¿El 2021 será menos peor?

 Era el martes 31 de diciembre del 2019, la humanidad se disponía a despedir al año viejo para recibir con fuego de pirotecnia y el clásico brindis al 2020. Mientras, en el continente asiático se engendraba un nuevo virus, el que al penetrar al primer ser humano que tuvo a su alcance dio inicio a una de las más temibles pandemias que recuerde la historia desde que se tiene memoria de ellas; la última, había ocurrido a fines de la segunda década del siglo XX, la llamada Influenza española, la que, en medio de la Primera Guerra Mundial, que se vivía principalmente en el viejo continente, afectó a 500 millones de personas y se llevó a la tumba alrededor de 50 millones de ellas. 


Pero esa última noche del año todo era fiesta, abrazos, besos, intercambio de los mejores deseos para el año venidero, pero principalmente para que las personas gozaran de cabal salud, dicha y bienestar; pero también para la conservación del empleo o encontrar alguno a la brevedad; tener un ascenso en su trabajo con el obvio incremento salarial; mantener, fortalecer o consolidar una relación sentimental; concluir una profesión y titularse o, en su caso, algún estudio de posgrado. Otros clásicos deseos, que fueron a título personal, se dirigieron a bajar de peso, hacer ejercicio, dejar de fumar, de ingerir bebidas alcohólicas sin control o alejarse de alguna adicción a drogas ilegales; y hubo muchos, muchos más. Lo cierto es que en millones de hogares en el mundo las familias gozaron, de acuerdo a sus tradiciones y presupuesto, de cena, licores y vinos; otras más acudieron con sus mejores prendas a festejar a lo grande a centros nocturnos y a los restaurantes de los hoteles. Como siempre, no faltaron las reuniones con numerosos invitados y los jóvenes dieron rienda suelta a su energía al continuar la fiesta fuera de sus hogares hasta el amanecer. No se puede decir lo mismo de las familias más pobres, tan paupérrimas que su miseria les impide pensar en una cena de fin de año; o en el caso de quienes viven una terrible soledad o aquellas que sufren de alguna discapacidad o se encuentran en situación de calle.

Muy lejos podría imaginarse el tétrico escenario que nos esperaba, prácticamente a partir de marzo del año que todos creíamos que sería mejor. Sucedió lo peor que podría pasarnos: permanecer aislados en un obligado confinamiento en nuestros hogares y tener que ajustarnos en alguna medida a estrictas normas de higiene; la palabra sanitización se magnificó y su uso se multiplicó en todos los confines de la Tierra. Apareció el cubrebocas en nuestro universo citadino y luego en todas las localidades suburbanas y rurales, diversificándose su manufactura, calidad, durabilidad y precio. Le siguieron las muy variadas caretas, lentes y múltiples objetos para proteger el rostro e incluso todo el cuerpo, así como los frascos de plástico conteniendo gel con alcohol de 70%, desinfectantes antibacteriales con 75% de alcohol para utilizarlos en distintas superficies y sobre toda clase de objetos: monedas, billetes, portallaves, manijas de las puertas de casa y del automóvil, tarjetas de plástico como licencias de conducir, de crédito, de membresías y credenciales. Nos acostumbramos a tener en casa tapetes con líquidos desinfectantes y luego a pasar sobre de ellos en toda clase de establecimientos comerciales y al entrar a oficinas y toda clase de inmuebles. Sin chistar, aceptamos la toma de la temperatura en la piel de una mano o en la frente, y el rociado corporal de desinfectantes al derecho y al revés, pero sobre todas esas acciones, las más difundidas han sido el lavado de las manos en múltiples ocasiones durante el día y guardar la llamada sana distancia de entre 1.5 y 2.0 metros, las que se convirtieron en el pan nuestro de cada día. Y para las víctimas del SARS-COV-2 causante del COVID-19, la compra y uso del oxímetro y de tanques de oxígeno, se convirtió en otra novedad. La palabra pandemia se hizo viral en todas partes.

Sí, el 2020 es un año que no olvidaremos. Cómo nos cambió la vida. Cuántos deseos se truncaron. Un año en el que se han perdido millones de vidas humanas y la economía mundial se tambalea hacia una recesión. Todo cambió en tan poco tiempo y aun así tenemos la esperanza de que el 2021 sea menos peor.

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