Factores determinantes de la salud.
El que un individuo o un conglomerado humano goce de salud depende de múltiples factores, esto quiere decir que no es función inherente a las instituciones del ramo, públicas, privadas o sociales, mantener saludable a la población y a sus componentes, aunque se admite la relevancia de la intervención de tales instituciones para el logro de indicadores relativos al nivel de salud.
Hay factores que actúan como determinantes de la salud, pero su impacto, bueno o malo, no es competencia directa del personal sanitario asistencial. La OMS, con fundamento en el modelo de Marc Lalonde, Ministro canadiense de salud en 1974, señaló en 1998 que aquellos “son un conjunto de factores personales, sociales, económicos y ambientales, que determinan el estado de salud de los individuos o de las poblaciones”. Pueden ser biológicos, ambientales, obedecer a estilos de vida o ser producto del nivel de atención sanitaria. Entre los primeros destacan el envejecimiento y la herencia genética, la cual puede ser modificable ahora por la ingeniería genética. Los biológicos pueden ser endógenos, como la diabetes mellitus, la cirrosis hepática y las neoplasias o cánceres; en cambio los exógenos son causados por bacterias, virus y ricketsias. En relación a los factores ambientales tenemos a los de origen físico, como la temperatura, el ruido y las radiaciones; de origen químico como los plaguicidas y los metales pesados; de origen psicológico, cultural y social como la drogadicción y el estrés.
Los factores que tienen que ver con estilos de vida nocivos incluyen abuso de substancias: alcohol, tabaco y drogas ilícitas; conductas violentas; hábitos dietéticos nocivos: comer demasiado, mala alimentación, anorexia y bulimia; sedentarismo; conductas sexuales irresponsables; actividades de riesgo; abuso de medicamentos e incumplimiento del tratamiento médico y mantenerse en un estado de estrés permanente, por ofrecer algunos ejemplos de los más impactantes. De ahí la importancia de la frase del Dr. Elliot Joslin: “Los genes cargan el arma. El estilo de vida tira del gatillo”.
El modelo de Lalonde dio lugar al modelo de A. Lever de 1978. Este investigador realizó un estudio de la mortalidad de los Estados Unidos de Norteamérica, y sus conclusiones arrojaron datos muy significativos para ese país, pues es de llamar la atención que su sistema sanitario contribuía al 11% de la mortalidad, pero se consideró que la intervención en el entorno o medio ambiente la disminuiría en el 19% y la mejora de los estilos de vida en un 43%; de ahí que las autoridades de salud del vecino país del Norte decidieron impulsar la prevención y educación sanitaria.
Vale la pena destacar los factores ambientales pues se han vuelto una grave amenaza para la salud pública; tal es el caso de la inadecuada urbanización, la industrialización sin control y aplicación estricta de medidas regulatorias, la creciente contaminación de los hogares urbanos que se observa en las aguas servidas, la incorrecta disposición de la basura, las emisiones de los vehículos y las descargas industriales; todo ello daña poderosamente la salud de la población, pero fundamentalmente a la más vulnerable por su particular metabolismo, constituida por los niños, las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, así como a las personas de edad avanzada. Todo ello conduce inevitablemente al deterioro de las condiciones de vida, a profundas transformaciones que conllevan a modificar negativamente el ambiente en el que vivimos, al agotamiento de los recursos naturales, contaminación de los ecosistemas, todo lo cual favorece la emergencia y reemergencia de las enfermedades.
Por último, la OMS considera también a los determinantes sociales como el estatus socio económico, el estrés y sus circunstancias, los primeros años de vida y la educación, la exclusión social y todo lo que tiene que ver con el trabajo. Así es que corresponde a los tres niveles de gobierno considerar en sus planes de desarrollo la previsión de acciones para atacar a los factores negativos a la salud, si es que realmente es de su interés lograr un pueblo sano.
Hay factores que actúan como determinantes de la salud, pero su impacto, bueno o malo, no es competencia directa del personal sanitario asistencial. La OMS, con fundamento en el modelo de Marc Lalonde, Ministro canadiense de salud en 1974, señaló en 1998 que aquellos “son un conjunto de factores personales, sociales, económicos y ambientales, que determinan el estado de salud de los individuos o de las poblaciones”. Pueden ser biológicos, ambientales, obedecer a estilos de vida o ser producto del nivel de atención sanitaria. Entre los primeros destacan el envejecimiento y la herencia genética, la cual puede ser modificable ahora por la ingeniería genética. Los biológicos pueden ser endógenos, como la diabetes mellitus, la cirrosis hepática y las neoplasias o cánceres; en cambio los exógenos son causados por bacterias, virus y ricketsias. En relación a los factores ambientales tenemos a los de origen físico, como la temperatura, el ruido y las radiaciones; de origen químico como los plaguicidas y los metales pesados; de origen psicológico, cultural y social como la drogadicción y el estrés.
Los factores que tienen que ver con estilos de vida nocivos incluyen abuso de substancias: alcohol, tabaco y drogas ilícitas; conductas violentas; hábitos dietéticos nocivos: comer demasiado, mala alimentación, anorexia y bulimia; sedentarismo; conductas sexuales irresponsables; actividades de riesgo; abuso de medicamentos e incumplimiento del tratamiento médico y mantenerse en un estado de estrés permanente, por ofrecer algunos ejemplos de los más impactantes. De ahí la importancia de la frase del Dr. Elliot Joslin: “Los genes cargan el arma. El estilo de vida tira del gatillo”.
El modelo de Lalonde dio lugar al modelo de A. Lever de 1978. Este investigador realizó un estudio de la mortalidad de los Estados Unidos de Norteamérica, y sus conclusiones arrojaron datos muy significativos para ese país, pues es de llamar la atención que su sistema sanitario contribuía al 11% de la mortalidad, pero se consideró que la intervención en el entorno o medio ambiente la disminuiría en el 19% y la mejora de los estilos de vida en un 43%; de ahí que las autoridades de salud del vecino país del Norte decidieron impulsar la prevención y educación sanitaria.
Vale la pena destacar los factores ambientales pues se han vuelto una grave amenaza para la salud pública; tal es el caso de la inadecuada urbanización, la industrialización sin control y aplicación estricta de medidas regulatorias, la creciente contaminación de los hogares urbanos que se observa en las aguas servidas, la incorrecta disposición de la basura, las emisiones de los vehículos y las descargas industriales; todo ello daña poderosamente la salud de la población, pero fundamentalmente a la más vulnerable por su particular metabolismo, constituida por los niños, las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, así como a las personas de edad avanzada. Todo ello conduce inevitablemente al deterioro de las condiciones de vida, a profundas transformaciones que conllevan a modificar negativamente el ambiente en el que vivimos, al agotamiento de los recursos naturales, contaminación de los ecosistemas, todo lo cual favorece la emergencia y reemergencia de las enfermedades.
Por último, la OMS considera también a los determinantes sociales como el estatus socio económico, el estrés y sus circunstancias, los primeros años de vida y la educación, la exclusión social y todo lo que tiene que ver con el trabajo. Así es que corresponde a los tres niveles de gobierno considerar en sus planes de desarrollo la previsión de acciones para atacar a los factores negativos a la salud, si es que realmente es de su interés lograr un pueblo sano.
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