Aportaciones del GEVIHSS.
La semana pasada se realizó en la Riviera Maya el Congreso Internacional del Grupo de Estudios en VIH del Sureste (GEVIHSS), con sus X Sesiones Clínicas y III Mesas redondas, organizado en forma conjunta con su símil del norte del país (VIHNO) y la IAPAC (Asociación Internacional de Proveedores de Cuidados a pacientes de Sida). Participaron prestigiados conferencistas médicos de España, Estados Unidos, Argentina, Belice y de nuestro país, y luego de tres días del evento coincido con lo expresado por David Alberto Murillo de Amigos Contra el Sida, en que la principal aportación del congreso fue la afirmación de que en el tratamiento no es suficiente lograr que el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) sea indetectable en los pacientes, sino que lo trascendente es que estos no tengan que padecer enfermedades tales como la cirrosis hepática, insuficiencia renal, hipertensión arterial, diabetes mellitus, elevación sostenida y permanente del colesterol y de los triglicéridos que se asocian con infarto al miocardio y trombosis cerebral. Para ello, como se dijo, es vital que el médico individualice cada tratamiento, conozca perfectamente a cada paciente, domine el conocimiento de todos los medicamentos y muy especialmente sus efectos adversos, secundarios y colaterales.
Pero hay algo más, la indetectabilidad debe traducirse como una carga viral de cero, es decir ninguna partícula viral en los estudios de laboratorio, porque lamentablemente el VIH es sumamente mutable, lo que pone en riesgo el tratamiento y con ello los efectos deseables en los pacientes, de ahí el valor de lo expresado en el párrafo anterior. No puede soslayarse en las conclusiones del congreso que el tratamiento contra el VIH está derivando en una creciente aparición de enfermedades asociadas al envejecimiento.
A 32 años del conocimiento oficial de los primeros casos de SIDA en el mundo, la ciencia médica ha tenido una impresionante evolución. Desde que el virólogo francés Luc Montagnier logró aislar por primera vez el VIH, los efectos de este microorganismo al penetrar a los linfocitos y replicarse en ellos, ha sido uno de los más investigados, a tal grado que la industria farmacéutica ha dado pasos extraordinarios para fabricar una treintena de medicamentos que actúan mediante diversos mecanismos para obstaculizar la replicación del virus. Es aquí donde radica la importancia de que los pacientes con el VIH o más aún, con Sida, deben ser atendidos exclusivamente por médicos con amplios conocimientos y experiencia clínica comprobada en esta materia. Por ello, existen universidades en el mundo que ofertan estudios de posgrado a nivel de maestría en VIH/Sida.
Precisamente en el congreso al que me he referido, una vez más ha quedado demostrado que la medicina actual, la medicina moderna, se ha super especializado tanto que en todos los países existen médicos que únicamente se concretan a tratar pacientes con VIH/Sida, aunque como el abordaje de estos debe ser integral, también es necesario que otros especialistas conozcan los intríngulis de la infección y su adecuado manejo; tal es el caso del cardiólogo, neumólogo, dermatólogo, proctólogo, neurólogo, psiquiatra, oftalmólogo, etc., y en el caso de la mujer el ginecólogo y por supuesto el pediatra si se trata de niños.
Por otra parte, el médico especialista en VIH/Sida tiene que habituarse a la manera tan suigéneris como exponen los conferencistas de nuestros días cuando se trata de comparar efectos positivos y negativos entre un medicamento y otro, o cuando se trata de evaluar diferentes combinaciones de fármacos. Es obvio que la industria farmacéutica se encuentra en una franca competencia para obtener y ofertar un producto que reúna mayores cualidades y beneficios terapéuticos sobre los otros que se encuentran en el mercado. Para el caso que nos ocupa la consecuencia ha sido positiva porque cada vez más nos acercamos precisamente al ideal de un antirretroviral: que sus efectos contribuyan a que no se detecte el virus, que los efectos indeseables sean mínimos y que la existencia del paciente transcurra con calidad de vida.
Pero hay algo más, la indetectabilidad debe traducirse como una carga viral de cero, es decir ninguna partícula viral en los estudios de laboratorio, porque lamentablemente el VIH es sumamente mutable, lo que pone en riesgo el tratamiento y con ello los efectos deseables en los pacientes, de ahí el valor de lo expresado en el párrafo anterior. No puede soslayarse en las conclusiones del congreso que el tratamiento contra el VIH está derivando en una creciente aparición de enfermedades asociadas al envejecimiento.
A 32 años del conocimiento oficial de los primeros casos de SIDA en el mundo, la ciencia médica ha tenido una impresionante evolución. Desde que el virólogo francés Luc Montagnier logró aislar por primera vez el VIH, los efectos de este microorganismo al penetrar a los linfocitos y replicarse en ellos, ha sido uno de los más investigados, a tal grado que la industria farmacéutica ha dado pasos extraordinarios para fabricar una treintena de medicamentos que actúan mediante diversos mecanismos para obstaculizar la replicación del virus. Es aquí donde radica la importancia de que los pacientes con el VIH o más aún, con Sida, deben ser atendidos exclusivamente por médicos con amplios conocimientos y experiencia clínica comprobada en esta materia. Por ello, existen universidades en el mundo que ofertan estudios de posgrado a nivel de maestría en VIH/Sida.
Precisamente en el congreso al que me he referido, una vez más ha quedado demostrado que la medicina actual, la medicina moderna, se ha super especializado tanto que en todos los países existen médicos que únicamente se concretan a tratar pacientes con VIH/Sida, aunque como el abordaje de estos debe ser integral, también es necesario que otros especialistas conozcan los intríngulis de la infección y su adecuado manejo; tal es el caso del cardiólogo, neumólogo, dermatólogo, proctólogo, neurólogo, psiquiatra, oftalmólogo, etc., y en el caso de la mujer el ginecólogo y por supuesto el pediatra si se trata de niños.
Por otra parte, el médico especialista en VIH/Sida tiene que habituarse a la manera tan suigéneris como exponen los conferencistas de nuestros días cuando se trata de comparar efectos positivos y negativos entre un medicamento y otro, o cuando se trata de evaluar diferentes combinaciones de fármacos. Es obvio que la industria farmacéutica se encuentra en una franca competencia para obtener y ofertar un producto que reúna mayores cualidades y beneficios terapéuticos sobre los otros que se encuentran en el mercado. Para el caso que nos ocupa la consecuencia ha sido positiva porque cada vez más nos acercamos precisamente al ideal de un antirretroviral: que sus efectos contribuyan a que no se detecte el virus, que los efectos indeseables sean mínimos y que la existencia del paciente transcurra con calidad de vida.
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