Unidad de Cuidados Intensivos
Con motivo del caso del niño Edward Luna Trujillo, que conmocionó a la sociedad oaxaqueña por la tragedia que ha afectado a su familia, y como contraparte unificó a los profesionales de la medicina locales y del país, en defensa de los dos médicos involucrados en el acto quirúrgico que derivó en la muerte del pequeño de casi cuatro años de edad, se llegó a comentar la carencia de una “sala de terapia intensiva” en el primer hospital donde se atendió al infante, como justificante de su traslado a otro hospital privado situado en las cercanías del primero y en donde ya no se pudo hacer más por la vida del paciente. Al respecto, los directivos del Hospital donde se operó a Edward, declararon que su nosocomio dispone de una sala de terapia intensiva, la cual está al servicio del médico que la necesite, pero en esta ocasión no fue requerida por el especialista en traumatología pediátrica, deslindándose por lo tanto de los hechos ocurridos en sus instalaciones.
Luego de las declaraciones en uno y otro sentido en relación a la necesidad de que los hospitales dispongan de una “sala de terapia intensiva”, para la atención de casos críticos y con ello se evite en lo posible la muerte de los pacientes, dudo que los hospitales generales del sector público y del sector privado que funcionan en nuestra entidad cuenten realmente con una Unidad de Cuidados Intensivos <UCI> o de Terapia Intensiva, como marca la normatividad de la Secretaría de Salud, pues la infraestructura y equipamiento de esta última es sumamente costosa, su plantilla permanente de recursos humanos requiere de elementos altamente capacitados: médicos, enfermeras, paramédicos y administrativos, y, como es obvio, su presupuesto es también muy elevado. Nada mejor que recordar a la Norma Oficial Mexicana NOM-025-SSA3-2013, Para la organización y funcionamiento de las unidades de cuidados intensivos. En ella se define con precisión lo que se considera como “Unidad de Cuidados Intensivos o Terapia Intensiva” y qué se entiende por “Paciente en estado crítico” (numerales 4.10 y 4.9, respectivamente). Además, se expresa que “la norma es de observancia obligatoria para los establecimientos, personal profesional y técnico del área de la salud, de los sectores público, social y privado, que proporcionen servicios de atención médica en unidades de cuidados intensivos”.
Se considera que en los actuales sistemas de salud son tres los niveles de atención de los pacientes o usuarios de los servicios; el primero está integrado por establecimientos de primer contacto, tanto en las áreas rurales, suburbanas y rurales; en ellos se atiende al 85% de los pacientes; el segundo está constituido por hospitales generales, de 30 y más camas censables, es atendido por médicos de las especialidades básicas (medicina interna, ginecoobstetricia, cirugía y pediatría), los cuales se apoyan por otros especialistas como el anestesiólogo, el radiólogo, el traumatólogo y el epidemiólogo; dispone de laboratorio de análisis clínicos y servicio de rayos equis y se desarrollan actividades de enseñanza e investigación. En ellos se atiende al 12% de los pacientes. Finalmente, en el tercero se incluyen los Hospitales de Alta Especialidad y los Institutos Nacionales de Salud. Estos nosocomios disponen de múltiples especialidades y subespecialidades, servicios sofisticados de apoyo al diagnóstico y tratamiento <laboratorios y servicios de radiología e imagenología>; se realiza en ellos capacitación y enseñanza e investigación de mayor complejidad. Atienden al 3% de todos los pacientes en nuestro país. Son estos últimos los que disponen de una UCI. En la ciudad de Oaxaca disponemos de hospitales del sector salud con este servicio, porque se volvieron híbridos al paso del tiempo dadas las crecientes necesidades de atención médica, pero en realidad no son ni hospitales generales ni tampoco de alta especialidad. El único de este tipo en el Estado es el Hospital Regional de Alta Especialidad, HRAEO. ¿El Hospital General que construye la SEDENA en Juchitán, en reposición del que destruyó el sismo de septiembre, realmente dispondrá de una UCI? Ojalá, es difícil creerlo.
Luego de las declaraciones en uno y otro sentido en relación a la necesidad de que los hospitales dispongan de una “sala de terapia intensiva”, para la atención de casos críticos y con ello se evite en lo posible la muerte de los pacientes, dudo que los hospitales generales del sector público y del sector privado que funcionan en nuestra entidad cuenten realmente con una Unidad de Cuidados Intensivos <UCI> o de Terapia Intensiva, como marca la normatividad de la Secretaría de Salud, pues la infraestructura y equipamiento de esta última es sumamente costosa, su plantilla permanente de recursos humanos requiere de elementos altamente capacitados: médicos, enfermeras, paramédicos y administrativos, y, como es obvio, su presupuesto es también muy elevado. Nada mejor que recordar a la Norma Oficial Mexicana NOM-025-SSA3-2013, Para la organización y funcionamiento de las unidades de cuidados intensivos. En ella se define con precisión lo que se considera como “Unidad de Cuidados Intensivos o Terapia Intensiva” y qué se entiende por “Paciente en estado crítico” (numerales 4.10 y 4.9, respectivamente). Además, se expresa que “la norma es de observancia obligatoria para los establecimientos, personal profesional y técnico del área de la salud, de los sectores público, social y privado, que proporcionen servicios de atención médica en unidades de cuidados intensivos”.
Se considera que en los actuales sistemas de salud son tres los niveles de atención de los pacientes o usuarios de los servicios; el primero está integrado por establecimientos de primer contacto, tanto en las áreas rurales, suburbanas y rurales; en ellos se atiende al 85% de los pacientes; el segundo está constituido por hospitales generales, de 30 y más camas censables, es atendido por médicos de las especialidades básicas (medicina interna, ginecoobstetricia, cirugía y pediatría), los cuales se apoyan por otros especialistas como el anestesiólogo, el radiólogo, el traumatólogo y el epidemiólogo; dispone de laboratorio de análisis clínicos y servicio de rayos equis y se desarrollan actividades de enseñanza e investigación. En ellos se atiende al 12% de los pacientes. Finalmente, en el tercero se incluyen los Hospitales de Alta Especialidad y los Institutos Nacionales de Salud. Estos nosocomios disponen de múltiples especialidades y subespecialidades, servicios sofisticados de apoyo al diagnóstico y tratamiento <laboratorios y servicios de radiología e imagenología>; se realiza en ellos capacitación y enseñanza e investigación de mayor complejidad. Atienden al 3% de todos los pacientes en nuestro país. Son estos últimos los que disponen de una UCI. En la ciudad de Oaxaca disponemos de hospitales del sector salud con este servicio, porque se volvieron híbridos al paso del tiempo dadas las crecientes necesidades de atención médica, pero en realidad no son ni hospitales generales ni tampoco de alta especialidad. El único de este tipo en el Estado es el Hospital Regional de Alta Especialidad, HRAEO. ¿El Hospital General que construye la SEDENA en Juchitán, en reposición del que destruyó el sismo de septiembre, realmente dispondrá de una UCI? Ojalá, es difícil creerlo.
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