Cuatro paradigmas de la Medicina.
A propósito del Día del Médico, en octubre del año 2000 la editorial Porrúa publicó la primera edición del libro: “Cartas a un joven mexicano estudiante de medicina”, cuyo coordinador, el Lic. Mario Melgar Adalid, logró compilar el pensamiento crítico y pleno de humanismo de 112 insignes médicos de nuestro país. El prólogo, por cierto, lo escribió en Tlacochahuaya Don Andrés Henestrosa. El día 23 de este mes, cuatro de los médicos escribientes en ese libro fueron objeto de un justo homenaje, develándose el busto de cada uno de ellos en la Explanada de los Médicos Ilustres de la Secretaría de Salud federal, con la asistencia del presidente de la República. Por su contenido me he permitido reproducir una pequeña parte de lo que expresaron hace trece años los cuatro médicos homenajeados.
“Hace algunos años diserté ante quienes ingresaban, entonces, a la Facultad de Medicina, sobre lo que consideré el decálogo del buen estudiante. Espero que te sean de utilidad: 1. La medicina tiene un alto grado de complejidad, por lo tanto, hay que acometerla con toda seriedad, sea el ejercicio de la clínica, la investigación biomédica o la salud pública; 2. Estudia para aprender, no para pasar exámenes. Acuérdate que el que sabe pasa aunque no quiera; 3. No te conformes con lo que te ofrece tu profesor en la clase; 4. Usa los textos en su idioma original; 5. Procura entender muy bien lo que lees para razonarlo y relacionarlo con otras piezas del conocimiento, lo que facilitará su asimilación, más que “machetear” el texto; 6. Acostúmbrate a tener continuidad en los estudios, pues si dejas lagunas, esos huecos te afectan para el aprendizaje; 7. No pretendas especializarte tempranamente en tus estudios; 8. Sé respetuoso con tus maestros, además de agradecido; 9. Ten presente que te preparas no sólo para la medicina de hoy, sino para la que habrá de venir y 10. Procura mantener siempre el anhelo de enseñar para retornar con creces lo que recibes”. Dr. Guillermo Soberón Acevedo.
“Con todos sus problemas actuales, y los muchos que le esperan en el futuro, cuando tú estarás ejerciendo tu profesión médica, la medicina seguirá siendo la más bella, la más estimulante, la más noble, la más humana y la más satisfactoria de todas las profesiones. Yo la he disfrutado de esa manera durante toda mi vida profesional, y si tuviera que empezar de nuevo, otra vez escogería ser médico. Nuestro gremio cuenta con algunas de las más grandes figuras de la historia. Te deseo que a través de tu carrera llegues a ser uno más de ellos, pero que esa no sea tu meta, sino cumplir con el último aforismo de Hipócrates, que dice: Curar algunas veces, ayuda con frecuencia; consolar siempre”. Dr. Ruy Pérez Tamayo.
“El siglo XXI será pleno de planteamientos bioéticos, entre otros: Eutanasia asistida, clonación, terapia génica, uso de células troncales embrionarias, aborto “parcial”, “actualización” del Código Helsinki, manipulación del reloj biológico, entre otros. Hago votos para que, durante tu ejercicio profesional, como R. Hutchinson, “no prefieras el conocimiento a la sabiduría, la ciencia sobre el arte, la astucia al sentido común, no considerar a tus enfermos como casos y nunca prescribas medicamentos más agresivos que la enfermedad”. Dr. Jesús Kumate Rodríguez.
“La residencia implica una dedicación de tiempo completo dentro de un hospital, con guardias frecuentes, largas horas de trabajo y algunas horas más que deben ser robadas del sueño, a la familia y a la diversión, que tendrás que dedicar al estudio. Este proceso dura de tres a cinco años, según la disciplina que escojas, al cabo de los cuales deberás sujetarte a un examen final y obtener la certificación que te acredita como un especialista capaz de resolver la mayor parte de los problemas que más adelante verás en tu campo. Por dura que haya sido la residencia la recordarás como una de las mejores épocas de tu vida”. Dr. Fernando Ortiz Monasterio.
Por la profundidad de los conceptos vertidos en el libro que nos ocupa vale la pena su lectura, no sólo por los estudiantes de medicina a quienes está dirigido. Los invito a recorrer ese apasionante camino.
“Hace algunos años diserté ante quienes ingresaban, entonces, a la Facultad de Medicina, sobre lo que consideré el decálogo del buen estudiante. Espero que te sean de utilidad: 1. La medicina tiene un alto grado de complejidad, por lo tanto, hay que acometerla con toda seriedad, sea el ejercicio de la clínica, la investigación biomédica o la salud pública; 2. Estudia para aprender, no para pasar exámenes. Acuérdate que el que sabe pasa aunque no quiera; 3. No te conformes con lo que te ofrece tu profesor en la clase; 4. Usa los textos en su idioma original; 5. Procura entender muy bien lo que lees para razonarlo y relacionarlo con otras piezas del conocimiento, lo que facilitará su asimilación, más que “machetear” el texto; 6. Acostúmbrate a tener continuidad en los estudios, pues si dejas lagunas, esos huecos te afectan para el aprendizaje; 7. No pretendas especializarte tempranamente en tus estudios; 8. Sé respetuoso con tus maestros, además de agradecido; 9. Ten presente que te preparas no sólo para la medicina de hoy, sino para la que habrá de venir y 10. Procura mantener siempre el anhelo de enseñar para retornar con creces lo que recibes”. Dr. Guillermo Soberón Acevedo.
“Con todos sus problemas actuales, y los muchos que le esperan en el futuro, cuando tú estarás ejerciendo tu profesión médica, la medicina seguirá siendo la más bella, la más estimulante, la más noble, la más humana y la más satisfactoria de todas las profesiones. Yo la he disfrutado de esa manera durante toda mi vida profesional, y si tuviera que empezar de nuevo, otra vez escogería ser médico. Nuestro gremio cuenta con algunas de las más grandes figuras de la historia. Te deseo que a través de tu carrera llegues a ser uno más de ellos, pero que esa no sea tu meta, sino cumplir con el último aforismo de Hipócrates, que dice: Curar algunas veces, ayuda con frecuencia; consolar siempre”. Dr. Ruy Pérez Tamayo.
“El siglo XXI será pleno de planteamientos bioéticos, entre otros: Eutanasia asistida, clonación, terapia génica, uso de células troncales embrionarias, aborto “parcial”, “actualización” del Código Helsinki, manipulación del reloj biológico, entre otros. Hago votos para que, durante tu ejercicio profesional, como R. Hutchinson, “no prefieras el conocimiento a la sabiduría, la ciencia sobre el arte, la astucia al sentido común, no considerar a tus enfermos como casos y nunca prescribas medicamentos más agresivos que la enfermedad”. Dr. Jesús Kumate Rodríguez.
“La residencia implica una dedicación de tiempo completo dentro de un hospital, con guardias frecuentes, largas horas de trabajo y algunas horas más que deben ser robadas del sueño, a la familia y a la diversión, que tendrás que dedicar al estudio. Este proceso dura de tres a cinco años, según la disciplina que escojas, al cabo de los cuales deberás sujetarte a un examen final y obtener la certificación que te acredita como un especialista capaz de resolver la mayor parte de los problemas que más adelante verás en tu campo. Por dura que haya sido la residencia la recordarás como una de las mejores épocas de tu vida”. Dr. Fernando Ortiz Monasterio.
Por la profundidad de los conceptos vertidos en el libro que nos ocupa vale la pena su lectura, no sólo por los estudiantes de medicina a quienes está dirigido. Los invito a recorrer ese apasionante camino.
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