Bertha Elena Muñoz Mier.
No fui de aquellos que la hayan escuchado en Radio Universidad cuando el movimiento social de la capital del Estado en el aciago y cada vez más lejano 2006, cuando surgió la ya famosa APPO. Tampoco sabía que hubiese sido conductora en esa estación de radio. Si sé, principalmente por lo expresado en los medios de comunicación en aquellos días, que se atrevió, micrófono en mano, a arengar con vehemencia a los que la escucharon, para que volcaran todas sus energías en su denodada lucha, hasta las últimas consecuencias, por los objetivos de dichos actos de rebeldía en contra de una administración gubernamental. En su momento, cuando lo supe, me pareció sumamente descabellada y poco creíble su intervención en la APPO; llegué a pensar que no estaba muy bien de su salud mental para llegar a semejante atrevimiento. ¿Por qué está ahí, me preguntaba yo mismo? Sinceramente no le conocía ese rasgo de su personalidad, aunque después reflexioné que encajaba perfectamente en ella, porque siempre había sido una luchadora social, una mujer empoderada por su elevada autoestima como tal y muy comprometida con la sociedad desde su amplia visión como profesional de la medicina y como salubrista.
Bertha Elena fue una alumna brillante de la Facultad de Medicina de la gloriosa Universidad Nacional Autónoma de México; en ella llegó a colaborar como coordinadora de los ciclos escolares XI y XII, los que tenían que ver con el internado de pregrado y el servicio social. En 1976 realizó la Maestría en Salud Pública en la antigua Escuela de la Secretaría de Salud que formaba a los futuros cuadros de salubristas del país y de un buen número de naciones del Caribe, Centro y Sudamérica. Eran entonces generaciones selectas las que cursaban estudios de posgrado en ese plantel, ubicado en un inmueble de la Colonia Lomas de Plateros de la Ciudad de México y en donde compartía espacio con la Dirección General de Epidemiología de la propia secretaría del ramo. Quince años más tarde la Escuela de Salud Pública dejó el Distrito Federal para integrarse al recién inaugurado Instituto Nacional de Salud Pública construido en la Ciudad de Cuernavaca, Mor.
La época en la que hizo su Maestría Bertha Elena, fungía como director el Dr. Luís Peregrina Pellón, quien fortaleció y consolidó el prestigio de la Escuela de Salud Pública de México y continuó con la fama de esta última en cuanto a la rigurosidad en la aplicación de su reglamento, tanto con los alumnos como con los profesores. Pues bien, Bertha Elena formó parte de una docena de alumnos, entre más de cien, que fue distinguida por su elevado promedio final. Me precio de haber formado parte de esa generación.
La que con la APPO se ganó el mote de la “Dra. Escopeta” trabajó un tiempo en el Estado de Yucatán. La vida hizo que nos encontráramos de nuevo y yo influí para que el Dr. Juan Cedeño Ferreira, entonces jefe de los Servicios Coordinados de Salud Pública en el Estado, aceptara a la Dra. Muñoz Mier ofreciéndole una plaza en el Centro de Salud Urbano Núm. 1 de la Ciudad de Oaxaca. Su labor ahí, como Epidemióloga fue muy encomiable y trascendente. Entre otras acciones involucró a las Enfermeras con más años de servicio para crear un teatro guiñol y con ello brindaron a la niñez los mensajes de la prevención de distintas enfermedades. Posteriormente pasó a incorporarse como jefe del Departamento de Epidemiología del Hospital General “Dr. Aurelio Valdivieso” y casi de manera simultánea ingresó como profesora en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca; en ambas rebasó los 30 años de servicio, ganándose el respeto y el reconocimiento por sus amplia preparación y experiencia profesional y por su indiscutible capacidad analítica y resolutiva. Indiscutible su lucha contra el Sida al inicio de los años 90’s. Todavía hay mucho más que decir de ella, pero otra vez será; mientras tanto, la recuerdo con su inseparable taza de café y un cigarrillo en la mano, hábito que lamentablemente adquirió en su juventud y no lo pudo evitar. Hoy que se encuentra delicada de salud, le deseo que no sufra y que Dios la ayude a transitar lo mejor posible hacia su recuperación.
Bertha Elena fue una alumna brillante de la Facultad de Medicina de la gloriosa Universidad Nacional Autónoma de México; en ella llegó a colaborar como coordinadora de los ciclos escolares XI y XII, los que tenían que ver con el internado de pregrado y el servicio social. En 1976 realizó la Maestría en Salud Pública en la antigua Escuela de la Secretaría de Salud que formaba a los futuros cuadros de salubristas del país y de un buen número de naciones del Caribe, Centro y Sudamérica. Eran entonces generaciones selectas las que cursaban estudios de posgrado en ese plantel, ubicado en un inmueble de la Colonia Lomas de Plateros de la Ciudad de México y en donde compartía espacio con la Dirección General de Epidemiología de la propia secretaría del ramo. Quince años más tarde la Escuela de Salud Pública dejó el Distrito Federal para integrarse al recién inaugurado Instituto Nacional de Salud Pública construido en la Ciudad de Cuernavaca, Mor.
La época en la que hizo su Maestría Bertha Elena, fungía como director el Dr. Luís Peregrina Pellón, quien fortaleció y consolidó el prestigio de la Escuela de Salud Pública de México y continuó con la fama de esta última en cuanto a la rigurosidad en la aplicación de su reglamento, tanto con los alumnos como con los profesores. Pues bien, Bertha Elena formó parte de una docena de alumnos, entre más de cien, que fue distinguida por su elevado promedio final. Me precio de haber formado parte de esa generación.
La que con la APPO se ganó el mote de la “Dra. Escopeta” trabajó un tiempo en el Estado de Yucatán. La vida hizo que nos encontráramos de nuevo y yo influí para que el Dr. Juan Cedeño Ferreira, entonces jefe de los Servicios Coordinados de Salud Pública en el Estado, aceptara a la Dra. Muñoz Mier ofreciéndole una plaza en el Centro de Salud Urbano Núm. 1 de la Ciudad de Oaxaca. Su labor ahí, como Epidemióloga fue muy encomiable y trascendente. Entre otras acciones involucró a las Enfermeras con más años de servicio para crear un teatro guiñol y con ello brindaron a la niñez los mensajes de la prevención de distintas enfermedades. Posteriormente pasó a incorporarse como jefe del Departamento de Epidemiología del Hospital General “Dr. Aurelio Valdivieso” y casi de manera simultánea ingresó como profesora en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca; en ambas rebasó los 30 años de servicio, ganándose el respeto y el reconocimiento por sus amplia preparación y experiencia profesional y por su indiscutible capacidad analítica y resolutiva. Indiscutible su lucha contra el Sida al inicio de los años 90’s. Todavía hay mucho más que decir de ella, pero otra vez será; mientras tanto, la recuerdo con su inseparable taza de café y un cigarrillo en la mano, hábito que lamentablemente adquirió en su juventud y no lo pudo evitar. Hoy que se encuentra delicada de salud, le deseo que no sufra y que Dios la ayude a transitar lo mejor posible hacia su recuperación.
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