México: avance lento en salud

El conocido conductor de un noticiario en la radio mexicana, Sergio Sarmiento, hizo varios señalamientos en su columna periodística “Jaque mate” cuyo artículo, en esta semana, tuvo por título: “Gasto ineficaz”, refiriéndose con ello al gasto público federal, el que, señala, que en el periodo 2000-2015 se incrementó en términos reales en un 74%. De manera categórica expresa que en lo que se refiere a los programas de combate a la pobreza sus presupuestos se han visto ampliamente fortalecidos en los últimos años, sin embargo la pobreza no ha disminuido, y en el caso del sector salud, a pesar de la creación y operación del programa del Seguro Popular, no se ha notado una mejoría en la salud de los mexicanos; concluye que uno de los factores más importantes es el que tiene que ver con un gasto público cuantioso e ineficaz, y que ninguna sociedad puede darse el lujo de desperdiciar el 26% de su producto interno bruto.

Una revisión del informe del 2015, el más reciente en materia de salud, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, del que México forma parte, demuestra que lo dicho por Sarmiento es una cruda realidad. En dicho documento un solo dato habla por sí solo de la ineficiencia de los gobiernos federal y de los estados, para poder avanzar a mejores estadios, como ha sucedido con casi todos los países socios de la OCDE. Se trata de la expectativa de vida, indicador que ha tenido el más lento crecimiento, pues mientras en promedio los demás países lo elevaron en tres años en los últimos 13, en México únicamente subió 1.3; cifra verdaderamente desconsoladora y vergonzosa. Globalmente, el promedio de la OCDE es de 80.5 años, mientras que en nuestro país es de 76.4. La brecha se amplió, con respecto de los demás, desde 4 años en el año 2,000 hasta 6 años en la actualidad. Puede interpretarse este dato como que México es el país con menor avance en longevidad de la OCDE.

El otro dato, que confirma lo expresado por Sarmiento, es el gasto gubernamental en salud, que se ha incrementado rápidamente a partir del 2012, pero en cambio el gasto per cápita en salud sigue siendo inferior al promedio de la OCDE, y una mayor parte es pagada directamente del bolsillo de los hogares; la tasa en México, de ese gasto, representa el 45% del gasto total en salud, siendo la más alta entre los países de la organización. Por ello, la OCDE califica como crítico el sistema de salud mexicano, pues reporta que pese a un mayor presupuesto para el sector no hay mejoras en los servicios y que esa situación crítica se deriva de “ineficiencias bien arraigadas”, particularmente las que ocurren con el excesivo gasto administrativo, el más alto de la OCDE y que no disminuyó en la última década.

En el informe se hace un análisis de los principales problemas de salud de nuestro país que inciden poderosamente en el presupuesto federal; ellos son, ya lo sabemos, los que tienen que ver con el sobrepeso y la obesidad, factores de riesgo para el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunas neoplasias malignas. Es relevante el dato de la disminución hasta en un 45% de la cardiopatía isquémica en los países de la OCDE, pero en México permanece prácticamente inalterada la tasa correspondiente, señalándose que “esto resalta la necesidad de fortalecer el acceso a una atención primaria de alta calidad en México”. Una de las causas del desolador panorama de la salud en nuestro país, según la OCDE, es la existencia de un sistema de salud “fragmentado”, lo que genera diferencias en el acceso y en la calidad, y refuerza la profunda inequidad socio económica. A México, señala el informe, le urge realizar una reforma “continua y amplia” al sector salud; solo así se logrará que sea equitativo, eficiente, sustentable y de alta calidad. Margareth Tatcher, ex primer ministro del Reino Unido, conocida como “la dama de hierro”, dijo alguna vez que nunca alcanzará el dinero destinado a salud, pues “es como arrojarlo a un barril sin fondo”; lo peor, en México, es que ese dinero se destine a un sistema caduco e ineficiente. Se necesita más que voluntad y magnífico perfil de quienes dirigen la salud en México para cambiar el rumbo.

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