Cáncer de mama: “tómatelo a pecho”.
He tomado tal slogan de la Fundación Mexicana para la Salud que publicó una breve pero excelente numeralia del cáncer de mama en el año 2011, para destacar que estamos en el mes del lazo rosa, símbolo de respuesta contra dicha enfermedad. Mes en el que el color rosa se vuelve una imagen cotidiana y cuyos orígenes se remontan al año de 1991, cuando cada participante de la Maratón de Nueva York recibió un pequeño lazo rosa; la idea inicialmente introducida por la Fundación Susan G. Komen del Cáncer de Mama, prendió de inmediato a partir de ese evento deportivo.
Desde entonces a la fecha, se generaron maratones, caminatas o marchas para obtener fondos en apoyo a los institutos de investigación, para la atención médica y para fortalecer las acciones de prevención, se han impreso diversas estampillas y se han colocado en el mercado monedas de plata alusivas al tema; pero lo que más conoce y recuerda la población es la iluminación color de rosa de inmuebles y monumentos famosos en el mundo, como lo hemos observado en los noticieros que se transmiten por la televisión y en el caso de nuestro país, en la capital y en las ciudades más importantes.
¿Por qué el color rosa? Una de las explicaciones es porque en el mundo occidental ese color es propio de la mujer; en ese sentido, cuando nace una niña todos los obsequios que recibe son de color rosa, en cambio en los niños predomina el color azul. Por otra parte, el rosa es brillante, vibrante y ofrece una sensación de salud y bienestar, mientras que el cáncer es todo lo contrario.
El cáncer de mama es una epidemia y como tal constituye una prioridad en salud; es una terrible amenaza para la esperanza de vida de las mujeres, el bienestar de las familias, el equilibrio de los sistemas de salud y la estabilidad de la sociedad en su conjunto. En México es uno de los más grandes retos para la salud de la mujer en edad adulta de todas las edades y de todos los niveles sociales; es una de las primeras causas de muerte y discapacidad en los grupos de edad comprendidos entre los 30 y 54 años. A partir del año 2006 la mortalidad por este padecimiento ya es mayor al del cáncer cérvicouterino y se ubica como la primera causa de mortalidad por tumores malignos entre las mujeres y como la segunda causa de mortalidad entre las de edad adulta antes señalada.
Para tratar de explicar el incremento del cáncer de mama, entre las hipótesis más sólidas que se citan son: que actualmente las mujeres tienen menos embarazos y estos ocurren en etapas cada vez más tardías; la reducción de la lactancia materna, el uso de terapia de reemplazo de hormonas, modificaciones en los hábitos alimenticios y diversos factores de riesgo ambiental y epidemiológico.
En México se ha promovido la detección temprana, se ha hecho énfasis en la autoexploración, el examen clínico y la mamografía; se estableció la norma de que se practique un examen clínico anual por personal capacitado, para todas las mujeres que acudan a un centro de salud, de 26 años o más; se ha recomendado la mamografía anual o bianual para todas las mujeres de 40 a 49 años con factores de riesgo específicos y una vez al año para todas las mujeres de 50 años o mayores. Sin embargo, no existe todavía la garantía de un cabal cumplimiento de la normatividad, pues no hay suficientes recursos humanos capacitados y sensibilizados y se carece de equipamiento, sobre todo en las entidades con menor grado de desarrollo en nuestro país.
La introducción de la atención de mujeres con cáncer de mama en el paquete de enfermedades y servicios del Programa del Seguro Popular en el año 2007, permite que cualquier mujer diagnosticada con cáncer de mama, tenga el derecho de recibir atención médica integral con fondos públicos. Ese ha sido un gran paso, pero falta cumplirlo ad integrum.
La mayoría de las muertes por cáncer de mama pueden evitarse. La correcta autoexploración mamaria, el examen clínico por personal médico capacitado y la mamografía bien indicada, son herramientas básicas para contrarrestar este grave problema social. ¡Qué bueno que la Sociedad Oaxaqueña de Salud Pública aborde este tema, en el marco de su LXIX Reunión Anual que concluye este día!
Desde entonces a la fecha, se generaron maratones, caminatas o marchas para obtener fondos en apoyo a los institutos de investigación, para la atención médica y para fortalecer las acciones de prevención, se han impreso diversas estampillas y se han colocado en el mercado monedas de plata alusivas al tema; pero lo que más conoce y recuerda la población es la iluminación color de rosa de inmuebles y monumentos famosos en el mundo, como lo hemos observado en los noticieros que se transmiten por la televisión y en el caso de nuestro país, en la capital y en las ciudades más importantes.
¿Por qué el color rosa? Una de las explicaciones es porque en el mundo occidental ese color es propio de la mujer; en ese sentido, cuando nace una niña todos los obsequios que recibe son de color rosa, en cambio en los niños predomina el color azul. Por otra parte, el rosa es brillante, vibrante y ofrece una sensación de salud y bienestar, mientras que el cáncer es todo lo contrario.
El cáncer de mama es una epidemia y como tal constituye una prioridad en salud; es una terrible amenaza para la esperanza de vida de las mujeres, el bienestar de las familias, el equilibrio de los sistemas de salud y la estabilidad de la sociedad en su conjunto. En México es uno de los más grandes retos para la salud de la mujer en edad adulta de todas las edades y de todos los niveles sociales; es una de las primeras causas de muerte y discapacidad en los grupos de edad comprendidos entre los 30 y 54 años. A partir del año 2006 la mortalidad por este padecimiento ya es mayor al del cáncer cérvicouterino y se ubica como la primera causa de mortalidad por tumores malignos entre las mujeres y como la segunda causa de mortalidad entre las de edad adulta antes señalada.
Para tratar de explicar el incremento del cáncer de mama, entre las hipótesis más sólidas que se citan son: que actualmente las mujeres tienen menos embarazos y estos ocurren en etapas cada vez más tardías; la reducción de la lactancia materna, el uso de terapia de reemplazo de hormonas, modificaciones en los hábitos alimenticios y diversos factores de riesgo ambiental y epidemiológico.
En México se ha promovido la detección temprana, se ha hecho énfasis en la autoexploración, el examen clínico y la mamografía; se estableció la norma de que se practique un examen clínico anual por personal capacitado, para todas las mujeres que acudan a un centro de salud, de 26 años o más; se ha recomendado la mamografía anual o bianual para todas las mujeres de 40 a 49 años con factores de riesgo específicos y una vez al año para todas las mujeres de 50 años o mayores. Sin embargo, no existe todavía la garantía de un cabal cumplimiento de la normatividad, pues no hay suficientes recursos humanos capacitados y sensibilizados y se carece de equipamiento, sobre todo en las entidades con menor grado de desarrollo en nuestro país.
La introducción de la atención de mujeres con cáncer de mama en el paquete de enfermedades y servicios del Programa del Seguro Popular en el año 2007, permite que cualquier mujer diagnosticada con cáncer de mama, tenga el derecho de recibir atención médica integral con fondos públicos. Ese ha sido un gran paso, pero falta cumplirlo ad integrum.
La mayoría de las muertes por cáncer de mama pueden evitarse. La correcta autoexploración mamaria, el examen clínico por personal médico capacitado y la mamografía bien indicada, son herramientas básicas para contrarrestar este grave problema social. ¡Qué bueno que la Sociedad Oaxaqueña de Salud Pública aborde este tema, en el marco de su LXIX Reunión Anual que concluye este día!
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