Motocicleta, sin casco un peligro mortal

Las estadísticas de accidentes de tránsito nos revelan que un elevado porcentaje de víctimas son personas jóvenes que no pasan de los 30 años de edad, esto sucede particularmente con los conductores y ocupantes de motocicletas. Evidencia de estos trágicos hechos las tenemos todos los días, como fueron los casos recientes ocurridos en dos regiones de nuestra entidad; uno de ellos en el puente de Río Grande, donde tres jovenzuelos quedaron tendidos en el pavimento al derrapar la motocicleta que conducía el varón en horas de la madrugada, cuando llevaba a dos damas a sus domicilios luego de un festejo celebrado en esa agencia municipal. (Noticias, voz e imagen de Oaxaca. 24 de abril del 2018). El otro sucedió en la carretera Ixtepec-Tlacotepec; en este caso se vio involucrado un matrimonio y sus tres pequeñas hijas, quienes viajaban en una motocicleta, la cual fue embestida por un automóvil, ocasionando que los ocupantes de la primera salieran despedidos hacia el pavimento; a consecuencia de ello fallecieron el padre y dos de sus hijas, y su pareja y otra hija resultaron con lesiones de gravedad. (Noticias, voz e imagen. 22 de abril del 2018).

Son muy variables los datos en relación a la cantidad de motocicletas que circulan en México. En una nota del periódico Excélsior del 09/04/2017, se menciona que la cifra asciende a 2.3 millones de motocicletas y que de las 16 mil personas que mueren por accidentes de tránsito al año, 18% corresponden a las ocurridas al utilizar dicho vehículo. Las muertes suceden en individuos entre los 20 y los 30 años de edad. Asombrosamente, del 2000 al 2015 el número de conductores de motos se incrementó 875%. Según el Informe de la Situación Mundial de la Seguridad Vial de la OMS 2015, el 23% de los 1.2 millones de muertes por accidente de tránsito se concentraron en los motociclistas, los que se consideran como usuarios vulnerables de la vía pública. En nuestro país, en el 2013 el INEGI registró 41,798 accidentes en los que se involucraron motocicletas; 915 terminaron en muertes, es decir, a razón de 2.5 por día. Según el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes de la Secretaría de Salud, Conapra, el uso de motocicleta aumenta 18 veces la probabilidad de un accidente. Mientras que la tasa de mortalidad por accidentes es de 6.3, con el uso de motocicleta se eleva a 26. Datos recientes señalan que México observa una mortalidad de 6 por cada millón de habitantes, semejante a la registrada por el Reino Unido; España y Francia registran tasas de 10 y 15, Colombia de 48, Brasil 55 y República Dominicana 149. (El Universal. 09/11/2014. Fuente: Informe Mapfre 2013).

De acuerdo con el Conapra alrededor del 71% de los motociclistas que circula en el país usa casco protector, cifra de la que no estoy muy convencido. También señala que sólo el 16% de los ocupantes de esos vehículos lo utiliza. El uso del casco reduce en 42% el riesgo de morir, disminuye 70% la posibilidad de presentar lesiones graves en la cabeza, y 40% de sufrir lesiones cervicales. El problema es que el 65% de los cascos que se utilizan en México no están certificados y que la mayoría de las veces los usuarios y sus acompañantes, en su caso, no usan ningún otro medio para proteger su cuerpo.

La motocicleta fue inventada en Alemania por Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach en el año 1885. La Ridding Car, “Automóvil montable”, que así se le llamó, se constituyó en uno de los grandes inventos de la humanidad. Hoy, la marca Honda encabeza el top ten de las más vendidas en el mundo, con 15 millones anuales; le siguen Yamaha, Kawasaki, Ducati, Harley Davison, Suzuki, KTM, BMW Motorrad, Triumph y Victoria. Todo motociclista debe recibir capacitación vial y sobre el manejo adecuado de la motocicleta. Debe ajustarse estrictamente al uso del casco certificado. Todo acompañante debe utilizar casco certificado. No debe permitirse que circulen familias en esos vehículos. Recomendable el uso de aditamentos y ropa protectora. Actualmente, se estima en cinco mil pesos el costo del casco y complementos; vale la pena hacer ese gasto, pues su uso podría significar la diferencia entre la vida y la muerte. Educación y vigilancia, esa es la clave.

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