Diabetes, emergencia nacional.
La Secretaría de Salud federal emitió, por primera vez en la historia de la salud pública de nuestro país, una declaratoria de emergencia epidemiológica por una enfermedad no transmisible, en este caso se trata de la Diabetes mellitus. Estamos ante una decisión que surgió de la magnitud de un problema que se ha venido gestando en nuestro país desde hace varias décadas y que ahora se expresa de manera explosiva, colocándose como la segunda causa de muerte a nivel nacional. Las cifras que registra la propia dependencia son, en realidad, la punta del iceberg, porque detrás de cada caso conocido por el sector salud, existe, con toda certeza un número mayor; de por sí eso no es infrecuente que suceda en México con la morbilidad, y los epidemiólogos y quienes manejan las estadísticas de salud lo saben muy bien y lo han reconocido públicamente. En gran medida eso acontece porque todavía no disponemos de una cultura médica, que nos permita ser objeto de un diagnóstico oportuno, de enfermedades que pueden tener un fatal desenlace, sea de manera súbita o a largo plazo, con un terrible y devastador sufrimiento de por medio.
En general, no tenemos una cultura de la prevención y sólo acudimos a consultar a un médico cuando la enfermedad ya está muy avanzada y es causa de sintomatología, que entonces sí nos preocupa. Esta actitud es inherente a cualquier padecimiento, sea de tipo transmisible o crónico degenerativo. Cuántas muertes por Neumonía se podrían evitar si los pacientes le dieran importancia a los que popularmente se conocen como cuadros gripales, que luego se complican por la automedicación y el severo ataque a nuestro sistema inmunológico por la invasión de microorganismos de elevada patogenicidad. Lo mismo puede decirse de una neoplasia que ataca lentamente nuestro cuerpo, hasta que el paciente recibe el diagnóstico certero de la presencia de un cáncer invasivo, al que ya casi no puede hacérsele nada cuando cursa con metástasis. Lo mismo ocurre con enfermedades como la hipertensión arterial, la cirrosis hepática y la propia Diabetes, objeto del presente artículo.
Generalmente pensamos de inmediato que una persona con Diabetes ha cursado primariamente con sobrepeso u obesidad. La ciencia médica ha demostrado una estrecha relación entre ellas, considerando que las últimas son causa básica de la primera. Naturalmente que no todos los pacientes con Diabetes tienen el antecedente de ser “gorditos”, pues existe un componente de tipo hereditario que se transmite entre los integrantes de una misma familia, pero lo cierto es que casi es inevitable que toda persona con sobrepeso u obesidad va a terminar siendo Diabética. Y el ganar peso no se logra de la noche a la mañana, pues la realidad es que es un proceso que puede llevar años, generalmente a partir del inicio de la madurez tanto en hombres como en mujeres; el problema se inicia desde la niñez, cuando en la etapa escolar presentan una ganancia de peso no propia para su edad y estatura, y llegan a la adolescencia con un problema al que pareciera irreversible dar marcha atrás, con demasiados kilos encima, si no se toman las medidas de control.
Cuando se publicó la emergencia epidemiológica conocida como EE-4-2016, se dieron a conocer cifras verdaderamente alarmantes: 98,521 muertes por Diabetes en el 2015, mientras que en 1980 <hace casi cuatro décadas> la cifra fue de 14 mil, es decir 604% de brutal incremento en tan poco tiempo, y el problema es que, según las declaraciones del Dr. Pablo Kuri Morales, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la SSA, se considera que sólo el 25% de los pacientes con Diabetes en nuestro país están controlados. Otros datos que apoyan la emergencia son: el 71.2% de la población adulta y 35% de la población infantil sufre de sobrepeso u obesidad; 9.2% de los primeros tiene Diabetes; el costo por la atención oscila en alrededor de 10 mil millones de pesos anuales y con acciones de prevención se podrían evitar unas 10 mil muertes al año. Si no se asumen con seriedad las estrategias y acciones entre el gobierno y la sociedad, se avecina para el país una verdadera catástrofe epidemiológica, social y económica.
En general, no tenemos una cultura de la prevención y sólo acudimos a consultar a un médico cuando la enfermedad ya está muy avanzada y es causa de sintomatología, que entonces sí nos preocupa. Esta actitud es inherente a cualquier padecimiento, sea de tipo transmisible o crónico degenerativo. Cuántas muertes por Neumonía se podrían evitar si los pacientes le dieran importancia a los que popularmente se conocen como cuadros gripales, que luego se complican por la automedicación y el severo ataque a nuestro sistema inmunológico por la invasión de microorganismos de elevada patogenicidad. Lo mismo puede decirse de una neoplasia que ataca lentamente nuestro cuerpo, hasta que el paciente recibe el diagnóstico certero de la presencia de un cáncer invasivo, al que ya casi no puede hacérsele nada cuando cursa con metástasis. Lo mismo ocurre con enfermedades como la hipertensión arterial, la cirrosis hepática y la propia Diabetes, objeto del presente artículo.
Generalmente pensamos de inmediato que una persona con Diabetes ha cursado primariamente con sobrepeso u obesidad. La ciencia médica ha demostrado una estrecha relación entre ellas, considerando que las últimas son causa básica de la primera. Naturalmente que no todos los pacientes con Diabetes tienen el antecedente de ser “gorditos”, pues existe un componente de tipo hereditario que se transmite entre los integrantes de una misma familia, pero lo cierto es que casi es inevitable que toda persona con sobrepeso u obesidad va a terminar siendo Diabética. Y el ganar peso no se logra de la noche a la mañana, pues la realidad es que es un proceso que puede llevar años, generalmente a partir del inicio de la madurez tanto en hombres como en mujeres; el problema se inicia desde la niñez, cuando en la etapa escolar presentan una ganancia de peso no propia para su edad y estatura, y llegan a la adolescencia con un problema al que pareciera irreversible dar marcha atrás, con demasiados kilos encima, si no se toman las medidas de control.
Cuando se publicó la emergencia epidemiológica conocida como EE-4-2016, se dieron a conocer cifras verdaderamente alarmantes: 98,521 muertes por Diabetes en el 2015, mientras que en 1980 <hace casi cuatro décadas> la cifra fue de 14 mil, es decir 604% de brutal incremento en tan poco tiempo, y el problema es que, según las declaraciones del Dr. Pablo Kuri Morales, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la SSA, se considera que sólo el 25% de los pacientes con Diabetes en nuestro país están controlados. Otros datos que apoyan la emergencia son: el 71.2% de la población adulta y 35% de la población infantil sufre de sobrepeso u obesidad; 9.2% de los primeros tiene Diabetes; el costo por la atención oscila en alrededor de 10 mil millones de pesos anuales y con acciones de prevención se podrían evitar unas 10 mil muertes al año. Si no se asumen con seriedad las estrategias y acciones entre el gobierno y la sociedad, se avecina para el país una verdadera catástrofe epidemiológica, social y económica.
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