Urgen médicos especialistas para hospitales en el Estado.
Varias veces en el año las instituciones del sector salud y seguridad social en el país han publicado en los periódicos de circulación nacional y local, sendas convocatorias en las que solicitan médicos especialistas para atender las necesidades de sus hospitales; generalmente la oferta de trabajo se ha dirigido a las especialidades denominadas troncales, las que incluyen a la pediatría, ginecología y obstetricia, medicina interna y cirugía general, aunque también se han solicitado anestesiólogos, radiólogos, traumatólogos ortopedistas, y epidemiólogos, entre otros. Han sido principalmente la Secretaría de Salud y el Instituto Mexicano del Seguro Social quienes han requerido de dichos profesionales de la medicina. Es posible que se argumente que existe una marcada carencia de estos últimos y que por eso los nosocomios no pueden completar sus plantillas de tan importante recurso humano; en parte es cierta tal aseveración por que no ha habido un incremento sustancial de especialistas en el país, pues ha permanecido restringido el número de vacantes que ofrece el examen nacional de residencias médicas (ENARM).
El mejor ejemplo de ello ha sido el que se aplicó los días 6 al 9 del pasado mes de septiembre, por cierto el número XXXVI, en ocho sedes distribuidas en el país, donde concursaron 28,128 médicos generales, según declaraciones del Secretario de Salud federal Salomón Chertorivski Woldenberg. De esta cantidad sólo resultaron seleccionados 6,100 para las 28 especialidades ofertadas.
Como complemento a lo anterior puede decirse que un significativo porcentaje de los médicos que se gradúan en una especialidad optan por continuar su formación profesional en las llamadas subespecialidades y al concluir alguna de ellas terminan por ser fácilmente aceptados en los hospitales de mayor complejidad de los sectores público y privado; otros se dedican a la atención médica particular de manera exclusiva, por lo que el número de los que pudieran contratarse en los hospitales de menos de 60 camas se reduce de manera considerable.
Pero la insuficiencia de especialistas no es el único factor que influye para que no los haya en los hospitales de “provincia” o también mal llamados “rurales”. Hay que tomar en cuenta otras situaciones que ocurren en la realidad, tales como el hecho de que en las localidades donde se pretende que el recién egresado preste sus servicios no disponen de las comodidades y confort que brindan las grandes ciudades, tales como servicios públicos, plazas comerciales con diversas tiendas departamentales de autoservicio, sitios para el esparcimiento familiar como parques deportivos, gimnasios, salas cinematográficas y de teatro y otro tipo de centros de espectáculos; ni que decir de las zonas habitacionales donde cada vez más se busca que sean dignas, seguras y cercanas a los centros de trabajo, así como de la existencia de planteles escolares públicos y privados que garanticen la educación de los hijos desde el jardín de niños hasta los estudios de educación superior y posgrado.
Hay factores que no se pueden soslayar, uno de ellos tiene que ver con la lógica comparación entre la compleja infraestructura del Instituto Nacional o el Hospital de tercer nivel que fue el hábitat del médico durante su residencia y especialización, con el pequeño nosocomio de pocas camas y servicios donde se laborará ahora. En segundo término están las expectativas salariales de quien se contrata por ocho horas y sin las prestaciones a las que tienen derecho los trabajadores de base; así mismo, la difícil posibilidad de ejercer la docencia en materias de la profesión médica por la ausencia de planteles formadores de recursos humanos para la salud. Finalmente, la limitación de poder obtener ingresos extras con la consulta privada en una población de menos recursos económicos.
Como puede observarse no es nada fácil poder cubrir las vacantes y el reto es decidir las estrategias que permitan lograr el objetivo de ofrecer un servicio permanente y de calidad en el segundo nivel de atención en México.
El mejor ejemplo de ello ha sido el que se aplicó los días 6 al 9 del pasado mes de septiembre, por cierto el número XXXVI, en ocho sedes distribuidas en el país, donde concursaron 28,128 médicos generales, según declaraciones del Secretario de Salud federal Salomón Chertorivski Woldenberg. De esta cantidad sólo resultaron seleccionados 6,100 para las 28 especialidades ofertadas.
Como complemento a lo anterior puede decirse que un significativo porcentaje de los médicos que se gradúan en una especialidad optan por continuar su formación profesional en las llamadas subespecialidades y al concluir alguna de ellas terminan por ser fácilmente aceptados en los hospitales de mayor complejidad de los sectores público y privado; otros se dedican a la atención médica particular de manera exclusiva, por lo que el número de los que pudieran contratarse en los hospitales de menos de 60 camas se reduce de manera considerable.
Pero la insuficiencia de especialistas no es el único factor que influye para que no los haya en los hospitales de “provincia” o también mal llamados “rurales”. Hay que tomar en cuenta otras situaciones que ocurren en la realidad, tales como el hecho de que en las localidades donde se pretende que el recién egresado preste sus servicios no disponen de las comodidades y confort que brindan las grandes ciudades, tales como servicios públicos, plazas comerciales con diversas tiendas departamentales de autoservicio, sitios para el esparcimiento familiar como parques deportivos, gimnasios, salas cinematográficas y de teatro y otro tipo de centros de espectáculos; ni que decir de las zonas habitacionales donde cada vez más se busca que sean dignas, seguras y cercanas a los centros de trabajo, así como de la existencia de planteles escolares públicos y privados que garanticen la educación de los hijos desde el jardín de niños hasta los estudios de educación superior y posgrado.
Hay factores que no se pueden soslayar, uno de ellos tiene que ver con la lógica comparación entre la compleja infraestructura del Instituto Nacional o el Hospital de tercer nivel que fue el hábitat del médico durante su residencia y especialización, con el pequeño nosocomio de pocas camas y servicios donde se laborará ahora. En segundo término están las expectativas salariales de quien se contrata por ocho horas y sin las prestaciones a las que tienen derecho los trabajadores de base; así mismo, la difícil posibilidad de ejercer la docencia en materias de la profesión médica por la ausencia de planteles formadores de recursos humanos para la salud. Finalmente, la limitación de poder obtener ingresos extras con la consulta privada en una población de menos recursos económicos.
Como puede observarse no es nada fácil poder cubrir las vacantes y el reto es decidir las estrategias que permitan lograr el objetivo de ofrecer un servicio permanente y de calidad en el segundo nivel de atención en México.
No hay comentarios.: