¡Qué solos se quedan los muertos!

Recién hemos dejado atrás una de las celebraciones más esperadas en México, la de “Día de Muertos”, también llamado de los “Fieles Difuntos” o de “Todos Santos”. En los altares, que no faltaron en la mayoría de los hogares, hubo de todo, principalmente alimentos que finalmente terminamos por disfrutar nosotros los vivos; pudimos saborear los que forman parte del riquísimo arte culinario de nuestro Estado, me refiero en este caso al chocolate con “pan de yema”, tamales de muy diversa confección, sobre todo los de mole envueltos en hoja de plátano, mole negro con arroz y como postre dulce de tejocote <aunque también se le conoce como dulce de manzanitas> o la tradicional calabaza en tacha.

Tengo la impresión de que este festejo se adelantó por lo menos una semana, pues se inició con el Hallowen, tradición anglosajona que no es nuestra, pero es innegable que es un proceso cultural irreversible en nuestra sociedad, sobre todo entre la población de niños y adolescentes. ¿Habrá alguien que se atreva a eliminarlo? Menos aun cuando está por de por medio un gran negocio. Precisamente con esta idea del Hallowen se recreó en la Ciudad de México un espectáculo que no había antes y que gracias a la producción de la última película de la serie de James Bond, filmada en el centro histórico de la capital del país, ahora parece que se va a quedar cada año de manera permanente, por todo lo que significa en materia de turismo y recursos económicos. ¿O Usted que cree?

Y a propósito de esta festividad he creído conveniente recordar algunos versos que nos legaron dos extraordinarios poetas, Manuel Acuña y Gustavo Adolfo Bécquer. El primero, nacido en Saltillo, Coahuila en 1849, pero fallecido a temprana edad, a los 24 años, cuando estudiaba la carrera de médico. El segundo, originario de la ciudad de Madrid, en donde nació en 1836 y moriría 34 años después.

De Acuña es el extraordinario poema “Ante un cadáver”, de cuyos versos en rima destaco lo siguiente:

…”La tumba es el final de la jornada, / porque en la tumba es donde queda muerta/ la llama en nuestro espíritu encerrada. Pero en esa mansión a cuya puerta/ se extingue nuestro aliento, hay otro aliento/ que de nuevo a la vida nos despierta. Allí acaban la fuerza y el talento, / allí acaban los goces y los males/ allí acaban la fe y el sentimiento. Allí acaban los lazos terrenales, / y mezclados el sabio y el idiota/ se hunden en la región de los iguales. Pero allí donde el ánimo se agota/ y perece la máquina, allí mismo/ el ser que muere es otro ser que brota. El poderoso y fecundante abismo/ del antiguo organismo se apodera/ y forma y hace de él otro organismo. Abandona a la historia justiciera/ un nombre sin cuidarse, indiferente, / de que ese nombre se eternice o muera. Él recoge la masa únicamente, / y cambiando las formas y el objeto/ se encarga de que viva eternamente. La tumba solo guarda un esqueleto/ más la vida en su bóveda mortuoria/ prosigue alimentándose en secreto. Que al fin de esta existencia transitoria/ a la que tanto nuestro afán se adhiere, / la materia, inmortal como la gloria, / cambia de formas; pero nunca muere”. Versión completa en www.poemas-del-alma.com/manuel-acuna-ante-un-cadaver.htm

Y de Bécquer, los primeros y el último de los versos de “Dios mío, qué solos se quedan los muertos”:

“Cerraron sus ojos/ que aún tenía abiertos, / taparon su cara/ con un blanco lienzo, / y unos sollozando, /otros en silencio, / de la triste alcoba todos se salieron. La luz que en un vaso/ ardía en el suelo, /al muro arrojaba/ la sombre del lecho; / y entre aquella sombra/ veíase a intervalos/ dibujarse rígida la forma del cuerpo. Despertaba el día, /y, a su albor primero, / con sus mil ruidos/ despertaba el pueblo. / Ante aquel contraste/ de vida y misterio, / de luz y tinieblas, / yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solos/ se quedan los muertos! ¿Vuelve el polvo al polvo?/ ¿Vuela el alma al cielo?/ ¿Todo es sin espíritu, / podredumbre y cieno?/ No sé, pero hay algo/ que explicar no puedo, /algo que repugna/ aunque es fuerza hacerlo, / el dejar tan tristes, /tan solos los muertos”. Versión completa en: www.poemas-del-alma.com/rima-Ixxiii.htm#. Hoy sábado 5 de noviembre ya no hay altares. ¡Viene la Navidad!

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