¿En ruinas, el sector salud de México?
Uno de los comentarios frecuentes del presidente de México y que ha repetido y reforzado el vocero oficial de la actual pandemia, así como el secretario de salud federal, para justificar la evolución en nuestro país de la actual pandemia del SARS-COV-2, que ha dejado más de 235 mil defunciones, ha sido dirigido al sector público de la salud, integrado principalmente por la SSA, el IMSS y el ISSSTE, al que señalan y califican que lo encontraron desmantelado y en ruinas el 1º de diciembre del 2018.
La realidad es que los 193 estados miembros de la ONU y al mismo tiempo de la OMS, difícilmente estaban preparados en infraestructura, equipamiento y recursos humanos, para resolver el peligroso tsunami de enfermos que requerirían de una atención médica supra especializada, del nivel que tienen las Unidades de Cuidados Intensivos, si no se aplicaban a tiempo las estrategias de prevención apropiadas. Vamos, ni los mismos Estados Unidos de América, Canadá y en menor medida las naciones más desarrolladas de la Unión Europea, del continente asiático y Australia, disponían de ese tipo y cantidad de recursos para enfrentar una contingencia de tal magnitud. De ahí las adquisiciones masivas y de última hora de insumos, equipos e instrumental y contratación de recursos humanos, sobre todo de personal médico y de enfermería, a los que hubo que capacitar en tiempo récord en el manejo de pacientes en estado crítico; en ese sentido, nuestro país no fue la excepción, pero de eso a que la infraestructura del sistema nacional de salud se haya recibido desmantelada y en ruinas, me parece que existe una notoria diferencia, pues en aquel 1º de diciembre los avances y logros sanitario asistenciales eran significativos, sin que ello quiera decir que no mostraban deficiencias, que requerían de fortalecimiento y también de mejoría en vías de alcanzar la calidad de sus servicios.El manejo de la epidemia en todo el mundo requería de otra visión, la de la aplicación estricta de las estrategias y acciones de la vigilancia epidemiológica para prevenir y controlar la pandemia y con ello evitar que esta avanzara vertiginosamente hacia la saturación de los servicios de urgencias, luego de hospitalización, enseguida de las unidades de cuidados intensivos y por último, llegar a la apurada adaptación de servicios alternos con un equipamiento que intentó funcionar como UCIS, pero muy lejanos de la complejidad como en la realidad operan estas. Así ocurrió en México, en donde las autoridades sanitarias del nivel federal se preocuparon por privilegiar las acciones de atención médica y en mucha menor medida las de prevención. El mejor ejemplo de ello fue la desaprobación oficial al uso del cubrebocas y la casi nula aplicación de pruebas para la detección de personas contagiadas por el SARS-CoV-2. Los que deberían haber actuado como líderes nacionales para atacar con seriedad la pandemia, desdeñaron e incluso pusieron en duda, el uso de mascarillas y caretas; mucho menos se realizó la detección y control de los contactos desde el inicio de la pandemia y no se tomó la medida de suspender los vuelos internacionales procedentes de los países afectados por la Covid-19. Con ello, se elevaron de manera innecesaria los costos de atención, de ahí la importancia que hoy cobra la frase: “Más vale prevenir que lamentar”. No lo hicieron y la pandemia se salió de control. Desde hace más de un año los salubristas nos dimos cuenta y opinamos en diversos medios acerca del manejo equivocado de la lamentable contingencia epidemiológica.
Me parece que antes de la pandemia teníamos sólidas instituciones del sector, pues en términos generales operaban bien los prestigiados Institutos Nacionales de Salud, los Hospitales Regionales de Alta Especialidad, los Centros Nacionales de Referencia, todas aquellas dependencias que integran la estructura orgánica de la Secretaría del ramo y la infraestructura nacional de salud, se disponía de un buen abasto de medicamentos, entre ellos los antiretrovirales y contra el cáncer y el llamado Seguro Popular beneficiaba a 53 millones de mexicanos. Hoy sí se percibe que el sector salud se está quedando en ruinas.
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