Guelaguetza 2014

Cualquiera podría preguntarse por qué abordo este tema ahora cuando estamos a casi siete meses de que vivamos una vez más nuestra Guelaguetza en su representación del Lunes del Cerro. Lo que pasa, expresión muy común entre los jóvenes de hoy cuando tratan de explicarle algo a uno, es que hace algunos años el área de preparación y consumo de alimentos típicos fue cambiada a un terreno que anteriormente servía de estacionamiento de automóviles, cuyos ocupantes asistían precisamente a la Rotonda de la Azucena para disfrutar del magno espectáculo u otro evento programado en ese lugar. Cuando propios y extraños subíamos las tradicionales escaleras rodeadas de sombrosos árboles desde su inicio en su intersección con la calle de Crespo, o nos dirigíamos al auditorio caminando por la acotación de la carretera internacional, un objetivo primordial era llegar primero a alguna de las fondas que provisionalmente se instalaban alrededor de la estatua de nuestro Benemérito, en donde podíamos degustar un riquísimo chocolate de agua o con leche, un atole blanco, champurrado o simplemente café de olla, cualquiera de ellos acompañado del llamado “pan de yema” o “pan resobado”; luego nos íbamos directo con el plato fuerte, dejando de lado cualquier tipo de jugo, ensalada o cocktail de frutas. Entonces pedíamos una buena tlayuda, enchiladas, entomatadas, enfrijoladas, enmoladas o dobladitas con el mole coloradito; era difícil no solicitar el bienamado tasajo o la cecina, un plato de frijoles de la olla, con “yerba de conejo”; había quien prefería alguno de los tamales de la gran variedad de la gastronomía oaxaqueña y también unas “sabrosas” empanadas de amarillo, de flor de calabaza o de quesillo; la mayoría de los comensales realizaba el “maridaje” con un refresco cuya empresa ya se había encargado de colocar su propio almacén para la distribución del producto.

Durante muchos años las autoridades sanitarias de los Servicios de Salud de Oaxaca y del Municipio de Oaxaca de Juárez se han coordinado para verificar la calidad de bebidas, agua y alimentos, la pulcra presentación de los vendedores y sobre todo la aplicación de las buenas prácticas de higiene. En general, y lo afirmo porque lo viví, muy pocos vendedores ambulantes transgredían el reglamento sanitario, la mayoría habían asistido previamente a recibir capacitación en la materia, por lo que recibían su respectiva constancia. Cada Lunes del Cerro era insignificante la cantidad de alimentos y bebidas decomisados por no encontrarse en óptimas condiciones de higiene y fue una rareza que no se permitiera a alguna persona ganarse unos centavos por el incumplimiento de las medidas sanitarias para trabajar. Uno podía observar, como sucede ahora, al personal del área blanca de la salud, con su respectiva bata blanca y su gafete de identificación cumpliendo con la misión de cuidar la salud de los visitantes y de los propios oaxaqueños. Pero había algo en común que permitía y facilitaba el trabajo de los verificadores, el hecho de que el piso donde se colocaban los puestos de vendimias y fondas fuera de cemento; podría decirse que el ambiente era más sano y que los comensales se retiraban satisfechos por las actividades desplegadas y por el sitio donde ingerían sus alimentos. Pero como expresé al principio, la situación se modificó por que ahora el área de consumo de alimentos y bebidas no es un sitio adecuado para tal fin y no es propio de una ciudad que es Patrimonio Mundial de la Humanidad. El cambio debió ajustarse a un proyecto arquitectónico en el que se estableciera, como mínimo, que todo el piso del lugar tendría que estar encementado y con la infraestructura de servicios públicos: agua, drenaje, energía eléctrica, sanitarios y lavabos, para hombres y mujeres, clientes y vendedores. Con visión futurista hasta locales comerciales podrían instalarse para rentarlos en esas u otras fechas. Una justificación para no realizar tal obra podría ser precisamente el que debe preverse para el siguiente ejercicio presupuestal. De cualquier manera, es una obra de prioridad sanitaria y turística. ¿Será el 2014 el último que funcione como hasta ahora?

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