La UCI, el Sancta Sanctorum de la Medicina

 Hasta antes de la emergencia epidemiológica que nos ocupa y preocupa desde hace poco más de un año, la mayoría de los habitantes del mundo desconocía la existencia de las Unidades de Cuidados Intensivos, UCI, servicio del tercer nivel sumamente sofisticado y costoso y que por lo mismo solo lo disponen los hospitales de alta especialidad y los institutos nacionales de salud del sector público y, sus pares en el sector privado en nuestro país; es obvio que existen excepciones a la regla y que no es raro que nosocomios médicos con menor infraestructura cuenten con su UCI. Este servicio generalmente se encuentra un tanto cuanto independiente del resto de los servicios de hospitalización de especialidad y los usuarios que en el ingresan provienen de estos últimos o del área de urgencias, y un elevado porcentaje de pacientes, hombres y mujeres, son mayores de edad, algunos incluso con varios ingresos por padecer enfermedades crónicas que los han conducido a situaciones de suma gravedad. Los médicos que los atienden tienen estudios de posgrado que los avala como intensivistas o especialistas en medicina crítica y por sus características se consideran como el sumun superior de esta profesión de la salud. No es menor la preparación de los profesionales y técnicos que integran los equipos de cada UCI.

El intensivista cuenta con nociones de bioingeniería, lo que le permite conocer y manejar los fundamentos físicos de los respiradores mecánicos, aproximarse a la tecnología de los transductores y otros elementos de monitorización electrónica, está familiarizado con la tecnología de los microprocesadores y conoce el manejo de los gases industriales. Sabe colocar vías para accesos vasculares, tiene habilidad para intubación de la vía aérea, manejo de respiradores y equipos de hemodiálisis, interpretación de exploraciones diagnósticas, diseño y aplicación de investigaciones científicas y selección de las intervenciones terapéuticas; así mismo, tiene el dominio de determinadas técnicas y habilidades como inserción de vías aéreas artificiales y manejo de respiradores, vías venosas centrales y cateterismo cardiaco, procedimientos de depuración extrarrenal, técnicas de resucitación cardio-pulmonar y soporte circulatorio y drenaje de cavidades, entre otros.

En las UCI se abordan aquellos pacientes de alguna de las más de 50 patologías en situación crítica de los siguientes aparatos o sistemas: respiratorio, circulatorio, digestivo, nervioso central, endócrino, además de las que integran una miscelánea de procesos morbosos sumamente delicados.

La existencia de casos complicados del Covid-19 ha motivado el internamiento de millones de enfermos en este servicio en prácticamente todos los países, pero al haber sido rebasado por las limitaciones de espacio, de equipamiento y de recursos humanos, ha traído como consecuencia la implementación de áreas alternas, a las que se les ha dotado, dentro de lo posible, de algunos de los artilugios que normalmente se observan en los cubículos de los pacientes de una UCI, pero sin el recurso humano especializado y con experiencia en manejo de pacientes críticos, con los resultados que ya conocemos de elevada mortalidad hospitalaria.

A estas alturas, ya no es desconocido para el común de la población la existencia de las UCI, principalmente porque personajes del mundo del arte, de la ciencia, de la política, de las religiones, del deporte, del entretenimiento, de la clase empresarial y los mismos trabajadores de la salud, han sido internados en ella en situación crítica. En México son conocidos los casos de artistas como Óscar Chávez Fernández, Gustavo Nakatiani Ávila más conocido como Yoshio, Cecilia Romo, Armando Manzanero Canché y más recientemente el de Ricardo González Gutiérrez, Cepillín.

Es importante hacer énfasis en las bondades de toda UCI, pues si bien es cierto que son conocidos los casos fatales, también es conveniente destacar que un porcentaje significativo de pacientes son dados de alta con vida de ese servicio y se han reintegrado a su vida normal, incluidos aquellos que fueron internados por Covid-19.

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