¡Se acaba el agua!
A partir del 11 de mayo del 2018 se cerrarán todos los grifos de agua en Ciudad del Cabo, la urbe más austral del continente africano, la que se convertirá en el primer gran conglomerado humano del planeta cuyos habitantes no tendrán agua en su propia vivienda. Es el llamado Día Cero. La noticia recorrió el mundo en este inicio de año tras darse a conocer oficialmente por parte de las autoridades de Sudáfrica, luego de haber agotado todas las posibles estrategias para evitar semejante tragedia, la que es producto de la más devastadora sequía de que se tenga memoria. Un primer paso ha sido la dotación de tan solo 50 litros del vital líquido por persona a partir del primero de febrero; quien se exceda de ese límite o no cuente con el medidor correspondiente en su propiedad, tendrá que pagar una multa que puede ser hasta de 700 euros. Desde el Día Cero entrarán en operación 180 puntos de distribución y cada uno de ellos podrá servir a 20 mil personas cada día, las que únicamente podrán llevarse 25 litros. Los ciudadanos ya se hacen a la idea de que es una grave amenaza y una pesadilla para sus vidas, estimándose que por lo menos un cuarto de la población emigrará en las próximas semanas, para evitar las largas filas de dotación.
El panorama es sombrío para esta ciudad de 3.5 millones de habitantes, cuyo turismo internacional se colapsará ipso facto en cuanto se aplique la racionalización del agua. Solo superada por Johannesburgo, es un núcleo turístico fundamental para su país, pues en su área se concentran 13 de las 20 atracciones turísticas de Sudáfrica. Por decir algo, tan solo en el 2017 recibió a 1.3 millones de turistas internacionales y la tendencia ha ido al alza. Hay que imaginarse lo que tendrán que hacer los habitantes de esa ciudad para utilizar esa dotación de 25 litros por persona. Es escalofriante.
Casi a la par de esta noticia, los medios de comunicación masiva de nuestro país dieron a conocer la tremenda carencia de agua que sufren los habitantes de varias delegaciones de la Ciudad de México y municipios del Estado de México conurbados a la misma; carencia que no es de ahora, es crónica, pero que se ha hecho más aguda en los últimos años. Un extraordinario trabajo periodístico de Michael Kimmelman, publicado en el prestigiado periódico norteamericano The New York Times el 17 de febrero del 2017, nos conduce de manera detallada al enorme problema de la falta de agua en la otrora “Ciudad de los Palacios”; se trata de “El cambio climático amenaza con llevar a la megalópolis mexicana hacia una crisis ambiental sin precedentes”. Vale la pena su lectura para tomar conciencia de lo que le espera a la humanidad, porque este asunto no es exclusivo de la capital mexicana, la que dicho sea de paso no es la más poblada del mundo, sino es un grave problema de salud pública de todas las grandes urbes en mayor o menor medida, y no escapan al mismo ciudades de menor cuantía de habitantes como Oaxaca de Juárez y los poco más de 20 municipios que la rodean. En palabras del extinto Dr. Carlos Aranda Villamayor “La carencia del agua crea serios problemas de salud, degrada las condiciones de la vida, entorpece el desarrollo del comercio y la industria, y constituye uno de los principales obstáculos para el bienestar económico y social”. Esto lo expresa en el capítulo No. I, de su libro Saneamiento Ambiental, que lleva por título “Abastecimiento de agua potable”, libro que fue presentado por su autor el 11 de diciembre de 1998, habiéndonos invitado como comentaristas al Dr. Hugo Ramírez Cervantes y a quien esto escribe. En él se señala la dotación de litros por habitante y por día. Llama la atención que para una cantidad de 50 mil a 200 mil habitantes la dotación mínima debe ser de 200 litros, la media de 250 y la amplia de 300. Actualmente, la OMS, que tenía como norma 100 litros, solo recomienda los requerimientos de agua relacionados con la salud, con el objetivo de obtener una cifra mínima aceptable, que permita satisfacer las necesidades de consumo para bebida, preparación de alimentos e higiene básica. Amables lectores, ante las negras perspectivas acuérdense del dicho “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, echa las tuyas a remojar”. ¡A cuidar el agua!
El panorama es sombrío para esta ciudad de 3.5 millones de habitantes, cuyo turismo internacional se colapsará ipso facto en cuanto se aplique la racionalización del agua. Solo superada por Johannesburgo, es un núcleo turístico fundamental para su país, pues en su área se concentran 13 de las 20 atracciones turísticas de Sudáfrica. Por decir algo, tan solo en el 2017 recibió a 1.3 millones de turistas internacionales y la tendencia ha ido al alza. Hay que imaginarse lo que tendrán que hacer los habitantes de esa ciudad para utilizar esa dotación de 25 litros por persona. Es escalofriante.
Casi a la par de esta noticia, los medios de comunicación masiva de nuestro país dieron a conocer la tremenda carencia de agua que sufren los habitantes de varias delegaciones de la Ciudad de México y municipios del Estado de México conurbados a la misma; carencia que no es de ahora, es crónica, pero que se ha hecho más aguda en los últimos años. Un extraordinario trabajo periodístico de Michael Kimmelman, publicado en el prestigiado periódico norteamericano The New York Times el 17 de febrero del 2017, nos conduce de manera detallada al enorme problema de la falta de agua en la otrora “Ciudad de los Palacios”; se trata de “El cambio climático amenaza con llevar a la megalópolis mexicana hacia una crisis ambiental sin precedentes”. Vale la pena su lectura para tomar conciencia de lo que le espera a la humanidad, porque este asunto no es exclusivo de la capital mexicana, la que dicho sea de paso no es la más poblada del mundo, sino es un grave problema de salud pública de todas las grandes urbes en mayor o menor medida, y no escapan al mismo ciudades de menor cuantía de habitantes como Oaxaca de Juárez y los poco más de 20 municipios que la rodean. En palabras del extinto Dr. Carlos Aranda Villamayor “La carencia del agua crea serios problemas de salud, degrada las condiciones de la vida, entorpece el desarrollo del comercio y la industria, y constituye uno de los principales obstáculos para el bienestar económico y social”. Esto lo expresa en el capítulo No. I, de su libro Saneamiento Ambiental, que lleva por título “Abastecimiento de agua potable”, libro que fue presentado por su autor el 11 de diciembre de 1998, habiéndonos invitado como comentaristas al Dr. Hugo Ramírez Cervantes y a quien esto escribe. En él se señala la dotación de litros por habitante y por día. Llama la atención que para una cantidad de 50 mil a 200 mil habitantes la dotación mínima debe ser de 200 litros, la media de 250 y la amplia de 300. Actualmente, la OMS, que tenía como norma 100 litros, solo recomienda los requerimientos de agua relacionados con la salud, con el objetivo de obtener una cifra mínima aceptable, que permita satisfacer las necesidades de consumo para bebida, preparación de alimentos e higiene básica. Amables lectores, ante las negras perspectivas acuérdense del dicho “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, echa las tuyas a remojar”. ¡A cuidar el agua!
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