Noche de Paz
Como nunca, la humanidad se apresta para conmemorar en cada hogar la Nochebuena y la Navidad del 2020, un año imposible de olvidar, y una semana después para celebrar la conclusión de este último y el amanecer de un nuevo periodo de 365 días, con la esperanza de que efectivamente se inicie el camino hacia la sana normalidad. Si bien es cierto que cada vez más las familias mexicanas han adelantado la colocación del tradicional árbol navideño y adornos complementarios, así como del infaltable nacimiento en sus hogares, me parece que en este año todavía dicha acción ha sido más temprana, pues desde principios de noviembre, una vez que pasó la celebración que el pueblo en general conoce como Días de Muertos, infinidad de familias en todo el país, se dieron a la grata tarea de adornar sus hogares con sumo entusiasmo y alegría.
La grave situación generada por el repunte de la pandemia del Covid-19 en este fin de año, hace necesario e indispensable el aislamiento en casa, el disfrute de los días decembrinos en familia, pero prácticamente la familia nuclear: padres e hijos, y posiblemente la compañía de algún adulto mayor que de por sí conviva permanentemente con aquellos, como sucede con mucha frecuencia en cualquier hogar del mundo. Al referirme a los hijos, debe entenderse que son aquellos que no están casados, que no han formado su propia familia y que viven por separado de sus respectivos padres. Por salud deben tomarse todas las medidas o precauciones posibles para evitar el contagio con personas que hayan adquirido el temible virus, de tal manera que hoy más que nunca hay que tener temor a incorporarse a cualquier concentración humana, en tianguis, centros comerciales, restaurantes y sitios equivalentes de consumo de alimentos que no cumplan con las medidas establecidas por la autoridad sanitaria, calles sumamente concurridas, fiestas con motivo de las posadas, en sitios cerrados o al aire libre, aun asistiendo a ellos con cubrebocas y caretas y llevando a la mano para uso frecuente recipientes con líquido sanitizante.
Por salud pública tenemos que mentalizarnos de que este fin de año será muy diferente a los anteriores respecto del disfrute de las fiestas decembrinas. Ya lo vimos con la suspensión de la visita multitudinaria a la Basílica de la virgen de Guadalupe en la Ciudad de México y en los templos donde se le venera en prácticamente todo el país. En el caso de nuestra capital el gobierno del estado tuvo que suspender la organización de una Guelaguetza en pleno diciembre, por el bien de todos, dándole el valor que merece nuestra salud y nuestra vida, por encima de las repercusiones económicas que efectivamente van a afectar de manera severa a miles de familias oaxaqueñas, esperanzadas en la posibilidad de obtener los ingresos que tanta falta les hacen para su subsistencia.
No será esta la primera vez que la humanidad se tenga que aislar para cuidar de su salud y evitar la muerte. La historia universal nos demuestra las múltiples y amargas experiencias que otras generaciones padecieron desde que se tiene memoria, fundamentalmente por los estragos de la guerra, por los efectos de terribles calamidades generadas por la naturaleza y por la súbita aparición de enfermedades infecciosas que en poco tiempo diezmaban la población de uno o varios continentes; de estas últimas son un ejemplo las pandemias de viruela, cólera, peste bubónica, tifo epidémico e influenza. Aún así la especie humana ha sobrevivido, tanto como que actualmente somos 7,625 millones de habitantes, cifra estratosférica si la comparamos con los 1,800 millones registrados apenas hace un siglo.
Estimados lectores, vivamos estos días con tranquilidad; que sea blanca la Navidad, refiriéndome con ello al número de víctimas, enfermos y muertes que se puedan evitar con nuestras acciones civilizadas. Hagamos la parte que nos corresponde con las conocidas medidas de prevención del Covid-19. Así mismo, apoyemos su promoción con nuestros propios familiares, nuestras amistades y vecinos, valiéndonos de las redes sociales por medio de la actual tecnología a nuestro alcance. Por mi parte, les deseo sinceramente una Nochebuena de Paz y una feliz Navidad.
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