Niños por doquier.

En un viaje de vacaciones al Puerto de Acapulco hace ya varios ayeres mi esposa y yo nos hospedamos en un hotel ubicado en la costera Miguel Alemán; recuerdo bien que estuvimos en el piso 11, más o menos a la mitad del colosal inmueble, desde donde se podía tener una hermosísima vista diurna y mejor nocturna de toda la bahía. Era el mes de julio, en el que los niños y jóvenes de todos los niveles de educación escolar de nuestro país disfrutan, muchos de ellos con sus padres, del ansiado periodo de descanso veraniego, por ello buen número de familias también se encontraba en esos días en el bello puerto y por supuesto en “nuestro hotel”. Fue la última vez que vacacionamos cuando hay demasiados niños en los sitios de recreo, pues en el mismo hotel los había correteándose y gritando en los pasillos, bajando y subiendo en los elevadores, en los que por cierto manipulaban los controles para que aquellos se detuvieran en cada piso, con lo que causaban la natural molestia de los adultos que nada teníamos que ver con sus juegos.

Había tantos niños por doquier que eran la mayoría de los comensales en los restaurantes, en las albercas, en las salas de juegos, en la playa, vamos, podría afirmarse que si uno abría las llaves de los lavabos en lugar de agua brotaban niños. De ese tamaño era la situación. A mi se me ocurrió adquirir una lancha inflable con sus remos y al segundo día de nuestra estancia me introduje en la mayor de las albercas para estrenar el artefacto, pero finalmente no pude maniobrarla ante el acoso constante de niños, jóvenes y adultos que los acompañaban por el peligro de que pudiera descargar, sin querer, un golpe de timón en alguno de ellos. Fue tal la frustración que me causó el fracaso de mi atrevida empresa que hasta la fecha permanece guardada la dichosa lancha en su empaque original.

En realidad, los menores de 15 años de edad han representado un porcentaje significativo de toda la población en el mundo y México no ha sido la excepción. En 1910 eran el 42%, y esa misma cifra lo fue para 1950, aunque cerca de la mitad de las defunciones que ocurrían en el país se concentraba en ese mismo grupo de población, fundamentalmente por efecto de las enfermedades transmisibles. La cifra más alta se observó en la década de los 70´s cuando llegó a alcanzar el 46%; eran los tiempos en que las familias solían ser numerosas, tanto que la cantidad de hijos por pareja oscilaba entre los 8 y los 25, es decir la fecundidad y la natalidad eran muy elevadas en comparación con lo que se observa actualmente y a pesar de que la mortalidad general seguía manteniéndose alta, sin embargo la población continuó su tendencia ascendente hasta que comenzaron los efectos de las políticas de control natal impulsadas en el sexenio del presidente Luís Echeverría Álvarez, de tal manera que ya en el siglo XXI los indicadores antes mencionados se han reducido considerablemente. En la vida diaria podemos constatar que por lo menos en las áreas urbana y suburbana las jóvenes parejas han optado por tener un máximo de dos hijos y son las menos que llegan a tres.

Aun así, todos los días podemos observar, por exagerar, que a cada paso que damos nos encontramos con una mujer embarazada en todas partes. Tan sólo las páginas de sociales de los periódicos locales no hay día en que no aparezca la celebración del llamado “baby shower” o “fiesta de canastilla” para la futura mamá y en los hospitales públicos y privados llegan a este mundo miles de nuevos seres humanos que se incorporan con nosotros, los que ya tenemos tiempo circulando en nuestro planeta. En este último ocurren 252 nacimientos cada minuto, o sea ¡4.2 por segundo! Por eso es que de los poco más de los 7 mil millones de habitantes en el mundo el 26.3% son menores de 15 años de edad, casi 945 millones de mujeres y 884 millones de hombres. En México el dato más reciente es de 28.2%.

No son pocas las expresiones en el sentido de que ya somos muchos; en verdad eso es cierto, pero nosotros mismos nos encargamos de promover entre nuestros hijos que nos obsequien por lo menos un nieto y ellos muy obedientes cumplen la tarea, así nos sucedió apenas con nuestra hija Verónica. Bienvenidos los niños. ¡Felicidades este 30 de abril!

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