Envejecer con calidad de vida

La transición demográfica ha sido calificada como un proceso veloz en América Latina y el Caribe, demostrado por un análisis comparativo de lo que ha sucedido en la región a partir de la mitad del siglo XX hasta nuestros días; así, en 1950 el número de personas de 60 años o más era aproximadamente de 5 millones; esa cifra se incrementó a 50 millones en el 2006; estimaciones de población para el 2025 señalan que ese grupo de población será de 100 millones y casi, de manera irreversible de ¡200 millones! Para el 2050. La realidad es que no estamos preparados, hasta ahora, para poder brindar atención integral a una población que superará a la que permaneció por décadas como la base de la famosa pirámide estadística, conformada principalmente por los menores de 15 años (menores de un año, preescolares de 1 a 4 años y niños en edad escolar, de 5 a 14 años). Es extraordinario que 8 de cada 10 personas nacidas en el 2000 vivirá más de 60 años casi con toda seguridad y 4 de 10 alcanzará los 80 años, de tal suerte que la esperanza de vida de personas de 60 años aumentará 19 años para los hombres y 23 para las mujeres, lo cual representa un escenario nuevo, sobre todo para los países en desarrollo. (Dr. Cuauhtémoc Ruiz Matus).

Dicho escenario se caracteriza porque muchas personas están envejeciendo sin salud, una elevada incidencia de enfermedades crónicas y degenerativas en las que sobresalen la diabetes mellitus, hipertensión arterial, cáncer, cardiopatías, cirrosis hepática y el EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), entre otras. También es de considerar la alta influencia de varios determinantes sociales nocivos para la salud, que son propios de estilos de vida inadecuados como el tabaquismo, adicción a drogas ilícitas, ingesta inmoderada de bebidas alcohólicas, trastornos de la alimentación que conducen al sobrepeso y obesidad, sedentarismo y la contaminación del ambiente. Hay que incluir el alto impacto en el deterioro funcional y la discapacidad, cuya consecuencia es la demanda de cuidados de larga duración y alto nivel de dependencia.

Los extraordinarios avances de la ciencia médica y de la tecnología han permitido que la humanidad haya alcanzado una esperanza de vida como jamás se ha observado, pues tan solo la vacunación universal, que comenzó a aplicarse en el mundo a partir de los años 50´s con los primeros biológicos aplicados a la niñez, ha sido base fundamental para el descenso dramático y sostenido de la mortalidad infantil y su impresionante impacto en la disminución de la mortalidad general. A ese hecho de vital relevancia se vino a sumar el uso del suero vida oral, con lo que se redujeron de manera impresionante las muertes por enfermedades diarreicas. Si a lo anterior le agregamos una indiscutible mejoría en los servicios de atención médica, en cuanto a calidad y cobertura, la mejora en las condiciones de vida de la población en cuanto a su vivienda, introducción de servicios públicos como el agua potable, drenaje, energía eléctrica, un sistema escolar obligatorio, el control, eliminación y hasta la erradicación de enfermedades transmitidas por vectores, como la fiebre amarilla, oncocercosis, paludismo y dengue, etc., podremos darnos cuenta del porqué del actual crecimiento del grupo de edad de 60 y más años.

El descenso de la población infantil también se sustenta en la notable reducción de la fecundidad y natalidad; aquellos tiempos en los que las parejas procreaban un mínimo de 10 hijos, forman parte de la historia demográfica de México, por lo que cada vez nos acercamos a lo que ocurre en los llamados “países museo”, los que integran en su mayoría el continente europeo, en donde las parejas difícilmente tienen dos hijos, y los que nacen tan solo reemplazan a los que mueren, situación que conduce a un crecimiento poblacional casi de cero. Y la denominación de países museo se debe al incremento de las personas longevas o viejas.

El quid del asunto de envejecer con calidad de vida radica en la prevención de las enfermedades, un adecuado estilo de vida, en el que es primordial el tipo de alimentación, evitar el sedentarismo y realizar ejercicio físico cada día.

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