Criminal ignorancia

Durante casi dos semanas, la ciudadanía del municipio de Oaxaca de Juárez y de los municipios conurbados que conforman parte de la región de los valles centrales del Estado, se mantuvo en una posición de franca impotencia ante el cúmulo de desechos orgánicos e inorgánicos, que todo mundo entiende simplemente como basura, situación que finalmente tuvo una solución política con la intervención directa del gobernador del Estado, la que tuvo que coincidir con el inicio de las festividades que en el mes de julio se programan alrededor de las dos emisiones del llamado “Lunes del Cerro” y que oficialmente se manejan como la Guelaguetza.

El desagradable espectáculo que observamos los capitalinos en toda la ciudad y las molestias sanitarias propias de la inmundicia y descomposición de la materia orgánica, como la inmediata reproducción de moscas y cucarachas, y los fétidos y nauseabundos olores, fueron una constante que se incrementó día con día ante la desesperación ciudadana, la que de alguna manera desahogaba su rabia contenida en todos los sitios de reunión, en las calles y en los diferentes vecindarios de todas las agencias y colonias. Se esperaba que las organizaciones de la sociedad civil utilizaran los medios de comunicación masiva para hacer declaraciones sobre el particular, y exigir, que no pedir, una inmediata solución a tan grave problema de salud pública; pero no hubo una sola que tuviera la iniciativa de hacer escuchar su voz, ni siquiera las que tienen que ver con el cuidado de la salud, es decir, los colegios y asociaciones de profesionistas y técnicos de las distintas disciplinas involucradas en la materia. A ese grado de conformismo hemos llegado ante hechos que en el pasado, por humillantes, hubieran desatado la furia incontenible de la sociedad afectada.

Esto que ha pasado no debe volver a suceder; la ciudadanía no tiene por qué sufrir nuevamente una afrenta a su salud y a su bienestar, como la ocurrida en este mes de julio y en otras ocasiones en los 36 años que tiene de vida el tiradero de basura ubicado en terrenos del municipio de Zaachila, mismo que se puso en operación en 1981, cuando sus límites no colindaban con ningún asentamiento humano. Los que hemos circulado por la carretera hacia Ocotlán de Morelos desde antes de esa fecha, nos acordamos muy bien que no había ninguna propiedad privada, alrededor del flamante tiradero; situación que se modificó brutalmente en las siguientes décadas al irse generando asentamientos de familias desamparadas social y económicamente, las que, ignorantes del riesgo que implica vivir en las cercanías de un territorio de detritus de toda índole, como el que se comenta, comenzaron a solicitar al gobierno del Estado la introducción de los servicios públicos elementales o, de plano, la cancelación del tiradero de basura. Nada de eso podría haber ocurrido de haberse tomado a tiempo las medidas o soluciones pertinentes, es decir, el no haber permitido de ninguna manera asentamiento humano alguno en un límite perimetral suficiente para impedir lo que ahora se ha vuelto un polvorín.

La intervención de los gobiernos estatales y del municipio de Zaachila, cuando surgieron los intentos iniciales de paracaidismo, fue simplemente para “salir del paso”, con una solución supuestamente política, pero a la postre por meros intereses de tipo partidista; como se dice en la jerga de la administración ante un ineficiente liderazgo: “se dejó hacer, se dejó pasar”, frase que además de falta de conocimientos de quien dirige, revela carencia de inteligencia, sabiduría y sensibilidad social.

Es impostergable una verdadera y permanente solución al problema que representa el arrebato social de bloquear, con criminal ignorancia, la vía de entrada al tiradero, para que cumplan su función los trabajadores de limpia que se trasladan diariamente a ese sitio para depositar los cientos de toneladas de materia orgánica y otro tipo de desechos. Es obvio que, además de concederle a la población de las colonias asentadas en ese lugar, los servicios que exigen, ya debe solucionarse el tratamiento de la basura con visión de futuro. Con la salud no se juega. Sirva de lección.

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