Situación actual del Sida (Segunda parte)

La evolución del Sida en México tiene dos lecturas, la primera de ellas se podría resumir en que “vamos bien”, porque el actual tratamiento para evitar que el Virus de la Inmunodeficiencia Humana, el VIH, se replique, permite la posibilidad de sobrevivir entre 30 y 40 años, cuando dicho tratamiento se inicia a partir de la detección del letal microorganismo y no cuando el paciente acude con el diagnóstico de Sida; también porque las nuevas infecciones por el VIH han descendido en un 46% desde el año 2000, (14,000 en 2000 a 7,500 en 2014); así mismo, porque en los niños descendieron un 31.3% del 2013 al 2014 (131 en 2013 contra 90 en 2014) y un 64.7% desde su punto máximo en 2006 (255 casos); además, porque la tasa de mortalidad por Sida se ha mantenido estable “estadísticamente” desde 1997 hasta la fecha, siendo el “pico” más alto en el año 2007, cuando la tasa fue de 4.7 defunciones por cada 100 mil habitantes; es de destacar que las defunciones por VIH/Sida representaron el 0.9% del total de las ocurridas en el país en el periodo del 2003 al 2012. Podría agregarse, según el CENSIDA, que la epidemia del VIH-Sida en México se encuentra en una fase de estabilización.

El “vamos bien” se ha debido, en gran medida, a la creación de los llamados CAPASITS (Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención del SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual) en todo el país, lo que ha permitido la atención integral, directa y en un ambiente de confianza para los usuarios que acuden a dichas unidades de salud.

Pero la otra lectura nos indica que el problema del Sida persiste, está latente, que se requiere de una extraordinaria concatenación de voluntades y recursos económicos para poder aspirar a la eliminación y posterior erradicación del que fue llamado “el mal del siglo XX”. Paso a describir los factores que inciden en la permanencia y constante amenaza del Sida en México.

Resulta que a finales del 2014, según el CENSIDA, existían en el país entre 140,000 y 270,000 personas viviendo con el VIH, pero se estimó que alrededor del 63% de ellas desconocían su diagnóstico y para el año 2015 únicamente 103,726 pacientes tenían acceso al tratamiento antirretroviral, situación verdaderamente preocupante, sobre todo cuando sabemos que por cada individuo infectado, portador del VIH, hay un número importante de posibles contactos que pueden ser víctimas del virus. Aunado a lo anterior, el costo del tratamiento, muy caro de por sí, para la totalidad de los infectados, podría conducir al colapso económico del sistema nacional de salud de consecuencias impredecibles. La morbilidad y la mortalidad han permanecido estables en México, pero no sucede lo mismo cuando se analizan todas y cada una de las entidades federativas, pues las hay que registran tasas de mortalidad por arriba del doble de la del país.

Por otra parte, la transmisión del VIH se ha hecho cada vez más patente en población más joven que al inicio de la epidemia, de tal manera que el grupo de edad entre los 15 y los 24 años ya ocupa el segundo lugar en los registros de infección. Inciden en ello el inicio más temprano de las relaciones sexuales y que estas generalmente son y continúan sin ninguna protección. Agrego que la transmisión del VIH ocurre entre el 56.9 y el 61.4% en los hombres que tienen sexo con hombres, hombres trabajadores del sexo comercial y mujeres trans. Hay que sumar el peligro de la práctica del sexo oral y el sexo vía anal sin protección y la eyaculación directa a las conjuntivas de los ojos y a las mucosas oral y nasal. Apunto aquí la transmisión vertical, madre hijo, problema grave para ambos y que todavía no se ha podido controlar. Tampoco puedo soslayar la práctica sexual sin protección entre varios individuos homosexuales llamada “bareback”. Advierto que quienes se embriagan sin control se exponen a la infección por el VIH al sostener, también sin protección, relaciones sexuales de alto riesgo.

Hablar de una vacuna es todavía una utopía, pues se encuentra en fase de experimentación, principalmente en los Estados Unidos. Lo mejor es adoptar todas las medidas que permitan prevenir y evitar la infección por el VIH. Indiscutible el uso del condón.

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