Vacunas anti Covid-19 para los próximos años
El 17 de abril del año 2009 fue detectado en los Estados Unidos de América un nuevo virus causante de Influenza, el H1N1, lo que motivó que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos de América, CDC, iniciaran los trabajos dirigidos a la creación de una vacuna para prevenir y controlar aquella enfermedad infectocontagiosa. Ocho días después la Organización Mundial de la Salud, cuya titular era la Dra. Margaret Chan, declaró como emergencia de salud pública de interés internacional el incipiente brote epidémico de Influenza, adquiriendo el rango de pandemia el 11 de junio de ese año. La respuesta de los CDC fue inmediata, compleja y multifacética, lo que derivó que para el cinco de octubre se aplicara la primera dosis de vacuna monovalente contra el virus H1N1 y el 10 de agosto del 2010 la propia OMS declarara el fin de la pandemia. Todo en un tiempo récord. A partir de este último año el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización de los CDC, recomendaron la vacunación anual para todas las personas desde los seis meses de edad.
En el 2012, ya se dispuso de vacunas que contenían virus en cultivo celular, como un método alternativo para la elaboración de vacunas contra la Influenza, aunque el huevo seguía siendo el principal medio de su producción. Ese mismo año la OMS recomendó la composición de la vacuna para producir un biológico tetravalente debido a la incorporación de nuevas cepas del virus original. Un gran avance de la ciencia médica fue el uso del Peramivir (Rapivab) para tratar la Influenza en adultos, convirtiéndose en el primer fármaco intravenoso contra esta virosis, aprobándola la Administración de Medicamentos y Alimentos, FDA de los Estados Unidos de América. Independientemente de la vacunación anual contra la Influenza en sus versiones tri o tetravalente, los mismos CDC actualizaron en el 2017 las directrices para el uso de medidas no farmacéuticas para contribuir a la prevención de la difusión de la Influenza pandémica de acuerdo con la última evidencia científica. Esto es, las medidas que los individuos y las comunidades deben aplicar para ayudar a minimizar la diseminación de la enfermedad, como hacer reposo cuando se está enfermo, cubrirse la boca al toser o estornudar, en su caso el uso del cubrebocas y lavarse las manos frecuentemente.
Actualmente la vacunación contra la Influenza, cada año, como medida preventiva, se inicia en México el 1º de octubre y concluye aproximadamente seis meses después. Se aplica de manera prioritaria a determinados núcleos de población: Adultos mayores de 60 años de edad, niñas y niños de seis a 59 meses de edad, embarazadas a partir de la 13ª semana de gestación, trabajadores de la salud, personas con ciertas comorbilidades como VIH/Sida, diabetes, obesidad, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, insuficiencia renal, cáncer, inmunosupresión adquirida por enfermedad o tratamiento y para personas que no entren en los grupos de riesgo, pero que tienen algún tipo de exposición. Ahora, con la aparición de la pandemia del SARS-CoV-2 causante de la enfermedad denominada COVID-19, varios laboratorios con reconocimiento internacional, produjeron en tiempo récord los primeros biológicos, teniendo que satisfacer con un elevado grado de calidad las cuatro fases de investigación clínica para su aplicación a la población blanco. Pero el reto será la preparación, a nivel mundial, de los siguientes ciclos de vacunación a partir del 2022, porque una cosa es segura, las cepas variantes del SARS-CoV-2, es decir, del virus original, inducirán a la producción de una vacuna reforzada y si el actual proceso de vacunación en el mundo es lento, inequitativo entre países y regiones, y con múltiples biológicos en cada una de ellas, es fácilmente predecible lo que va a pasar en este y por lo menos en los próximos dos años. En concreto, tendremos COVID-19 para rato en el planeta. Por lo pronto, la esperanza es que la vacunación en nuestro país permita frenar los efectos de la pandemia en lo que resta del 2021 y parte del 2022, y con ello retornar a la vida normal sin abandonar la triada básica sanitaria.
En el 2012, ya se dispuso de vacunas que contenían virus en cultivo celular, como un método alternativo para la elaboración de vacunas contra la Influenza, aunque el huevo seguía siendo el principal medio de su producción. Ese mismo año la OMS recomendó la composición de la vacuna para producir un biológico tetravalente debido a la incorporación de nuevas cepas del virus original. Un gran avance de la ciencia médica fue el uso del Peramivir (Rapivab) para tratar la Influenza en adultos, convirtiéndose en el primer fármaco intravenoso contra esta virosis, aprobándola la Administración de Medicamentos y Alimentos, FDA de los Estados Unidos de América. Independientemente de la vacunación anual contra la Influenza en sus versiones tri o tetravalente, los mismos CDC actualizaron en el 2017 las directrices para el uso de medidas no farmacéuticas para contribuir a la prevención de la difusión de la Influenza pandémica de acuerdo con la última evidencia científica. Esto es, las medidas que los individuos y las comunidades deben aplicar para ayudar a minimizar la diseminación de la enfermedad, como hacer reposo cuando se está enfermo, cubrirse la boca al toser o estornudar, en su caso el uso del cubrebocas y lavarse las manos frecuentemente.
Actualmente la vacunación contra la Influenza, cada año, como medida preventiva, se inicia en México el 1º de octubre y concluye aproximadamente seis meses después. Se aplica de manera prioritaria a determinados núcleos de población: Adultos mayores de 60 años de edad, niñas y niños de seis a 59 meses de edad, embarazadas a partir de la 13ª semana de gestación, trabajadores de la salud, personas con ciertas comorbilidades como VIH/Sida, diabetes, obesidad, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, insuficiencia renal, cáncer, inmunosupresión adquirida por enfermedad o tratamiento y para personas que no entren en los grupos de riesgo, pero que tienen algún tipo de exposición. Ahora, con la aparición de la pandemia del SARS-CoV-2 causante de la enfermedad denominada COVID-19, varios laboratorios con reconocimiento internacional, produjeron en tiempo récord los primeros biológicos, teniendo que satisfacer con un elevado grado de calidad las cuatro fases de investigación clínica para su aplicación a la población blanco. Pero el reto será la preparación, a nivel mundial, de los siguientes ciclos de vacunación a partir del 2022, porque una cosa es segura, las cepas variantes del SARS-CoV-2, es decir, del virus original, inducirán a la producción de una vacuna reforzada y si el actual proceso de vacunación en el mundo es lento, inequitativo entre países y regiones, y con múltiples biológicos en cada una de ellas, es fácilmente predecible lo que va a pasar en este y por lo menos en los próximos dos años. En concreto, tendremos COVID-19 para rato en el planeta. Por lo pronto, la esperanza es que la vacunación en nuestro país permita frenar los efectos de la pandemia en lo que resta del 2021 y parte del 2022, y con ello retornar a la vida normal sin abandonar la triada básica sanitaria.
No hay comentarios.: