salvador Zubirán Anchondo quien impulsó, con la energía que lo caracterizó toda su vida, la constitución de la Asociación. Ya en fechas recientes los socios o agremiados decidieron en asamblea trasladar las reuniones a las entidades federativas, por lo que antes que nuestra capital otras ciudades del país ya fueron sede del magno evento académico de una de las instituciones más ilustres y de mayor prestigio de México, la que se ha consolidado firmemente como líder en materia de enseñanza, capacitación e investigación.
Volviendo al título de este artículo, la importancia del tema del mencionado simposio, radica en que no cualquier trabajador de la salud debe ser el portador de una mala noticia ante un paciente o alguno de sus familiares, por ejemplo cuando se trata de informar la confirmación de una grave enfermedad y peor aún la presencia de cáncer en algún órgano o tejido del cuerpo, o cuando ya no hay nada que hacer porque el cáncer se ha diseminado y hay metástasis en casi todo el organismo y, en el caso más extremo, la noticia de que la persona ha fallecido. Es cierto que desde hace tiempo se dispone de personal profesional con cursos de posgrado en Tanatología, preparado precisamente para saber dar las malas noticias, reconfortar a los deudos y apoyarlos espiritualmente para que asuman con dignidad el dolor de la pérdida lo más pronto posible, pero también es preciso que el médico tratante esté perfectamente capacitado para enfrentar de manera decorosa y humanitaria este tipo de situaciones.
De las intervenciones de los ponentes vale la pena destacar algunas de sus expresiones; por ejemplo, el Dr. Jorge Oseguera Moguel abordó el tema: “Comunicando malas noticias: ¿Cómo decir lo que no se quiere oír?” Comentó que para escuchar a un corazón se necesita más que un estetoscopio y que para ofrecer una mala noticia el médico debe disponer de información suficiente del paciente, brindar información entendible, sin tecnicismos, dar soporte y desarrollar un plan; nunca hacerlo en un pasillo sino en privado y con prudencia, mirando a los ojos del paciente o de sus familiares. Se valió para ello de un pensamiento del famoso físico matemático Albert Einstein que dijo: “Es malo y preocupante saber mal lo que se sabe, no saber lo que se debe y saber lo que no se debiera”.
En su intervención, el Dr. Uriah Vergara con el tema “Voluntades anticipadas” preguntó ¿Es posible gestionar el proceso de morir?, refiriéndose a la Ley de Voluntad Anticipada que por decreto del 07 de enero del 2008 se publicó en la Gaceta Oficial en la Ciudad de México y en cuyo contenido se expresa que dicha voluntad puede ser suscrita por cualquier sujeto enfermo en etapa terminal o en sus últimos días. Tales voluntades anticipadas se enfocan desde la bioética deliberativa, considerándose valores, hechos (toda la ciencia médica) y la regulación jurídica. Al respecto, el Dr. Vergara señaló que los hechos sin valores son ciegos y los valores sin hechos resultan vacíos, y concluyó con un pensamiento de Vicenzo: “Muchos estudian la forma de alargar la vida cuando lo que podrían hacer es ensancharla”.
Por su parte el Dr. José Alberto Ávila Funes con su tema “La tercera edad: ¿Simple momento para preparar maletas?” Expresó que el envejecimiento puede considerarse como un éxito de la tecnología y el impresionante avance de la medicina y preguntó ¿Es la vejez un fenómeno de fracaso o de decadencia? En su intervención hizo comentarios en relación a la preocupación de hombres y mujeres por tratar de conservarse aparentemente jóvenes, con el pensamiento de que sólo así se puede retrasar la vejez, por lo que hizo la pregunta al auditorio: ¿Qué hacer para evitar el “viejismo”?
¿Tiene el médico la obligación de “tratar” la muerte?, preguntó el Dr. Alberto Palacios Boix al tratar el tema “Tratar al moribundo, morir en la raya” (When the music´s over: cuando la música se acabe) y agregó: La muerte es ineludible, pero ¿Por qué nos preocupa tanto el espectro de la agonía?, y mencionó que toda enfermedad crónica entraña una intimación con la muerte. Comentó el Dr. Palacios que el apego a la vida depende de la impronta amorosa, percepción de integridad, la capacidad de vínculo y reparación, el balance entre la pulsión de vida y pulsión de muerte, la dualidad creatividad-espiritualidad y el sentido de trascendencia.
Por último, el Dr. Arnoldo Krause Weisman habló sobre “El papel del médico al final del camino”. Recomendó que es mejor dar de alta del hospital al paciente en etapa terminal para que se vaya a morir a su casa. No nos morimos porque estamos enfermos, sino porque estamos vivos. No debemos hablar sólo de calidad de vida, sino además de calidad de muerte.
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