El inolvidable internado de pregrado

En los primeros días de junio de 1971 cuatro alumnos de la Facultad de Medicina de la UNAM nos incorporamos al Hospital General de Zona No. 1 del IMSS en la Ciudad de Oaxaca, para realizar nuestro año de internado de pregrado. Éramos, los ahora médicos Fidel Herminio López López, Ernesto Carrasco López Lena, Eduardo Pastrana Iturbide y quien esto escribe. Teníamos entonces casi 23 años de edad y llegamos con la ilusión de continuar nuestra formación en un nosocomio que para entonces ya gozaba de reconocimiento y prestigio en el sureste de México. A pesar de nuestra preparación teórica y práctica y por haber rotado por campos clínicos en hospitales de la Ciudad de México (en mi caso el Hospital Juárez, el Hospital General de la Secretaría de Salud, el Hospital “20 de Noviembre” del ISSSTE, el hoy Hospital “Dr. Manuel Gea González”, el Hospital Español, el antiguo Hospital Colonia, entre otros), sentíamos una gran incertidumbre porque ahora se trataba de vivir la vida hospitalaria, prácticamente las 24 horas del día y convertirnos en protagonistas en la atención y cuidado de los pacientes. Los internos de pregrado en aquel tiempo fuimos asignados a los servicios básicos de Cirugía General, Ginecología y Obstetricia, Medicina Interna y Pediatría; además circulamos por Urgencias, Medicina Preventiva y participábamos en apoyo de los médicos especialistas del Hospital.

Nos era permitido, pero podría decirse que era obligatorio, que nosotros interviniéramos durante nuestra guardia en la obtención de estudios básicos de laboratorio y radiología; todo era manual y no imaginamos siquiera el extraordinario desarrollo tecnológico que vendría al concluir el siglo XX e iniciarse el XXI, con respecto a la automatización y digitalización de ambos servicios. Cada guardia comenzaba a las 14:00 horas del día y concluía a las 7:00 horas del día siguiente, pero nadie se iba a descansar a su casa o a la residencia médica que estaba situada en el último nivel del hospital, al contrario, todos los internos continuaban su jornada el resto de la mañana y se tenía derecho de descansar a partir de las 14:00 horas, cuando iniciaba la guardia de los siguientes internos.

Los alumnos de la UNAM entramos en una sana competencia con los de la Facultad de Medicina y Cirugía de la UABJO. Resulta que en alguna etapa de su formación coincidimos con un grupo de alumnos de la UABJO que ya habían concluido un semestre en el hospital y luego con el grupo que le siguió. Así, recuerdo los nombres de los actuales médicos Anita Galán Rodríguez, Sandra Graciela Pérez Guerrero Zamora, Ignacio Romualdo Colmenares Montes, Miguel Ángel Cruz Robles, Enrique Federico Gijón Ortiz, Servando Efraín Higinio Nava Echeverría, Raúl Luís Valle, Miguel Ángel Cossío Matus, Gloria Inés Palacios Cuevas, Otilio Leovigildo Silva García, Enrique Rafael Flores Jarquín, Elvia Graciela Aragón Díaz, Roberto Modesto Cottier Gómez, José Zárate Silva, Rafael García Acevedo, Luís Castillo Vivas, Demetrio Orozco Carballido, Efraín Alberto Castellanos García y Armando Zeferino Leyva Ramos; estos dos últimos ya fallecidos.

Inolvidables fueron las sesiones de discusión de casos clínicos, en las que se confrontaba el conocimiento, experiencia y sabiduría entre los médicos especialistas del hospital. Eran, por así decirlo, confrontaciones académicas, en donde no faltaban el sarcasmo, las expresiones quemantes e irónicas, la habilidad para el debate con un soporte preciso y fundamentado, y lo mejor, el aprendizaje para todos los asistentes y en especial para nosotros los internos. Destaco las figuras señeras de nuestros maestros clínicos, los Dres. Macario Pacheco Gaytán, Rodolfo Rendón Sodi, Isaías Valdez Zaragoza, Sergio Velásquez Carriedo, Daniel Vargas Rincón, David Marrufo Valverde, Vicente Aranda Villamayor, Manuel González Velasco, Hugo Sarmiento Díaz, Leonel Espinoza Guzmán, Raúl Cruz Aguillón, Raúl Cano Navarro, Mario López García, Alfredo Leal Toledo, y Herminio Marcos Segura Jiménez. Algunos de ellos hoy descansan en paz. Recordar es volver a vivir y hoy rindo un tributo público a todos los actores de esta etapa de mi vida.

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