Digamos Salud.

Casi ha terminado el 2012, ha pasado la Nochebuena y la Navidad y ahora nos disponemos a despedir el año y recibir el siguiente la noche del 31 de diciembre. Las grandes, medianas y pequeñas empresas hicieron todo lo posible para seducirnos con toda una parafernalia de mercadotecnia desde que se inició octubre, con el fin de adquirirles infinidad de bienes, productos y servicios al riguroso contado, pero sobre todo por medio del crédito a 6, 12, 18 y más meses, con o sin intereses, valiéndose para ello de atractivos slogans comerciales relacionados con la Navidad y el ya acostumbrado “sistema de apartado”. Quienes visitamos las pocas tiendas departamentales en nuestra ciudad de las grandes cadenas de ese tipo, comprobamos lo anterior cuando apenas habían concluido las fiestas patrias y todavía faltaba un mes para conmemorar a nuestros difuntos. Es obvio que tal adelanto no es sino una estrategia mercantilista para influir en el ánimo de las personas a fin de que adquieran lo más que les sea posible, dentro de un margen de tiempo considerablemente mayor al que se destinaba para tal fin en la segunda quincena del último mes del año. Por eso se inventó con estruendosa publicidad “El Buen Fin”, liquidándoles a los trabajadores su aguinaldo o la mitad de él con la debida antelación. El mensaje es bien claro: ¡gasten!, aunque no se compre lo que realmente se necesite, y no existen evidencias contundentes de que efectivamente las llamadas gangas del año sean ciertas. Si no se utilizó el efectivo del aguinaldo el clásico “tarjetazo” fue más que evidente.

Hoy, el sentido de la Navidad en muchos hogares se ha reducido simplemente a la falsa idea de sentirse felices y soñados con la adquisición de bienes materiales. También con la aparición en escena por doquier, del internacionalmente famoso Santa Claus, símbolo de otras culturas, principalmente anglosajonas, tan pleno de vigor que hasta presume su obesidad, personaje que de la veneración ha pasado al franco choteo en infinidad de grotescas expresiones por parte del mismo comercio organizado y también de la misma sociedad. Su aparición en nuestro país ha penetrado ha tal grado que la niñez espera con ansia sin igual su presencia, aunque no todos los hogares dispongan de una chimenea por donde se introduzca el barbudo bonachón de rojo. Lo trágico y catastrófico es el doble gasto que llegan a realizar los padres de familia porque regalan juguetes a sus hijos “traídos por Santa Claus” y posteriormente hacen lo propio la noche del cinco de enero como obsequio de los también vilipendiados “Reyes Magos”.

Pero por otra parte, el espíritu de la Navidad se ha convertido para no pocos en un mero pretexto para el consumo sin medida de bebidas alcohólicas y la juerga en sitios de disipación, donde acuden por igual hombres y mujeres. Puedo apostar que la palabra bacanal es perfectamente empleada en muchos casos, porque en eso terminan las ruidosas fiestas de quienes eliminan de su vida el verdadero significado de la Nochebuena y de la Navidad. Sería inútil y totalmente fuera de contexto concebir que la humanidad no festeje sana y moderadamente el magno acontecimiento de quien nació hace 20 siglos para convertirse en el más universal de los humanos y en Dios según las creencias religiosas. Es tal la trascendencia de su vida y obra que su nacimiento en un humilde pesebre ha sido el motor y motivo fundamental para convertir al mes de diciembre y parte de enero, en el periodo de tiempo más esperado de cada año.

Finalmente, la conclusión de un año y el arribo del siguiente, siempre nos conducen a la reflexión respecto de lo que ya pasó y no tiene punto de retorno, y a pedir buenos deseos o propósitos para que se cumplan en los próximos 365 días. Lo hacemos para nosotros mismos pero también los expresamos a quienes nos rodean o a quienes conocemos, incluso a las personas que llegamos a encontrarnos en la calle. Sin duda el principal deseo es tener salud, porque sin ella es imposible que se cumplan los demás deseos. La salud es el mejor tesoro que podemos poseer por encima de todas las riquezas materiales. Por ello, los invito a que digamos salud para que gocemos de ella en el 2013.

No hay comentarios.:

Con tecnología de Blogger.